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Red Riding: 1983, Parte 3 (TV)

Intriga. Drama Nueve años después, otro niño de Morley ha desaparecido en el trayecto desde su casa al colegio. El superintendente Maurice Jobson relaciona este nuevo caso con la desaparición de Clara Kemplay, que fue encontrada muerta en 1974, y con el encarcelamiento del joven Michael Myshkin. El abogado John Piggott, convencido de la inocencia de Myshkin, comienza a luchar en su defensa, proporcionando inconscientemente un catalizador a Jobson para ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
13 de febrero de 2010
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir que la televisión le saca varias cabezas hoy en día al cine sería comentar una obviedad y, a pesar de que me encantan las obviedades, no la cometeré. Hoy he terminado de enfrentarme a esa hercúlea y épica saga que es Red Riding. Y no es que sea especialmente larga, ni que cuente una historia medieval ni nada por el estilo. Son sólo tres capítulos de hora y media de duración cada uno, pero cada minuto esta cargado de una densidad para cuyo comparativo utilizaré una canción de Jethro Tull: Thick as a brick. Y es que Red Riding juega la baza del film noire más puro, ese de "te llevo por aquí... ¡Pero no!" que se sabe grande. Pero empecemos por el principio. ¿Qué es Red Riding? Adaptación de las novelas de David Peace por parte del Channel4 que conforman la tetralogía Red Riding, es decir, que se han conmido una de las cuatro que la conforman, 1977. Dirigida por tres diferentes realizadorez: 1974, por Julian Jarrold; 1980, por James Marsh (cuyo documental Man on wire ganó el Oscar el año pasado); y 1983, por Anand Tucker. Es deudora del gran cine americano e inglés del género policíaco y negro por su trama, pero totalmente alejado de este por su tratamiento a nivel visual y su tratamiento literario. No estamos ante el brillante Dennis Lehane, si no más bien ante el Fincher más oscuro y tenebroso. Y es que si hubiera que utilizar una película para compararla con esta ambiciosa producción no habría solución posible, por lo que habría que mezclar dos: Zodiac, el Fincher más denso, obsesivo y estudioso de la psicología de los personajes, y Seven, el Fincher más críptico, truculento y pesimista que sacudió al cine en los 90. Buenos referentes, pero, ¿Cumple con las expectativas?.

Para empezar, hay que decir que Red Riding cumple con lo que se propone: el espectador tiene que ver las tres partes enganchado cual colegiala a Física o Química. Es imposible no estar atento a la pantalla durante esa hora y media simplemente magnética que dura cada episodio. El hipnotismo con el que los directores ilustran la historia hace que todo se nos muestre ante nosotros de una forma puramente psicológica, casi freudiana. Red Riding se clava en tu subconsciente por la inteligente utilización de la fotografía y del sonido, es una película llevada de forma meticulosa en su vertiente más técnica. Nunca antes se había mostrado una Inglaterra más deprimente, nunca antes Yorkshire se había mostrado como un lugar tan poco humano, tan enfermizo, donde vivir es morir cada día un poco. Como dijo Paul Schrader, el cine negro es una cuestión de estilo, casi una forma de vida, y desde la producción se le ha dejado claro a los tres directores. En los sitios que visitamos, ya sean ciudades como Manchester o pueblecitos comandados por un cacique chuloputas, nos topamos con días más negros que grises, donde el sol está más solicitado que un trabajo, y donde las oportunidades de prosperar pasan por ser policía, y no honrado precisamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tony Montana
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4 de abril de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera y última parte de la negra trilogía fílmica.

Esta tercera entrega se antoja decepcionante. El rigor narrativo de las dos primeras es sustituido por una suerte de zozobra confusa que te aleja de cualquier posible empatía. No sabes casi nunca si estás en 1983 o 1974 o vete a saber cuando. Mal narrado. Tampoco el objeto narrado cobra una especial relevancia pues la historia del abogado defensor está explicada superficialmente, la del policía arrepentido cobra aires de surrealismo y la resolución final, a pesar de contar con el apoyo previo de tres películas, es precipitada y está mal contada. Problemas de guión y de dirección, sin duda.

