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Drácula

Terror El conde Drácula cambia su residencia desde los Cárpatos a occidente. Para ello se procura la ayuda del abogado Renfield que le visita para acompañarle en su mudanza como servidor. Una vez instalado, conoce a una joven, ya prometida, de quién se enamora. Comenzará a visitarla por las noches, para ir bebiendo su sangre poco a poco, y convertirla así en su esposa. Pero el malestar que sufre la joven alerta a su familia, que contacta con ... [+]
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
19 de noviembre de 2009
33 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se dice, se comenta, que a principios de los 30 la Universal estaba intentando atraer al público hispano. Con el sonido apenas implementado en el cine unos años antes, a los mandamases del estudio se le ocurrió una genial idea: no pensaron en rodar Drácula y doblarla a posteriori, no. Decidieron que, ya que tenían un set y unos decorados alquilados, era mejor aprovecharse y contratar a otro director y otro reparto para hacer una versión en paralelo, con la misma historia y las mismas escenas. Así nace esta marcianada dirigida por George Melford, un realizador que no tenía ni pajolera idea de castellano y, a tenor de su nula capacidad para dar órdenes a los actores, se nota.

No es tanto un problema de casting como de entendimiento lo que hace que esta Drácula, protagonizada por un hilarante Carlos Villarías, sea tan carismática. No es una película cutre, tiene valores de producción, tampoco está excesivamente mal dirigida, de hecho tiene planos potentes y, los que no lo son, plagian los de la versión de Browning. Donde destaca es en su reparto: todos exageran los gestos con una naturalidad fuera de toda duda, se creen sus papeles hasta el punto de celebrarlo con aspavientos y, aún con todo, consiguen que la historia no se resienta nunca. Entretenidísima, bien hecha y con algunas escenas que involuntariamente invitan a la carcajada, estamos ante una rareza de las gordas y además merece la pena verla.

Compensa la ausencia de momentos brillantes con una calidad bastante regular, sin tener un bajón tan pronunciado como su hermana de habla inglesa. Ambas son complementarias y todo fan del género debería verlas sin ningún tipo de duda. La de Browning por su potentísima imaginería visual en el primer tramo, y ésta... pues por todo en general. Una gozada que, eso sí, en el momento de su estreno debió pegarse una buena hostia, porque la Universal no volvió a repetir el experimento nunca más.
Caith_Sith
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24 de noviembre de 2010
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fruto de la inexistencia del doblaje surgió esta película, donde actores hispanos repetían durante la noche las tomas rodadas por los anglosajones durante el día. Dejando al margen lo curioso del asunto, este filme se diferencia de su paralelo en varias cosas. Dentro del apartado de las mejoras, encontramos un mayor brío a la hora de filmar (en la cinta protagonizada por Lugosi hay poco movimiento y se abusa del plano único), aunque este brío sólo se luce en algunas escenas muy concretas (la presentación del conde, el traslado de los ataúdes a Inglaterra, el encuentro de Drácula con la chica en el jardín y el último plano final superan, y con mucho, a sus homólogas anglosajonas). En contrapartida, contamos con un plantel de actores donde no hay un término medio entre los que sobreactúan y los que resultan del todo anodinos. Además, existen también defectos comunes, tales como, por ejemplo, la absoluta falta de acompañamiento musical a lo largo del metraje (únicamente se escucha música en los créditos del principio y en los del final, nada más, lo cual provoca que a veces uno crea que está viendo un film mudo). Todo esto genera una cierta controversia. ¿Cuál es la mejor? ¿La que ha sido rodada un poco mejor o la que ha sido interpretada un poco mejor? Yo diré que, en mi opinión, ambos son clásicos, que iniciaron el cine sonoro sin todavía romper los lazos con el mudo, lo que les ha ocasionado un mal envejecimiento, muy malo, pero que la etiqueta de “clásico” no se la quita nadie. Lo demás, ya es cuestión de gustos.

Más críticas en:
https://unblogacincoalturas.wordpress.com/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Messer E Vork
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23 de agosto de 2010
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Personalmente, no me gusta ninguna de las dos versiones de “Drácula”. Aún están cerca del cine mudo; ello significa que por entonces no habían asimilado bien el recurso del sonido. Frente al dinamismo que logró el cine mudo en sus últimos años (sin olvidar que su exhibición se acompañaba de música en directo), ambos “Drácula” están hechos con largas secuencias silenciosas, planos estáticos y diálogos pronunciados teatralmente. Una sensación mortal de tiempo infinito para cualquiera.

El “Drácula” (en inglés) de Browning tampoco es lo mejor de su poco corriente filmografía (“The Unknown”, 1927; “Freaks”, 1932, verdaderas rarezas incluso vistas hoy). Por otra parte, Melford jugó con la ventaja de que tenía acceso a la información del rodaje diurno de aquél, lo que le permitió mejorar notablemente la versión española en horario nocturno.

Las mejoras de Melford se revelan sobretodo en las escenas del castillo de Transilvania, en particular con la presentación del conde. Los movimientos de cámara y un montaje más dinámico rompen con el tradicional estatismo atribuido al primer cine sonoro –y se nota. Estas mejoras no son menospreciables. Se trata de secuencias importantes en la trama: la presentación de Drácula ni más ni menos. Y más si hay que considerar que tal presentación del conde con el rostro de Bela Lugosi ha pasado a ser representativa en la historia del cine.

