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Los Médici, señores de Florencia: El Magnífico (Serie de TV)

Serie de TV. Drama Año 1470. El poder de la familia Médici se ha consolidado a través del tiempo. Lorenzo es el elegido para ocupar el puesto de su padre después de un intento por arrebatarle la vida. Como la nueva cabeza visible de la familia, se ve obligado a cuidar de su hermano Giuliano y de su hermana Bianca. Lorenzo contrae matrimonio con Clarice Orsini, una mujer noble de Roma, mientras que su amistad con Botticelli otorga pinceladas de color a la ... [+]
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
31 de enero de 2019
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me he dado de alta en Film Affinity sólo para opinar de la segunda temporada de MEDICI. Sólo tengo una palabra: EXTRAORDINARIA.

La primera temporada estuvo bien, pero el protagonista COSSIMO (=Richard Madden) no me transmitía.....EN cambio, en esta segunda temporada, el carisma de todos los personajes te arrastra y te absorbe, mi enhorabuena al protagonista, Lorenzo de Médici (=Daniel Sharman)que no es sólo una cara bonita, sino que te envuelve, y no digamos su oponente, Jacobo Pazzi (Sean Bean), la fuerza que transmite.

He visto las dos temporadas en versión original, con lo cual se ve la dicción de los actores y la entonación real de sus diálogos, y, pese algún fallo x ahí, en general la serie es de 10; fantásticos emplazamientos en la Italia
real, muy cuidado el vestuario y el attrezzos, ambientación musical, etc...

Me alegra que el anterior usuario de FILM AFFINITY q opinó sin haber visto la serie completa haya cambiado a mejor su opinión.

Y ahora, a seguir investigando en los libros de historia sobre los Médici: no sólo me ha enganchado la serie, sino que he aprendido mucho de historia, y quiero seguir aprendiendo más.
cavalichesunny
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2 de enero de 2019
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque le cambien un poquito el título y el reparto esté renovado yo diría que por completo, esta serie sigue totalmente la línea de su temporada anterior.
Cambiamos a Cosimo por Lorenzo, unos años después, pero los Medici y los Pazzi siguen de pelea en el idílico entorno de la Florencia renacentista.
Por lo demás, la serie no tiene grandes cambios en su estilo o tramas. Continúa siendo una hermana menor dentro del género de ambientación histórica, que no destaca en exceso y que pierde si la comparamos con otras similares. Y no tengo mucho más que decir para esta ficha de la segunda temporada. Para una opinión mucho más extensa, ya escribí mucho en la crítica de la primera entrega, y mantengo mi opinión a grandes rasgos.

EDITO (gracias a la nueva utilidad de filmaffinity):
Pues en mi primera apreciación tras ver el episodio "2x01" me equivoqué, y quiero añadir algo tras terminar de verla.
Esta nueva temporada supera al menos en un punto a la anterior. Hay más emoción en las intrigas entre las dos familias y los episodios enganchan bastante más. Además, la interpretación de Sean Bean como Jacobo es bastante buena. Me atrevo a decir que su presencia como enemigo implacable es lo mejor de la temporada, y que su actuación mejora incluso a lo poco que aportó Dustin Hoffman en la primera, aunque suene un poco fuerte.
Esperemos que las próximas temporadas sigan esta línea, pues la serie ha ido mejorando según avanzaba, hasta el punto de hacerme cambiar esta reseña.
Nota mental: Nunca es bueno escribir las críticas sin terminar de ver la temporada completa.
i42poloj
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10 de agosto de 2020
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay muchas personas que suelen mirar las series históricas con lupa, pendientes de todos los fallos, enfadados por si la copia no corresponde al original. Yo creo que la finalidad de una serie histórica no es mostrar al cien por cien la realidad de su época y de los hechos que ocurrieron sino despertar nuestro interés por ella. Medici, se toma algunas licencias históricas. Licencias que se pueden comprender plenamente al comprender el desarrollo de la serie en sus tres temporadas. Sin embargo, la esencia de la familia Medici queda reflejada fielmente y también la naturaleza de la época turbulenta y maravillosa en la que vivieron y los sucesos grandiosos y horribles en los que se vieron inmersos.


