La señal

"La Señal" incluye todos los tópicos del "film noire": la mujer fatal, los hampones y detectives, pero sobre todo las pasiones humanas con su carga de violencia, soledad, traiciones y lealtades, en un clima marcado por el azar y el fatalismo más que cualquier otra regla tranquilizadora.
Estas características comunes y universales adquieren su color local en la ambientación, la música y las personalidades de los amigos detectives (Corvalán y Santana), interpretados por Darín y Peretti, dos alter-ego complementarios, marcados por la aureola melancólica del tango.
La película es fiel a la época (Argentina en 1952, cuando el peronismo empieza a declinar) pero sin involucrarse demasiado. La historia nacional pasa como un telón de fondo, anclando más en lo emocional y los aspectos intimistas que en lo político-social.
Desde el punto de la estética, "La Señal" descarta un enfoque costumbrista o lo desplaza a un segundo plano. Para anclar en el género, se deja literalmente arrastrar por lo oscuro. Entonces la fotografía arriesga muchas escenas al límite de ausencia de luz y anula intencionalmente la profundidad de campo, de tal modo que los protagonistas ingresan desde la consistencia borrosa del fuera de foco, acentuando una atmósfera fantasmal que se suma a los ambientes saturados de humo y sombras.
"La Señal" es un film de notable factura artística y técnica, donde se destacan la producción y la dirección de arte. También las composiciones actorales logran insertarse con calidad pero es la historia, la que está contada sin aportar mayores sorpresas o aspectos tacables. Aunque preciso en el tono del relato, algunas morosidades o baches en las transiciones entre escenas, quitan potencia a la trama y evidencian la orfandad de una dirección definida. Es que "La señal" era la película que planeaba realizar el reconocido escritor y cineasta Eduardo Mignogna, basada en su novela homónima. Su muerte, cuando se encontraba trabajando en la preproducción de la misma, hizo que Ricardo Darín y su asistente de dirección Martín Hodara, decidieran proseguir su legado y terminar el proyecto, que deja el saldo de un film policial de factura nacional que es bueno, pero que imprime la sensación de que podría haber dado para más.

La Señal es un joya del Cine Argentino de la última década a pesar de lo criticable, que no es poco. Y es que desde el punto de vista de Producción, Fotografía, Montaje, Puesta en Escena, Escenografía, Maquillaje... en fin, todos los aspectos técnicos son IMPECABLES, IMPRESIONANTES... dignos de cualquier film del Primer Mundo.
Pero uno se desilusiona cuando sigue la historia y ve que no va a ningún lado, cuando trata de buscar un guión a medida que pasa el tiempo y... nada, cuando trata de comprender la narración tan tediosa, cuando ve a TREMENDOS ACTORES sin hacer ni la mitad de lo que son capaces.
En resumen... es una delicia visual... una producción visual increible... pero si esperan que la pelicula transmita algo o entretenga... mejor inviten a amigos y unas cervezas para eso...

Porque no pasa de ser una copia porteña del buen y clásico cine negro estadounidense, y de ahí no pasa. Una copia correcta, pero no está a la altura de los filmes que intenta emular, ni aporta nada nuevo al género. Una recreación made in Argentina, que se queda corta. Y es una lástima, porque tanto Darín como Peretti podían haber dado más. Pero, obviamente, Darín no es Bogart, ni Julieta Díaz le llega a la suela de los tacones a la Bacall (de hecho se queda en un amago muy cutre de femme fatale, más que cutre, patético).
Le doy el aprobado por Darín, por Peretti, por Mignona y por los escenarios correctamente recreados y la atmósfera bien conseguida.

Cuando muere un buen director de cine por sorpresa, su siguiente obra suele ser un poco floja, lógico cuando él ya no está. Sucedió con el gran Ricardo Franco que, tras la excelente "La buena estrella", comenzó a rodar "Lágrimas negras" y murió sin completarla. Al estrenarla se descubrió una película decididamente partida, ¿qué parte fue de uno y cuál la del otro? eso sería dificilmente probable. Lo cierto es que la película ante la que nos encontramos peca bastante de lo mismo. Es una película bienintencionada pero floja, en su premisa, en su desarrollo y en su conclusión. Tiene las claves del buen cine negro pero no acaba de mezclarlas bien.
A mí, Ricardo Darín me parece un buen actor pero creo que aún está verde para la dirección.

Loable el trabajo de Darín haciéndose cargo de la dirección que iba a asumir su amigo Mignogna, dejando una buena impresión en su primera incursión tras las cámaras.

Pero la película nunca llega más allá, adonde quiere llegar y se queda a medio camino, siempre lastrada por su férreo formalismo. Si se hubiera soltado la melena hubiéramos visto una gran historia de cine negro, a semejanza de aquel en el que una Barbara Stanwick soportaba el peso de la escena, aquel que olía a clásico desde el otro lado de la pantalla.

Correcta, se deja ver y disfrutar, no podemos quejarnos de que la primera vez se quiera no fallar. Es lo que haríamos todos.