Se aprecian otros cambios de detalle: Rendfield se hiere accidentalmente con un clip de papel en la versión en inglés. En la española se conserva la referencia de “Nosferatu” (Murnau, 1922): el incauto se hiere cortando el pan.

Los actores son otra cosa. Bela Lugosi es, con justicia, un mítico vampiro. Pero en la versión en español no se echa en falta a Lugosi, y eso ya es decir bastante de Carlos Villarías. Éste aporta a su interpretación cierto histrionismo, algo de bufón grotesco que tampoco deja de lado al galante conde que Lugosi puso de moda. Aunque tampoco evidente, resulta una mezcla afortunada, si se tiene en cuenta que el primer vampiro fílmico (Max Schreck en “Nosferatu”) era grotesco del todo y nada galante.

También Álvarez Rubio cumple con su papel de Rendfield. Aunque Dwight Frye interpreta al mismo loco con la estridencia propia del cine mudo, puede que éste guste más. No se puede alabar al actor que interpreta a Van Helsing en español. Eduardo Arozamena no tiene la presencia de Van Sloan, un actor clave en la Universal aquellos años.

Los demás no sobresalen, aunque tampoco en la versión inglesa. Resulta divertido advertir la diversidad de acentos. Eva tiene acento mexicano aunque su padre, el Dr. Seward, tiene acento castizo. Supongo que en la Universal les daba igual que fueran de uno u otro lado del charco.

La versión española tiene secuencias mejor realizadas. Da la sensación de que depende menos del diálogo y más de los recursos visuales. Pero es 30 minutos más larga y eso... Puestos a elegir, tal vez me quedaría con la película de Browning.
Especialista Mike
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1 de abril de 2010
19 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al mismo tiempo que critico este film, el Drácula de Melford (también denominada Spanish Drácula), haré una pequeña comparación con su homónima, el Drácula de Browning y el porqué la debacle de una y el éxito de la otra.

Para diferenciarlas, a la de Melford la apodaré “Hispanus”, y a la de Browning “Americanus”, así será más fácil distinguirlos.

-Escenarios: Ambas tienen exactamente los mismos, solo que la Americanus los aprovecha de forma más rentable y contundente.

-Adaptación: Ambas son adaptaciones de la obra de Brawn Stoker, pero por desgracia la Americanus se acerca más a la obra original, dándole mayor sentido.

-Actuaciones: Las interpretaciones son totalmente diferentes, siendo en Hispanus unas actuaciones más acordes a la forma teatral, donde se eleva la voz en demasía, haciendo pausas después de cada diálogo, y sobreactuando con el cuerpo, la forma de Americanus está más acorde a la pequeña pantalla, manteniendo el guión, sin sobreactuaciones y transmitiendo sensaciones. Los secundarios en Hispanus son de pena, no llegan ni a la mediocridad interpretativa.

-Guión/Trama: Americanus mantiene la trama, siempre lineal y mostrándonos alguna que otra sorpresa, en cambio en la Hispanus, el guión se pierde por momentos, dejando frases al aire que no se saben de donde vienen dejando a la trama con el “culo al aire”.

-Imagen/Fotografía: Americanus gana por goleada, y es que en cada secuencia de imagen destacable, da siempre mayor realismo y sensación, transmitiendo al espectador esa oscuridad que rodea a Drácula.

-Sonido: Los efectos sonoros en Hispanus casi son inaudibles, en cambio en Americanus son algo más representativos y perceptibles.

-Drácula: Carlos Villarías (Hispanus) es superior en todos los aspectos a su homónimo Bela Lugosi (Americanus), llenando más la pantalla, dando mayor sensación de lugubridad y sobre todo “miedo” (sobre todo esa forma de sacar las pupilas 3cms de las cuencas).

Hispanus, excepto por Carlos, es inferior en todos sus aspectos, de ahí su nota baja y que no sea tan conocida.
Ranxomare
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14 de marzo de 2010
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para los inicios del cine sonoro, 1927, era una práctica de los grandes estudios de Hollywood producir versiones lingüísticas de sus películas, de aquellas que tenían perspectivas de éxito, generalmente en español francés y alemán. Luego de esto llego la técnica subtitula y/o doblada, por lo que esta práctica desapareció.

La gran mayoría de estas versiones en otros idiomas han desaparecido del celuloide. La versión en español de Drácula es una excepción. Esta fue hecha simultáneamente con la original.

Durante el día se rodaba en inglés y en la noche la versión española. Se utilizaban los mismos escenarios, escenografía, vestuarios, etc. claro que uno que otro detalle se podía modificar o cambiar.

El actor Carlos Villarías fue el único actor que se le permitió tener acceso al libreto y sus notas en la versión anglosajona, esto permitió conocer mejor el personaje de Drácula.

Además, el personal técnico y actoral tenían la ventaja de conocer de antemano detalles del film original, esto ayudo a que la realización de la versión en español fuera mucho mejor y más eficaz.

La película tuvo un presupuesto $66,000 y recibió un nominación a los “Academy of Science Fiction, Fantasy & Horror Films” para el 1993 por mejor género en vídeo.
operez
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