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Un poco de chocolate

Drama Lucas y María son dos viejos hermanos que comparten una casa llena de recuerdos de las personas que han amado. Saben que, antes o después, también ellos emprenderán el último viaje. Marcos y Roma son dos jóvenes que están solos. Ella es enfermera y pinta ventanas que embellecen las vistas desde su habitación. Marcos anda sin rumbo agarrado a su acordeón y a un montón de preguntas. Un día, el azar reúne a los cuatro y, desde entonces, ... [+]
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
6 de mayo de 2008
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas cuyo cauce de entrada difiere del resto. Lo normal es que todo empiece en los ojos. De allí, toda esa información continúa por canales hasta que llega al cortex visual. Algunas personas analizan esa información y la someten a un exhaustivo análisis.
Todo es química.

Hay otras películas, otra información que directamente llega al pecho. Motivos pueden haber a centenares. La historia te es afín, el personaje te recuerda mucho a alguien, ese día te volviste a enamorar o tu equipo de fútbol ganó la liga. “Un poco de chocolate” me toca esas fibras que la hacen diferente. Y realmente sé que esta película no es perfecta y tiene fallos, pero cuando algo me llega al pecho sin pasar por la cabeza las imperfecciones adquieren el valor de un defecto en la talla. Eso las hace diferentes.

Puede que la cámara de Aitzol Aramaio se mueva más de lo esperado, que necesitemos una explicación plausible para entender el comportamiento de ciertos personajes y que el título con el que esta novela de Unai Elorriaga ha llegado al cine sea tonto y poco acorde. “Un tranvía en SP” es un regalo para la vista, para los sentidos que tenemos tan apagados.

Esta película toca temas que me son afines y sé que eso devalúa mi opinión. Alterio es muy grande. Y te merienda con un personaje enorme, de esos que te ganan al instante. Quizá porque está despojado de todo aquello que vamos coleccionando conforme vivimos, quizá porque no es más que un niño y su mirada es sincera, clara, alejada de todo aquello que estropea la felicidad. De Alterio salen las mejores frases, las mejores escenas, los sentimientos más puros.

“Un poco de chocolate” está lleno de magia. Por eso no busco esclarecimientos, no pido cuentas a nadie porque a la magia no hay que intentar entenderla, ni que buscar el truco. Si no, pierde su hechizo, el encantamiento se rompe. Todos de niños nos hemos quedado perplejos frente a trucos imposibles y el desenmascaramiento nos ha podido saciar intelectualmente, pero siempre ha roto un eslabón más de inocencia.

A Héctor Alterio le acompañan un escueto grupo de actores que cumplen. Que ayudan a que este cuento inexplicable llegue a los cielos de Katmandú, a la cumbre del Shisha Pangma. Y puede que allí arriba en la cumbre no haya mucho oxígeno para vivir, pero está llena de magia.
Chagolate con churros
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4 de mayo de 2008
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre que entro en un cine lo hago con la esperanza de llevarme algo conmigo, y he reconocer que poquísimas veces ocurre. Suelen aparecer cositas rescatables, pero no pasa a menudo que puedas salir distinto a como entraste. Extrañamente, en los últimos tiempos, sucedió en "Conversaciones con mi jardinero" y "Once", con temas tan distantes entre sí como la amistad o el amor por la música; y es en "Un poco de chocolate", donde encontré mi tercera sorpresa del año.

Es la de Lucas y María, dos hermanos mayores pero muy vitales, una historia contada con ternura, en forma de suave caricia, que esconde detrás todo el peso de la auténtica vida, de la realidad. Es la manera en que se nos presenta, combinando elementos humorísticos con retazos cotidianos, sin querer cargar las tintas ni trascender más por la forma que por el fondo, lo que se agradece de la propuesta. No se trata de un resultado perfecto, ya que algunas maneras de presentar partes de la historia, no parecen demasiado acertadas (pienso en ese camino de velas); pero esto no mancha en absoluto el equilibrio final.

Ya desde el inicio, se aprecia el alejamiento de lo superficial. La humanidad con la que se nos describe tanto a los hermanos, como al recién aparecido Marcos, se gana al público de inmediato, y lo lleva hasta el final del camino, sin brusquedades, arrancando honestas sonrisas, pero sin poder olvidar lo serio de lo que se cuenta. No persigue provocar el sentimiento del espectador, sino que pretende hacerle cómplice.

