Un día vi 10.000 elefantes

Sobre todo, cabe destacar el espíritu crítico y rabiosamente actual de esta película, a través de un relato histórico aparentemente remoto. "Un día vi 10.000 elefantes" ha de servir para que muchos tengan una perspectiva nueva de muchos problemas que asolan nuestra sociedad actual: xenofobia, desigualdad, distinción entre primer y tercer mundo. No ha habido una reflexión real sobre el significado y las consecuencias del colonialismo, al que muchos siguen identificando aún con las películas de Tarzán. Ni siquiera pensamos que eso vaya con nosotros. En ese sentido, "Un día vi 10.000 elefantes" es un film necesario frente a otros discursos antirracistas y ecologistas más convencionales.

No obstante, se trata de una obra demasiado determinada por su innovador formato. Narrativamente, está a caballo entre el relato histórico, la ficción y el documental; formalmente, la película combina la imagen real, la fotografía, la animación... A mi entender, hay una excesiva indefinición, que termina por distanciar al espectador. La trama se ofrece continuamente a través de una voz en off, que se complementa con un conjunto de imágenes de distintos formatos y texturas, original pero deshilvanado.

O sea, hay que alabar el compromiso y el riesgo de esta película. Pero el experimento no ha salido todo lo bien que se hubiese deseado, creo. A ver cómo va el siguiente.

Extraño producto, entre el documental, el cine y el dibujo animado, el que nos trae Alex Guimerà y Juan Pajares. Se trata de una reconstrucción muy libre del viaje del cineasta Manuel Hernández Sanjuán por las tierras de la antigua Guinea Española, en los años cuarenta del siglo XX, bajo la narración de uno de sus colaboradores nativos. Así que "Un día vi 10.000 elefantes" lo mismo te sale con una voz en off narrando no sé qué anécdota, que con una composición con acuarelas o a lápiz, o con material audiovisual de archivo retratando la vida de entonces. Al fondo, la leyenda de los 10.000 elefantes, que no termina de cautivar en especial.

Original sí que es pero si nos detenemos en el contenido pues no es gran cosa. La narración es demasiado dispersa e inconcreta como para atraer al espectador. Hay algún momento divertido pero a la postre acaba calando más el discurso anticolonial y tercermundista para convencernos de que los africanos eran gente muy sabía que vivía estupendamente mientras que los blancos lo que hicimos fue explotarlos vilmente. Es decir, una mentira y además ofensiva. Para el que quiera conocer cómo fue la colonización de la Guinea Española puede consultar el libro de Jesús F. Salafranca Ortega, "El sistema colonial español en África" (2001).