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La isla de las mentiras

Drama. Intriga. Thriller La madrugada del 2 de enero de 1921, el buque Santa Isabel, con destino Buenos Aires y 260 personas a bordo, se hunde frente a la escarpada y dura costa de la isla de Sálvora, en Galicia. A falta de hombres en la isla, tres jóvenes isleñas, María (Nerea Barros), Josefa (Victoria Teijeiro) y Cipriana (Ana Oca), deciden ir al rescate salvando a 48 personas, un acto heroico que pagarán muy caro. Tras estos hechos, un periodista argentino, ... [+]
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
24 de mayo de 2020
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos de Enero de 1921, de madrugada y con la visibilidad reducida por la densa niebla, el vapor Santa Isabel se fue a pique en plena ría de Arousa dejando 213 cadáveres. Sobre esta catástrofe perdida en los libros de historia, Paula Cons debuta en la ficción con una propuesta valiente, no exenta de riesgos. Sale airosa del envite moldeando un trhiller correcto, aunque los mimbres de partida apuntaban a un cesto de mayor empaque.

Pone el foco en tres isleñas (Nerea Barros, Victoria Tejero y Ana Oca) que se lanzaron al mar para rescatar a decenas de náufragos de una muerte segura. Un periodista argentino (Darío Grandinetti) va a cubrir un suceso en el que atisba algo más que un mero accidente. Intuye una historia de enjundia alrededor de unos lugareños parcos en palabras, de comportamientos contradictorios.

Las actrices protagonistas ejecutan un trabajo loable. Sus rostros reflejan las cicatrices inherentes a una vida ruda, durísima, con el aislamiento, el analfabetismo y el caciquismo martilleando a la población al compás de una meteorología caprichosa e inclemente. ‘La isla de las mentiras’ convierte el islote de Salvora en un peñasco hostil, dónde se respira la ranciedad. Las escenas del rescate me parecen rodadas con excesiva pulcritud. Me dejan frío, tiritando como esas pobres gentes vencidas por la intemperie.

Era el momento de la contundencia fílmica, del puñetazo en la mesa para ensalzar la gesta de esas heroínas maltratadas por la superchería, el prejuicio, quién sabe si también por la envidia (dichoso deporte nacional). El personaje encarnado por Darío Grandinetti en un momento del metraje dice: ”sólo ustedes saben lo que ocurrió aquella noche. Está claro que yo fracasé en descubrirlo”. Su paso por la cinta me deja idéntico regusto. Le veo a medio gas, sin desplegar todo su potencial y carisma, que es mucho. Pons urde una intriga que se mezcla muy bien en el entorno, con panorámicas marítimas de intimidatoria belleza, aunque llegado el clímax, falta la guinda coronando el pastel.

Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para https://rockandfilms.es
Juan Pablo
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25 de julio de 2020
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1921, el buque Santa Isabel con destino a Argentina naufragó en la isla de Sálvora, en la entrada a la ría de Arosa. Murieron más de 200 personas. Solo hubo 56 supervivientes, gracias a la intervención de tres chicas en una pequeña barca, llamadas María, Josefa y Cipriana.
Algunas circunstancias enturbiaron el heroísmo de aquellas chicas. En esta película se ha recogido parte del misterio de entonces, aderezándolo con elementos de ficción. Ya se avisa al principio de la película que el guion está libremente inspirado en la tragedia. El resultado es una intriga interesante, que recrea la humilde vida en la isla en aquella época.
Aunque el suceso se conoce como el “Titanic gallego”, que nadie espere secuencias de acción impresionantes. Es una producción de bajo presupuesto que pone todo su esfuerzo en la mencionada ambientación, en la fotografía de los exteriores y el excelente trabajo de los actores.
Nerea Barros está genial. Parece que ha vivido siempre en la isla trabajando como una mula. Desconfiada, salvaje, qué mirada…Ana Oca interpreta a la joven e ingenua Cipriana, también muy expresiva. Y la caracterización de Victoria Teijeiro es colosal. No hay más que ver las fotos de aquella época.
En el reparto masculino, destacan Milo Taboada en el papel del lisiado Pepe y Darío Grandinetti, siempre convincente, interpretando al periodista León. Recopilando testimonios, pronto descubre que en aquella isla hay secretos inconfesables.
Feng Lanzhí
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4 de abril de 2021
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una isla poblada por aldeanos, el naufragio de un buque en Navidad y la manida premisa de que nada es lo que parece. El primer largometraje de Paula Cons toma como pretexto el hundimiento real del Santa Isabel en diciembre de 1921 para dirigir un intento de noir con acento gallego y niebla creada en posproducción. Intento porque casi nada funciona en él, salvo contadas interpretaciones de secundarios que salen a flote a pesar de una mediocre dirección de actores que los lastra y, por supuesto, las localizaciones. Mérito este último más atribuible al paisaje en sí que a la dirección de fotografía. El plan de rodaje parece haber condicionado la estética hasta tal punto que parece que los hechos transcurren en verano, a pesar de un etalonaje frío en posproducción y la lluvia creada con mangueras. La historia de mujeres, que nunca llega a ser feminista, en el océano de la ruindad humana contrasta con una foto limpia, luminosa y estival.

