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Drama Stefan es un estudiante alemán que llega en auto-stop a París, donde conoce a Estelle, una chica norteamericana de la que acaba enamorándose. Un buen día, Estelle deja París y Stefan la sigue hasta la isla de Ibiza, donde descubre que está relacionada con un individuo que parece dirigir su vida. Ambos se verán pronto inmersos en el mundo de la droga. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
24 de febrero de 2007
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Configura un retrato generacional en una época de cambio como fueron los últimos años de la década de los 60. El guión está hecho a trompicones (lo cual también caracterizaba aquellos tiempos) y conforma un viaje sin freno, más bien una escapada, en el que la droga conduce con poderosa fuerza.

La isla de Ibiza es el paradisíaco punto de encuentro y paradigma de libertad, aunque también se nos apunta como, a pesar del entorno, el ser humano donde tiene su peor enemigo en sí mismo.

Independientemente del contenido, más o menos superado, posee el interés añadido de pertenecer a los inicios de un director tan interesante como Barbet Schroeder y aún destacan la cuidada fotografía del gran Néstor Almendros junto a la excelsa banda sonora de un grupo tan enorme como fue Pink Floyd que por entonces se acercaba a su plenitud creativa.
Ennis
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15 de febrero de 2009
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las drogas y una enigmática mujer de la cual se enamora conducen al abismo a un joven alemán deseoso de vivir nuevas experiencias. Y todo ello contado desde un prisma casi documental (especialidad del reputado director de fotografía Nestor Almendros) a la hora de retratar el lado oscuro de cierto hedonismo ibicenco entonces inspirado en el movimiento hippy y que tenía (casi igual que ahora) el consumo de drogas como una de sus señas de identidad.

Aun me acuerdo de un final de invierno en que, con dieciocho años y acompañado de un amigo, dormí durante un par de noches embutido en un saco de dormir al pie de las mismas murllas del castillo que aparece en la película. Buscaba entonces la estela, imaginaba yo que luminosa, de los hippys que habian llegado a la mitificada isla diez o quince años atrás. Ahora sé que que no hay luz sin oscuridad y también sé que a veces los sueños se convierten en pesadillas. Tal vez por eso y por esa nueva, fascinante, versión de la mujer fatal que tan bien encarna la bella Mimsy Farmer me ha gustado tanto esta película. Y también por la manera de exponer las dos caras implicadas en el consumo de ciertas drogas consideradas "duras". Por una parte el placer y la expansión de la conciencia; y por la otra, la caida en los abismos de la adicción.

Lástima, sin embargo, que no se haya recurrido al sonido directo en el registro de los diálogos (el jóven protagonista suena a veces un poco teatral y radiofónico en su forma de hablar inglés, y ninguno de los pocos autóctonos que aparecen habla inglés con acento español o mallorquín). En cuanto a la música de Pink Floyd, que yo siempre había asociado de algún modo con esta película, me ha sorprendido su papel tan poco relevante y que pasa como de puntillas sin que apenas nos demos cuenta.
alex
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5 de mayo de 2008
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay dos factores principales por los cuales se podría destacar esta película. A través del resurgir actual de las tendencias sociales con tintes hippies, merece la pena echar la vista atrás para ver un filme como este, desmitificando una época con una película aparentemente luminosa, pero con un trasfondo tremendamente oscuro. Me recuerda al mensaje implícito en Trainspotting.

Para los que se sientan atraídos por la banda sonora de Pink Floyd, recomiendo acudir al álbum correspondiente, ya que sus canciones están presentes tan solo en momentos puntuales de la cinta. Aun así, no dejo de recomendar su visionado.

Otro factor a tener en cuenta es el de 'la otra España'. Aparece la visión externa de nuestro país desde un punto de vista diferente al cual solemos estar acostumbrados para cintas de esas fechas (¿en serio había dictadura?).

