La venganza del hombre muerto (TV)

No hay duda que el tren, los trenes, han constituido siempre un elemento extraordinariamente cinematográfico en todas las épocas. El western no ha constituido una excepción toda vez que las grandes líneas de ferrocarril se establecieron, entre otros motivos, para facilitar la colonización del Oeste. Siempre el ferrocarril como símbolo de modernidad. Sin embargo no faltan películas que denuncian los métodos mafiosos que muchas veces se utilizaban para llevar los tendidos por unos u otros territorios, con los consiguientes beneficios para los especuladores o para los comisionistas.
De esto va la cinta que nos ocupa, en la que el magnate McKey (Dern) se hace sin el menor escrúpulo con la propiedad de las tierras de Nuevo Méjico que va a atravesar el ferrocarril. Para ello no dudará en utilizar cualquier método, asesinato incluido. Es lo que hace con la esposa y el hijo del ranchero Luck Harcher (Ironside), quien consigue finalmente escapar.
La venganza está servida, y Luck tratará por todos los medios de cobrársela asaltando y saboteando los trenes hasta llegar a McKey. No lo va a tener fácil pues éste tiene a los políticos en una mano y a los forajidos en la otra.
Compuesta para la televisión, la obra cuida los detalles de vestuario y ambientación. Y aquí puede decirse que se acaban sus méritos, pues el resto es un complicado argumento de muertos que no han muerto, de vivos que resucitan, de malvados malvadísimos algo bobos, y de buenos buenísimos y muy listos. Todo adobado con una interpretación que no pasa de regular y un discutible casting, donde Dern, por ejemplo, que luce una inmensa calva con coleta tiene un hijo, Tom, con una melena que podemos llamar arborescente por su frondosidad.
De pasada sale un médico al inicio atendiendo la enfermedad de la esposa de Luck que padece las fiebres típicas de la zona (¿tifoideas?), cobrando un dólar por la consulta si es que puede pagarlo. También un curioso fotógrafo-historiador con su carretón ambulante, que se dedica a hacer fotos a los malvados ajusticiados para dejar constancia a la posteridad: "Murió en un asesinato muy limpio".
En fin una telepelícula muy prescindible servida en un tren llamado venganza, como también había tranvías llamados deseo.