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Los ojos de la momia

Drama. Romance. Terror Un famoso pintor que está de visita en Egipto se encuentra ansioso por conocer la tumba de la momia Ma, por la que, según se dice, abunda una maldición que recae sobre toda persona que intente adentrarse en ella. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
16 de junio de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
También E. Lubistch sucumbió al hechizo del ancestral Egipto y en esta película pone su talento al servicio de una historia en la que el embrujo del Nilo llena la pantalla.
La película se apoya en una interesante trama que cobra inusitada vitalidad gracias a su excelente ambientación y a un sentido dinámico del ritmo en el que cada escena sucede a la anterior con enorme naturalidad y fluidez.
El director demuestra gran habilidad con la cámara fija y, a pesar de sus limitaciones técnicas, es capaz de imprimir una notable sensación de movilidad a las imágenes.
El dramatismo de las situaciones, la sensualidad de la danza oriental y la intensidad de la narración conforman un inmejorable banco de pruebas para el perfeccionamiento de los procedimientos cinematográficos.
El director ya ofrecía muestras de un talento poco común y de una vocación inequívocamente orientada hacia el reto que el cine planteaba en sus albores.
Estupenda actuación de M. Laurence, de E. Jannings -con una caracterización sobresaliente-, de P. Negri y de H. Liedtke.
ABSENTA
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3 de noviembre de 2013
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con aquellos ojos desorbitados que ponía el actor mudo Emil Jannings, se entiende que hace casi cien años ésta fuese considerada una película de terror. Ciertamente, para los espectadores novatos del celuloide esa cara de maníaco debía de ser una fuente de pesadillas. Los papeles de malvado le iban al pelo, aunque por fortuna poseía más registros interpretativos. Su vena trágico-dramática quedó patente en la magistral “El último” de Murnau.
Y aunque sus ojos no fuesen los que dan título a este viejo film, sino los de Pola Negri, que tampoco son nada desdeñables en cuanto a expresividad, no puedo evitar que los que acudan a mi mente sean los del intérprete suizo-alemán. Cuando eran las expresiones y los gestos y no la voz los que hablaban, los ojos cobraban su pleno significado metafórico: espejos del alma.
Ahora somos bastante despreciativos de aquel lenguaje cinematográfico. Estamos invadidos por tantos avances que una rudimentaria película del tiempo de los bisabuelos no interesa a casi nadie.
Hoy día Emil Jannings y Pola Negri parecen reliquias muy pasadas de moda y apolilladas, en las que pocos se fijarían si fuesen expuestas junto con los figurones de la actualidad. Y de entre esos pocos que les echarían un vistazo, unos cuantos de burlarían.
Puede que hoy día, desde nuestros ojos del siglo veintiuno, la estrellas que no necesitaban hablar frente a la cámara ya no sean ningún prodigio, que la magia con la que encandilaron a los primeros cinéfilos de la historia se haya esfumado como cuando un mediocre prestidigitador ambulante hace cuatro trucos baratos o un payaso algo patético ha dejado de tener gracia.
Es cierto, cuesta lo suyo. Por más buena voluntad que pongamos, no nacimos un siglo antes. Nunca podremos experimentar genuinamente en carne propia qué fue aquello del cine cuando era una novedad.
“Los ojos de la momia” no me ayuda demasiado a tener mucho éxito en la evocación, para ser sincera. Lo que consigue Chaplin con cualquiera de sus cortos o largometrajes no lo logra Lubitsch con este largo. Aún necesitaría más rodajes y más experiencia para convertirse en el gran director que llegó a ser. Aquí sólo apuntaba maneras.
Ni la carrera de Emil Jannings ni la de Pola Negri soportaron bien la llegada del sonido. No eran expertos en dicción, cosa lógica puesto que nunca habían tenido que practicarla. Sus fuertes acentos extranjeros les cerraron las puertas de Hollywood, la mayor industria cinematográfica, donde todo el que era alguien en el mundillo soñaba con triunfar.
Ambos se convirtieron en estrellas errantes que se apagaron en el olvido.
Pero no del todo.
Emil Jannings fue uno de los mejores actores del mundo en su momento. Algunos no lo olvidamos.
Vivoleyendo
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9 de enero de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La he visto y me ha gustado, el observar un film que se acerca al siglo de haber sido rodado es toda una curiosidad histórica. En realidad no se trata de un film de horror a pesar del título, lo trascendental se encuentra en los protagonistas.
La actriz de ascendencia polaca Pola Negri fue toda una diva en su tiempo, y rivalizo con Theda Bara por el exotismo de sus caracterizaciones. Como es usual en el cine en sus inicios, las actuaciones son recargadas de sobreactuación, recordemos que los actores debían expresarse así necesariamente para lograr un efecto en el público de ese entonces. Las tomas largas y estáticas abundan, pero puede disfrutarse de esta capsula del tiempo si eres fanático del cine mudo y de esta etapa seminal .
Otra curiosidad es la dirección a cargo del posteriormente consagrado director Ernst Lubitch , que casi tuvo que rogar para poder filmar este proyecto , en el que el gran actor alemán Emil Jannings se lleva las palmas en el departamento dramático interpretando al villano , denominado el "Árabe" , a secas quien para este trabajo fue contratado por la astronómica cifra por ese entonces de 85 marcos diarios debido a su reputacion en el campo del teatro. Parece increíble el hecho de que "Los Ojos de la Momia" alcanzara un éxito rotundo en sus dias.
Pablinchi
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18 de julio de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Khnumetamun Hatshepsut iba a ser la gobernante más sobresaliente de Egipto después de la célebre Cleopatra. Hija de Thuthmose, perteneció a la 18° dinastía y se casó con el heredero al trono Thuthmose II, hermanastro suyo, para mantener la tradición de que los faraones se casaran con alguien de la realeza. Pero el nuevo gobernante duró muy poco, y ante la voluntad de su padre, quien anhelaba un heredero, antes de recibir el trono -con el nombre de Ma’at-ka-Ra (Verdad-orden-equilibrio) Hatshepsut-, la reina comenzó a adoptar una apariencia masculina –con el atuendo correspondiente y barba incluida- y se convirtió así en la primera y única Faraón que ha tenido Egipto. ¿Dónde está enterrado su cuerpo? No se sabe… y lo que fue como gobernante pertenece más a la leyenda que a la realidad.