Aún así, es notable destacar que las dos tesis de la trilogía son lucidamente válidas: la primera, que son muchos los ciudadanos (si no todos) los que aún viven en una sociedad feudal dominada a sangre y fuego por empresarios y poderes fácticos y morales; y segunda, por si alguien no lo tenía ya claro, la pobreza mata. Hay que reconocer el trabajo cumplido por esta producción para satisfacer la necesidad que la televisión nos recuerde constantemente estas dos ideas y favorezca el pensamiento crítico.

A mi pesar, no obstante, este episodio en concreto me parece todo un inexplicable atropello narrativo y un decepcionante mal sabor de boca para concluir una notable serie de películas para televisión que podía haber sido memorable y se queda en buena.
Redelbe
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26 de abril de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inquietante y esperanzadora sorpresa. Caperucita anda perdida en un bosque realmente oscuro, terrorífico, dónde las criaturas deformes y los hombres malos acechan. Un bosque dónde los árboles han crecido retorcidos y se beben la luz para dar sólo sombras, arañando la carne con sus larguísimas ramas secas. Todo lo domina la oscuridad y una podrida humedad. Y siempre el lobo. ¡Ay, de los cazadores de noble corazón! Dejen atrás toda esperanza. Las tres películas son pura congoja. Buen cine tejido con cariño, maestría y paciencia. Muy británico, por cierto.
ConanKing
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1 de marzo de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos aquí ante el broche idóneo para esta miniserie británica. El carcomido esqueleto del cuerpo policial de Yorkshire había sido radiografiado con astucia, ingenio y pericia por parte de Tony Grisoni, adentrándonos en un universo de sanguinario método, donde las libertades y derechos de los habitantes de tan desamparada zona quedaban delimitadas conforme a los turbulentos negocios y las redes de corrupción allí establecidas.

El año 1983 nos sirve la entrega más impactante de todas. Tiene un efectismo necesario, propio de ser la parte resolutiva de la pequeña saga. Si en los dos volúmenes anteriores, uno quedaba anonadado por lo presenciado, aquí el espectador ya consigue respirar con mayor frescura al presenciar como un abogado panzudo y abandonado decide desentrañar los misterios del Lobo, recibiendo, a su vez, con optimismo la redención de Maurice Jobson, un agente de la ley atormentado por el mal hecho.

“Se está haciendo realidad: narcóticos controlados, fuera de las calles. De las vidrieras a nuestros bolsillos. Todo el Norte de Inglaterra… las chicas, los negocios, las revistas, toda la maldita cosa. Tenemos una oportunidad aquí. Una oportunidad para invertir el dinero de nuestra pequeña empresa y volverlo algo incluso más grande. Algo grandioso (…) ¡Por el Norte! ¡Donde hacemos lo que queremos!“.

“Aquí está uno que escapó y vivió para contarlo, del Karachi Social Club y el Hotel Griffin, Wakefield Nick y St. Mary’s Hostel. Autopistas y estacionamientos, parques y baños, ricos ociosos y desempleados. Ya que mierda venden, y mierda compramos. De chicos sin madres y madres sin chicos. De toda la carne muerta y de mis amigos muertos, bares y clubes, de cunetas y estrellas, informaciones locales y escombreras. De tejones y búhos, de lobos y cisnes. Aquí está un hijo de Yorkshire. Aquí está uno que escapó. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete… Todos los niños buenos van al cielo”.

En definitiva, el cierre oportuno con el que dar la última pincelada a un paisaje tan escabroso, hiriente, nauseabundo.
The Motorcycle Boy
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7 de noviembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una niña de 10 años desaparece. El comisario Maurice Jobson descubre similitudes preocupantes con el caso de Clare Kemplay en 1974. Los remordimientos le atormentan ya que él y sus colegas contribuyeron a poner entre rejas al hombre equivocado, el joven Michael Myshkin. El abogado John Piggott trata de demostrar la inocencia de Myshkin enfrentándose a un sistema corrupto. Es hora de corregir algunos errores del pasado.

Nos presenta una sociedad enfermiza y corrupta en esta adaptación, basada en hechos reales, de la novela de David Peace, sobre asesinos en serie británicos.
andeltor
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