Reencarnación

Hiperviolento, Hipersexuado y "Futurista" film noventero sobre resurrecciones posmodernas, coletas masculinas y hombreras femeninas. Un Rutger Hauer al que tengo en el Olimpo actoral, al ver que era el prota me dieron ganas de verle en esta, pero me ha decepcionado totalmente en un penoso papel, hace de "resucitado" envuelto en cables y vendajes horteras, se escapa del laboratorio donde es "reencarnado", clamando venganza contra sus asesinos moscovitas a tiro limpio, y pasando por escenas y situaciones a cual más absurda y delirante...las escenas de acción, es que me dan vergüenza ajena...
El guión es una chufla ("se mueve bien para estar gordo", "tengo dólares", y lindezas semejantes), no se salva nadie del elenco, penosas actuaciones, todo parece un pastiche telefílmico lleno de violencia gratuita de serie Z, Rutger, ¿qué te movió a meterte en semejantes bodrios?¿ayudar a pagarte las letras del barquito que te compraste?
Para olvidar. Menos mal que aún puedo disfrutarte en " Los Señores del Acero", "Blade Runner", "Lady Halcon" o "Barbarroja"... pero esto...esto...

Película con una levísima pátina de ciencia-ficción, que, básicamente, dura los cinco primeros minutos, para ofrecernos una película de acción, tiros y venganzas en una Rusia corrupta, distópica y decadente, mangoneada por una élite de oligarcas, que siempre quieren más poder, aprovechándolo para abusar de la prostitución, de las apuestas y de todos los vicios posibles. Pues parece que fueron bastante premonitorias sus situaciones, visto lo que se cuece por allí hoy en día.

Una película escrita y dirigida por el originario de Hungría Tibor Takács, lugar escogido para el rodaje. Bastantes exteriores y sets. No es una película blockbuster, pero se dejaron su buen dinero en la producción. Tenemos extras, movimiento de figurantes y bastantes escenas de acción, aunque resueltas de manera clásica Como protagonista absoluto tenemos a Rutger Hauer, fondón, con sus tics y su gabardina larga, aunque algo ajado. Pero era Rutger y eso siempre es un plus. Y como némesis a un desaprovechado Dacascos, que apenas se lucirá en algunas peleas y poco más. La parte femenina y muy cárnica para gozo de los espectadores, viene de la mano de Yvonne Sciò, bella y voluptuosa mujer de acción.

No es un horror de película. Es la típica producción noventera de serie B, a medio camino entre el estreno en algún lugar y las estanterías de los videoclubs de alquiler, con un reparto que, quizás, podía enganchar.

Los caminos de Mark Dacascos y Tibor Takacs se vuelven a cruzar y, con el pretexto futurista que otorga mayor empaque de fantasía delirante abrigada por un envoltorio scifi con resurrecciones y realidad virtual para Rutger Hauer como héroe contrincante del hawaiano en un juguete de mundano ADN argumental: otra peli de venganzas.
El sinsentido y la falta de recursos -no tanto en lo que respecta a la imaginación como en lo estrictamente técnico- son óbices para obstaculizar el propósito mayor de esta ocurrencia zumbona, trash y endiabladamente tardonoventera: dar rienda suelta a la diversión y a la violencia, ¿y para qué más?
La italiana Yvonne Sciò se pone entre la espada y la pared, los baldosines y la alcachofa de las duchas, media docena de pelucas o entre Dacascos y Rutger Hauer para amenizar carnalmente el pifostio años antes de atragantársele una mortífera "sábana bomba" en la floja 'Torrente 3: El protector'.
Iba a mencionar que Yvonne Sciò era una de esas personas que son guapas por castigo, pero la he buscado en google y no viene al caso emplear verbos pretéritos.
Un pasatiempo sci-fi cuya chusquedad entrañable ha terminado sumándole más interés añejo que restándole un valor fílmico del que ya carecía cuando se estrenó pese a resultar menos convencional que la primera de las colaboraciones entre Takacs y Dacascos.
Sobran más palabras que las del propio sacerdote que le vende armas ilegales al espía resucitado Rutger Hauer:
"¡La venganza es mía, dijo el señor!"
Las mercenarias soviéticas arreándole al saco y entrenando en pelota picada tampoco tienen desperdicio. Una bazofia extrañamente imprescindible.