Sirviéndose tan solo del nombre sacro de este personaje (Ma), tiene lugar el drama que, Ernst Lubitsch -contando con un guión de Hanns Kräly y Emil Rameau-, nos trae en esta primera incursión en las leyendas egipcias y orientales, que tanto le interesaron en sus inicios como director de largometrajes y que después se complementarían con “Sumurun” y “La mujer del faraón”.

La trama es un tanto ingenua: Entre los planes turísticos que hay en El Cairo, Egipto, en la segunda década del siglo XX, está el de visitar la tumba de la Reina Ma, no obstante que hay constancias vivas de hombres trastornados mentalmente quienes aseguran que, al verla en su tumba, sus ojos seguían vivos. Hay incluso cierta resistencia de los guías para llevar allí a los turistas, pero esto no intimida al “pintor” Albert Wendland (al que nunca veremos coger un pincel), quien. interesado en una linda muchacha a la que vio un día mientras descansaba de su trabajo, pareciera tener un presentimiento y decide ir solo hasta la tumba... donde se encontrará con la más curiosa sorpresa. Lo que sigue, es el cumplimiento de una maldición donde el mal hará de las suyas, el bien y la justicia no tendrán espacio… y así se da lugar a otra de las muchas tragedias que han tenido a Egipto como su más atractivo escenario.

En el Deutsches Theatre de Max Reinhardt, se habían conocido Ernst Lubitsch, la actriz Pola Negri y el actor Emil Jannings. Negri sentía un gran aprecio por el trabajo cinematográfico que, simultáneamente, venía realizando Lubitsch, y cuando le propusieron aparecer en “LOS OJOS DE LA MOMIA”, lo hizo a cambio de que fuera éste quien la dirigiera. El director contó entonces con el gran Jannings, y entre los tres se propusieron este curioso drama terrorífico que, en su momento alcanzó un gran éxito de público, pero como suele ocurrir con la mayor parte de películas de este género, no pasa mucho tiempo hasta que las historias terminan causando más risa que verdaderos sustos.