La película naufraga por los cuatro costados porque parte de dos errores graves de base: el guion es malo y no está bien dirigida. La ambientación y el previsible conflicto principal son de partida interesantes, pero conforme avanza la narración se deshilacha la solidez inicial del argumento y no consigue mantener la tensión pasados treinta minutos. El ritmo de la historia avanza a pantocazos, con elipsis agresivas al comienzo que no dejan tiempo a ahondar en los personajes y precipitan la llegada de la acción. El montaje a machetazos de la presentación da paso a un segundo acto interminable y a un desenlace sin una resolución emocionante, porque no hay mucho ya que resolver.

Los diálogos llegan a ser tan torpes que expulsan al espectador de la diégesis, por la ristra de frases tópicas que los conforman y por el modelo lingüístico inverosímil construido. La historia, la época, la localización y ni siquiera la montaña de subvenciones de la Xunta y otros organismos parece que justificaron el rodaje en lengua gallega, exigible solo por guion. El español oral remeda el de la teleserie "Fariña", con construcciones extrañísimas para representar el castellano de Galicia que parecen escritas por alguien que no ha oído hablar nunca a un gallego. El retrato es, en conjunto, un estudio orientalista del paisanaje. La representación de la sociedad es tan deturpadora porque la mirada autoral describe Galicia desde fuera de Galicia, la aldea desde la ciudad y la isla desde la península. Se hace difícil adivinar que se trata de una coproducción gallega capitaneada por una directora gallega.
Cuando la tensión no está en la trama, hay que buscarla en la psicología de los personajes, pero tampoco aquí hay mucho trabajo detrás. La profundidad de los personajes no es mayor que la de la piscina donde se rodaron las paupérrimas secuencias en el mar. Los aldeanos están construidos todos ellos de manera semejante y ninguno tiene una personalidad que destaque. Domina en ellos el tópico del paisano que solo expresa sus sentimientos a través de gruñidos y miradas insondables, que sabemos que siente miedo porque se persigna y que da por única respuesta ambigüedades o silencios cuando los personajes civilizados, encarnados por un vasco y un argentino, les intentan tirar de la lengua.

Es curioso cómo "La isla de las mentiras" recuerda tanto a "Los santos inocentes", de Mario Camus, por contraste. El personaje del retrasado es grotesco, animalizado y sin sutilezas. El atraso económico y cultural están representados sin empatía ni sensibilidad. El enfoque social no consigue ser comprometido y el de género es incluso oportunista, ambos sin ninguna transgresión.

Quizás, más por todo esto que por las limitaciones presupuestarias, la sensación de estar asistiendo a un telefilme es constante a lo largo de todo el metraje. La pandemia de coronavirus impidió distribuirla en salas de cine en su estreno y tal vez ese destino ha sido más que justo con este producto audiovisual.
bonmafilm
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20 de mayo de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobria película basada en un caso real en donde una grupo de mujeres que viven en una isla salvan mas de 50 personas producto de un naufragio cercano a la costa. Hasta allí llega un periodista que sospechará que hay algo oculto entre la huraña población del lugar. El film esta bien ambientado y muestra las diferencias entre las clases sociales, muy marcadas y el poco valor que se le daba a la vida humana. Los trabajos son correctos destacándose Nerea Barros y Dario Grandinetti y el paisaje bonito aunque desolador.
gustavof42
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1 de junio de 2020
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buenas actuaciones. Excelentes. Menudo careto ponen las isleñas. Meten al espectador de lleno en la España profunda de principios del siglo pasado.

La historia es interesante. Tras el planteamiento inicial, poco a poco se va deshaciendo el ovillo hasta contarnos lo que realmente está pasando en esa isla. Da gusto cuando una película sabe dosificar los tiempos, sin dejar de captar la atención del espectador.

Me quedo con las ganas de investigar un poco sobre el hecho real en el que se basa "libremente" este film.
echulin
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