Y emociona principalmente por las interpretaciones. Me gusta el tono reservado de Daniel Brühl, pero también el modo en que trata a los demás. Julieta Serrano cuida de Lucas, sin querer que éste se dé cuenta; y muestra toda la belleza que lleva dentro a través de su mirada. Bárbara Goenaga expresa ilusión sin palabras; transmite dulzura, e hipnotiza a la cámara. Su voz, sus gestos, su sonrisa, sus ojos, hacen que, cuando aparece, desees que el tiempo se detenga. Su historia podría haber merecido una película entera; pero, incluso eso, sabría a poco, cuando de la actriz más bonita que hay se trata (¡ojo!, no sólo en España...)

Toda esta magia, sin embargo, no habría sido posible sin una composición como la que vemos en Héctor Alterio. No se puede representar de modo más emotivo. Ese Lucas entusiasmado ante "las olimpiadas"; ante su sueño de ascender al Shisha parma; ante su recuerdo de los besos que Rosa le "escatimaba". Muchas son las escenas en que su espontaneidad desmonta; desde ese primer encuentro con Marcos, pasando por la invitación a cenar que le hace a la recién conocida Roma, y acabando con el beso de ésta... El último plano, "intolerablemente" largo para corazones indómitos, de ésos con los que uno aguanta hasta que puede. Todo, absolutamente todo de este Lucas que en el fondo tememos, llega.
JRC
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24 de mayo de 2008
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta sencilla producción dirigida por el debutante Aitzol Aramaio, que apunta maneras adaptando un material original que desconozco, es de esas películas que deja un buen sabor de boca al salir de la sala, sin ser nada del otro mundo.


Empezando por el hecho de que una película con Héctor Alterio y Daniel Brühl (ambos enormes de nuevo) NO puede ser mala, y teniendo claro que este reparto es el motivo por el que yo y muchos otros habremos pagado por verla; "Un poco de chocolate" juega sus cartas de manera acertadísima desde el principio, dejando claro al espectador cuáles son sus potenciales bazas y carencias.

El guión puede ubicarse entre las últimas, ya que decae bastante los últimos veinte o treinta minutos y se permite ciertas licencias que pueden ser perdonadas ante la belleza del conjunto, pero que normalmente cuestan una película. Bárbara Goenaga está preciosa, como siempre.


Como era de esperar, nadie la ha visto. Desgraciadamente, estos productos van destinados al olvido desde antes de su estreno.
Shelby
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28 de septiembre de 2008
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por ahí dicen, unas de las peores películas de la historia del cine español, pues yo discrepo y discrepo yéndome además al lado extremo, pues para mí es una preciosa película. Es cierto que es dificil de llevar, pero cuando te metes en ella es muy bonita.
El guión justo pero nada exagerado, el tema curioso, el escenario muy difícil de superar, los personajes cada uno en su papel el cual bordan y le dan la credibilidad exacta, el final muy triste pero a la vez como debe acabar.
No puedo decir nada malo de ella... quien no la haya visto ¡que la vea!
Viewer
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25 de abril de 2008
12 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lucas es mayor, pero no está solo, tiene a María, su hermana. Un buen día aparece Marcos, y poco a poco descubren que Roma también llegó. Lucas y María son viejos y Marcos y Roma son jóvenes.

Son cuatro personajes maravillosos.

La creación de Lucas de Héctor Alterio te hace quererlo, quererlo como si lo conocieras o quererlo con ganas de conocerlo. Y también Daniel Bruhl nos enseña a un Mario desubicado, con ganas de encontrarse, entrañable, tanto como María, con sus ganas de vivir de nuevo, conocer, sentir, y Roma. La relación que surge entre los cuatro te hace rodearte de amor, cariño, ternura...

Es una película verde y roja, como Amelie, verde como el entorno en el que se rueda y desarrolla, y roja como la calidez que trasmiten los personajes.

Sucedió que me vi llorando y riendo a la par, nunca antes me había sentido así en el cine. La recomiendo a todo el mundo.
ladychena
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