Quedan en mi memoria una o dos tomas muy bien realizadas, pues Lubitsch se defendía muy bien con los espejos. Muy grata la presencia de Pola Negri, quien en esta ocasión mostrará lo que aprendió en la academia de baile; y el gran actor Emil Jannings (Radu) gana con su apariencia, demostrando que el director se equivocó al titular la película, pues son sus ojos, y no los de la “momia”, los que de veras consiguen un buen efecto.

Título para Latinoamérica: “LOS OJOS DE LA MOMIA MA”
Luis Guillermo Cardona
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1 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los pioneros de este séptimo arte tan nuestro estaban lo suficientemente ocupados en el nigromántico trabajo de darle "alma, corazón y vida" cinematográficos al mundo de los sueños, como para entretenerse en clasificaciones y hablar de géneros. Las nacientes cámaras filmaban tanto trenes llegando a las estaciones como regadores regados, pasando por esos besos que siempre habían residido en las más domésticas intimidades. Por esta razón no podemos hablar con la seriedad requerida de "cine de terror" a pesar de que en los años 10 del siglo pasado ya se versionaban obras de Poe o de Mary Shelley. El "terror" como género no nacería hasta los 30 con una colección de obras, especialmente de la productora Universal, cuyo magisterio sobrepasó su tiempo y llegó hasta nuestros días.

"Los ojos de la momia" más que una incursión en el cine de terror es un trazo diferente en el universo cinematográfico dado por una de las personalidades más relevantes de este arte: Ernst Lubitsch, actor, director y sobre todo hombre de cine. Hace poco he tenido ocasión de revisar dos de sus incursiones como actor en las primerísimas comedias del cine silente: "Cuando yo estaba muerto" y "El palacio del calzado Pinkus", dirigidas por él mismo y donde nos sorprende con una más que interesante vena cómica. Ciertamente ni es Chaplin ni aparece en el reparto su famoso "touch", pero se presenta ante nosotros como un espíritu burlón, inquieto y con ganas de comerse el mundo del celuloide. Con la ayuda del productor alemán Paul Davidson y junto a dos promesas/realidades como Emil Jannings y Pola Negri se embarca en este su primer film dramático con bastante éxito.

Sin embargo, los terrores y misterios sugeridos por el título estallan como una pompa de jabón en escasos quince minutos. Desconozco si a los espectadores de 1918 les faltaba costumbre o si las salas cinematográficas germanas eran más oscuras y aterradoras , la cuestión es que desde los sofás contemporáneos las cosas se ven de otro modo y uno, en lugar de estremecimientos siente que le invade una risilla floja. El terror ni está ni se le espera. La comedia apunta de forma tan innata en Lubitsch como imperceptible . Lubitsch quería drama y tiene drama, exótico y con algún que otro tinte de misterio, como los poderes hipnóticos de Radu el egipcio (Jannings) pero drama al fin y sobre todo a la postre.

Ma (Pola Negri) a la que su secuestrador Radu obliga a interpretar el papel de la momia Ma, cuyos ojos parpadean al visitante desde su tumba, es rescatada por Albert Wendland, un pintor interpretado por Harry Liedtke, y llevada a Inglaterra donde contraen matrimonio. A su vez, Radu es recogido enfermo del desierto por el príncipe Hohenfels (Max Laurence) e incorporado como asistente a su servicio. El destino y un cuadro de Ma harán que de nuevo se crucen sus caminos y se precipiten trágicamente los acontecimientos.

Para los que nos sentimos afines a Lubitsch y su cine, es una película imprescindible. La genialidad, el toque y aquel "¿como lo resolvería Lubitsch?" de Billy Wilder, no eran más que un tenue destello en un horizonte que ya se presentía ahi. A sus 26 años Lubitsch tenía la osadía de los innovadores y una década de experiencia en el mundo del teatro. "Los ojos de la momia" significó sin duda un paso adelante en su carrera. para el que contó con la inestimable presencia, y habrían más, de Pola Negri y Emil Jannings. Tal vez el futuro de la comedia pasase por este terror sugerente de piadosas sonrisas, por una película como esta donde seguir sumando y aprendiendo. La forja de un cineasta es un proceso complejo y cuanto mayor es esa complejidad mas sutil y natural resulta el genio que surge del crisol de la experiencia. Es una generalización pero, podriamos decir aquello..."Pongamos que hablo de Lubitsch"
FATHER CAPRIO
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