El salvaje

Un niño de unos ocho años es el único superviviente de un ataque indio a la caravana en la que viajaba. Criado por los indios, años después deberá decidir si -una vez roto el tratado de paz con la Caballería- lucha por el pueblo que le ha adoptado y formado o por sus hermanos blancos que lo vieron nacer.
George Marshall, notable director de comedias, dirige con acierto este western protagonizado de manera brillante por Charlton Heston. La historia cuenta con los ingredientes típicos del género a los que se añade el tortuoso conflicto psicológico del personaje que interpreta Heston. Y he aquí el acierto principal de la cinta: Marshall no toma partido por nadie. No hay buenos ni malos. Hay hombres que luchan y defienden sus intereses y hombrecillos cobardes y asustadizos. Pero en los dos bandos. Por eso el protagonista lo tiene tan difícil; por eso no toma una solución drástica. Está en continuo aprendizaje. En continuo aprendizaje del ser humano. La ambivalencia a la que es sometido, finalmente le hace más fuerte, más sabio. Quizás ya nadie se fie más de él. Da lo mismo. Él sabe cosas que otros nunca sabrán.

En flashback, rodada por Marshall en un buen Technicolor que hace destacar las campiñas y los frondosos bosques de Black Hills, en Dakota del Sur, “El Salvaje” intenta, desde la perspectiva de un hombre dividido entre ambas partes, humanizar las aspiraciones de colonos blancos e indios sioux con un mensaje de concordia y entendimiento antes que el conflicto, aunque como siempre o como todos sabemos, metiendo en reserva a los originarios del espacio que vamos contemplando a lo largo de la historia.

Lo mejor es contemplar a Charlton Heston haciendo el indio con su lustrosa vestimenta y sin perder su atlético porte heroico tan explotado durante los años 50 y 60, principalmente, en numerosas interpretaciones de tipo histórico.

Independientemente de este protagonismo, fundamental para esta película colorista, encontramos una trama simple y con alardes de anti-maniqueísmo que contiene buenas dosis de acción, alternancia de pareceres entre diferentes culturas, sentimientos encontrados y la intención de amistad y antibelicismo en un ambiente hombruno con los habituales personajes femeninos que pasaban por allí, pululando alrededor del héroe con toque semirománticos que prácticamente son innecesarios.

Al final lo de muchas otras, el mejor indio, es el indio muerto, o como dicen en esta, al fin y al cabo esta tierra no es de nadie.

Algo envejecida película de George Marshall, con un Charlton Heston en el momento más emergente de su carrera, ya que en apenas unos años se convertiría en la estrella por antonomasia del cine épico producido en Hollywood.
Hoy resulta poco convincente la recreación del drama personal de este hombre blanco criado por los indios.
Con todo, la película logra entretener.

Correcto y bienintencionado western que trata de ofrecer un mensaje de paz y concordia entre indios y blancos, aunque pasando de puntillas sobre los temas más hirientes o controvertidos del conflicto, nos pone en la piel de un hombre blanco ( Charlton Heston), adoptado en su infancia por los sioux, cuya lealtad será sometida a prueba, cuando por motivo de la enésima ruptura del tratado de paz, los dos pueblos entren en guerra.
En realidad, la cinta tiene bastante interés, porque plantea ciertos dilemas morales en la persona de Heston, que tendrá que ir aprendiendo a conciliar lo que le dicta su corazón y su sentido de la justicia, con lo que debe a su familia y a su pueblo.
Este hombre, tendrá la oportunidad de conocer al " enemigo" cuando se infiltre entre ellos para conseguir información lo que le otorgará un raro privilegio que pocos hombres poseen. Ver las cosas bajo otro punto de vista.
Las cosas nunca son blanco o negro o estás conmigo o contra mí y este " salvaje" se irá dando cuenta cuando se vea obligado a tomar decisiones que entrarán en conflicto con su conciencia.
En los demás aspectos no se incide demasiado y el resto de personajes están dibujados más esquemáticamente (aunque la visión que se otorga de cada pueblo no es nada maniquea) y esto hace que la película quede algo coja con respecto a sus intenciones pero el conjunto es satisfactorio amén de ofrecernos unas buenas dosis de acción y un buen entretenimiento.

Hace sonar el maestro una sartén en la caravana que marcha rumbo al Oeste, acuden los niños que viajan y empieza la clase de lectura. Los indios crow la interrumpen al asaltar la diligencia y matar al maestro. Su hijo, el joven Jim (Heston), es adoptado por otros indios sioux tomando el nombre de Pluma de Guerra.
La cinta muestra las difíciles relaciones de frontera que se producen entre los blancos y las diferentes tribus de sioux que habitan el territorio, "No dejaremos que los salvajes impidan el progreso".
No es nuevo el tema de los blancos educados entre los indios y el rechazo que acaban produciendo en ambas sociedades, aunque en esta ocasión se aborda con bastante dignidad mostrando la tolerancia y la intolerancia tanto en unos como en otros.
Western de indios con los ingredientes característicos del subgénero a base de caravanas, fuertes, poblados indígenas, pinturas de guerra y bellos paisajes. También se muestra el valor y la cobardía, la caballerosidad y la traición, la generosidad y el egoísmo, pero sobre todo de la importancia del buen nombre pues "El que ha vivido sin honor debe morir sin honor".
Guion, fraseado, realización y ambientación cuidados. Las escenas de luchas pueden mejorar bastante. Con todo hay escenas intensas como el enfrentamiento entre padre e hijo adoptivo, o la angustia del protagonista ante las disyuntivas que se le plantean con el corazón partido entre dos fidelidades opuestas.
Buena interpretación de Heston situado en el centro de la trama, sometido a la necesidad de elegir entre su familia adoptiva sioux y las amistades que ha hecho en el Fuerte. Sobre todo por Tally Hatershall (Morrow), "Es preferible contemplar una cara bonita que todas las estrellas", viejo proverbio indio que muestra el sentido poético de esta cultura.
Una vieja e interesante película que merece la pena conocer, aunque solo sea por la presencia del joven Heston y por el honesto planteamiento interracial.