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Sal para Svanetia

Documental Documental sobre las duras condiciones de vida de los habitantes de la región de Svanetia, en las montañas del Cáucaso. (FILMAFFINITY)
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
1 de abril de 2011
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entre los documentales que el cine soviético hacía en la época, éste, dirigido por el luego más famoso Mikhail Kalatozov, se distinguiría por varios elementos, no todos positivos. Por una parte tiene la fuerza de las imágenes y del montaje propios de esta época del cine de la URSS, fuerza que por sí misma es capaz de elevar la película por encima de sus aspectos más cuestionables; estas imágenes, de composición tan hermosa y tan rítmica y expresivamente montadas, nos hablan de la vida en poblaciones rurales aisladas de la Unión Soviética, en concreto de la Svanetia del título, y lo hacen extrayendo toda la dureza y belleza posible a los paisajes y las condiciones de vida que muestran. Pasajes como la inesperada llegada de un clima invernal en los meses de verano o la celebración de una ancestral ceremonia religiosa se vuelven espeluznantes en las manos de Kalatozov, que sabe cuando aplicar el montaje acelerado y cuando dejar la cámara y la moviola quietas para mostrar la tensa lentitud con que una carreta tirada por burros debe cruzar un puente desvencijado. Además, en éstos, los mejores momentos, la película todavía mantiene una inteligente ambigüedad entre la crítica al atraso (cultural y tecnológico) de estas comunidades y la fascinación que esa vida anclada en el pasado nos produce legítimamente.

Sin embargo uno percibe que esa ambigüedad se rompe en el momento en que la película introduce el drama, y va desapareciendo el tono documental en favor de un dramatismo que no termina de mezclarse bien. Muchos quieren emparentar esta película con “Las Hurdes”, de Buñuel, rodada tres años más tarde, pero Buñuel precisamente arremetía contra dramatizaciones como las que aquí se ponen en marcha, cuestionando todo el rato la supuesta objetividad del documentalista y riéndose abiertamente de las intenciones didácticas y de la manipulación que todo documentalista acaba por introducir en sus documentos. Y, efectivamente, uno no puede sino sentir que esa dramatización introducida por Kalatozov traiciona la fuerza y ambigüedad iniciales, y acartona, vuelve artificial lo visto hasta entonces. Pero es que además esto se hace más explícito en una coda abiertamente propagandística que resulta aún más artificiosa. Todo o casi todo el cine soviético de esta época tiene elementos y hasta fines propagandísticos, pero los mejores directores supieron apelar a lo esencial y universal de esa propaganda y reflexionar sobre cuestiones fundamentales de la naturaleza humana a través de ella; no es el caso de la coda que introduce Kalatozov aquí, pero no quiero dejar que éste último párrafo en el que describo mis quejas empañe mi consideración global de la película. A pesar de los elementos discutibles, el conjunto tiene una fuerza y belleza enormes, con momentos verdaderamente estremecedores y lecciones de cine en cada minuto. No es la cumbre del cine soviético de la época, no es “Tierra”, dirigida el mismo año por Dovzhenkko, pero sí es digna de verse y admirarse.
McTeague
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