Una película altamente recomendable para un momento clave donde aun no existían Réquiem por un sueño, Trainspoitting o Spun.
Nario
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25 de enero de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya tantos años, décadas, que había visto “More”, que tendría que remontarme a mi adolescencia, más concretamente a una tarde de domingo y aquellos programas dobles en el tristemente desaparecido “Cinestudio Griffith”. La propuesta, “More” (1969) y “El Valle” (1972) ambas dirigidas por el realizador franco-suizo Barbet Schroeder, con música de Pink Floyd y fotografiadas por Néstor Almendros.
La reciente edición en dvd me ha dado la oportunidad de reencontrarme con “More”. En su ópera prima Schroeder nos ofrece un viaje sin retorno, en el que sus dos protagonistas Stefan y Estelle simbolizan esa generación post mayo del 68, ávida de búsquedas y envuelta en el laberinto de la drogadicción. La isla de Ibiza, icono por excelencia del universo hippy ejerce de cielo e infierno para la pareja, es luz cegadora que como a los jóvenes adoradores de Calcuta, cegará, marchitará y matará. Luz y oscuridad. Especialmente para la existencia de Stefan cuya escapada no tendrá restitución, como bien simboliza Schroeder en ese túnel oscuro que aparece dos veces en el film, la segunda de forma determinante.
El alemán Klaus Grünberg, de posterior carrera irrelevante, y la norteamericana Mimsy Farmer, poco después convertida en heroína del “giallo” italiano tras trabajar con varios de sus nombres fundamentales (Argento, Barilli, Crispino, Fulci) componen de forma creíble el duo protagonista a pesar de sus limitaciones. No tanto protagonismo como algunos quisieran, adquiere la banda sonora del mítico grupo británico Pink Floyd. De forma acertada su “score” está cuando tiene que estar, sin resultar fastidiosamente omnipresente. Mágico como el entrevisto islote Es Vedrà, es el trabajo de Néstor Almendros cuya fotografía recoge toda la luminosidad y el color del paisaje ibicenco. Menos afortunado es el guión, obra del propio Barbet Schroeder en colaboración con Paul Gégauff, que reitera situaciones y tan sólo esboza algunos personajes secundarios, utilizando un hilo narrativo que sorprende a algunos por su final, y que ya había sido utilizado en otros films como “El Crepúsculo De Los Dioses” (Billy Wilder, 1950) e incluso musicalmente por Joan Manuel Serrat en su tema “Pueblo blanco”.
Para muchos, “More” puede ser un trabajo de contenido superado, para mi no. Es un fresco generacional realizado en el momento en que esa forma de vida e inquietudes, estaba en su máximo esplendor. No hay falsa reconstrucción. La droga y la contracultura fueron de la mano en esa indagación de experiencias, hoy en día un tanto olvidadas, y de las que solo sobreviven los alucinógenos en su exclusiva faceta de puro vicio.


Fernando Martin
Fernando Martin
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14 de agosto de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo esta crítica desde el recuerdo, poco después de visionar y criticar “White Lines”, que como no, me ha traído a "More".

Vi “More” en los 80, no recuerdo si en el cine-estudio Griffith, como otro comentarista (mi colegio mayor estaba por aquella zona), o quizá en una sesión doble en alguna sala de Argüelles. Afortunadamente no me dieron ganas de probar la heroína, pero sí muchísimas de visitar Ibiza, lo que no pude hacer hasta años más tarde.

“More” es de esas películas que te marcan el imaginario en la juventud y luego se acarrean toda la vida. Aún me vienen a la memoria aquellas escenas de la Ibiza profunda, llena de polvorientos caminos de tierra y villas escondidas entre pinos. Una Ibiza de land rover viejos y meharis acarreando cubas de agua, del camión del panadero y de ancianas vestidas de negro, que parece muy lejana de la actual pero que todavía se puede adivinar en zonas de Formentera. Había Hippies venidos de todo el mundo en busca de su camino, mística, droga, y amor y sexo sin mojigaterías como no lo veíamos con facilidad en aquella España de los 80. La trama era casi irrelevante, lo importante era el ambiente, a lo que ayudaba mucho la fotografía del maestro Néstor Almendros (el único español con un Oscar a la mejor fotografía, en el 78, nada menos) y como no, la música de Pink Floyd.

“More” es del 69, un año después de lo de París, y en pleno movimiento Hippy. En esa época había algunas mecas en el mundo a las que peregrinar, e Ibiza era una de ellas. Una Ibiza que competía con Torremolinos (si, Torremolinos) como destino favorito de los hippies del mundo. Por si alguien se pone nostálgico y no la conoce: parecido contexto, diferente historia: “Hijos de Torremolinos” ("The Drifters"), la novela de James A. Michener.

Yo creo que hay dos tipos de personas: las que tras ver “More” sueñan por un rato en bañarse en pelotas en una cala rodeada de pinos, en compañía de una chica o chico con flores en el pelo y adornos de abalorios, y a quienes eso les parece un rollo cursi y aburrido. Elige y disfruta, que más puedo decir...? :)

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Arponero Sánchez
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