Los Medici fueron una gran familia con un gran legado, a la que le debemos la mayoría de obras de arte del Renacimiento que se conservan en la actualidad. Con un origen que empezó siendo humilde, llegaron a convertirse en la familia más importante de Florencia. Unos monarcas sin corona que fueron banqueros del papa y mecenas de artistas como Brunellesqui, Donatello, Sandro Botticelli, Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci, entre muchísimos otros… Auspiciaron el arte, la ciencia y la cultura como estandarte. Lorenzo el magnífico ha llegado hasta nuestros días como el prototipo del hombre renacentista y es el medici más recordado por los progresos que vivió Florencia bajo su mandato. Con una historia tan apasionante como esa, el objetivo de crear una serie que contara las andanzas de la familia Medici desde sus inicios hasta la muerte de Lorenzo, no podía dejar indiferente a nadie.


Con una primera temporada de ocho capítulos que resultan algo insípidos, sorprende que las actuaciones de Dustin Hoffman y Richard Madden lleguen a tener tan poco impacto, siendo ambos actores tan reconocidos. Y es que la primera temporada actúa como prólogo explicando los inicios de la familia Medici. En ella, conocemos a los abuelos y a los padres de Lorenzo el magnífico. Sirve para situarnos en Florencia y para hacernos conscientes de que la propia ciudad es un personaje más de una belleza deslumbrante a la que debemos acostumbrarnos a lo largo de la serie. La construcción de la doble cúpula de la catedral de Santa María del Fiore funciona como detonante que pone en marcha los intereses de una familia amante del arte y de la cultura, que hará todo lo que este en sus manos para fomentar el desarrollo de estos... No todo es malo en esta primera temporada. Richard Madden está mucho más crecido tras su paso por Juego de Tronos y Annabel scholey nos deja una interpretación brillante como Contessima de Medici.


Bajo mi punto de vista, la verdadera historia empieza en la segunda temporada con la aparición en pantalla de Lorenzo el magnífico y los nuevos personajes que lo acompañan. En esta temporada el desarrollo de los personajes y su caracterización están mucho más logrados y es más fácil empatizar con cada uno de los personajes, lo que nos permite entender su recorrido y sus acciones. Además, el conflicto de las dos familias, Los Medici y los Pazzi, llega a su clímax en una secuencia donde se da una lección de intriga, tensión y suspense magistrales que nos dejan con un nudo en la garganta durante muchísimo tiempo. Está temporada es una demostración de cómo hacer bien las cosas. Daniel Sharman realiza una actuación sorprende encarnando a uno de los personajes más emblemáticos y complejos de la historia que tiene una evolución brutal a lo largo de la segunda y la tercera temporada. Comienza siendo un joven soñador e idealista que quería colocar a Florencia como el centro de la civilización y acaba por convertirse en un hombre dominado por los demonios de la culpa y la ambición al que marcara sin remedio un suceso fatídico que cambiara su vida y la de todos los que le rodean. Hablamos de la conjura de los Pazzi, representada aquí de una manera excepcional, mostrándonos en el capítulo 8 de la segunda temporada uno de los mejores capítulos de toda la serie que sé que llegara a ser ampliamente reconocido en el futuro como uno de los mejores episodios de la historia de la televisión.
Pero Medici, no es solo una serie magistral por la historia que desarrolla. También lo es por el magnífico elenco de actores que participan en ella. Si Daniel Sharman esta increíble en su papel, su compañera Synnove Karlsen no se queda atrás. En muchas ocasiones llega a hacerle sombra como la resuelta y fascinante Clarice Orsini. Una mujer que como ya ocurrió con Contessima o con Lucrezia(una genial Sarah Parish), participaba activamente en las intrigas políticas de su marido, teniendo un papel muchísimo más importante que el que se esperaba de ella como simple madre y esposa. Y es que ya se sabe. Detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer. A veces muchísimo más grande que el hombre al que acompaña. Los ‘’malos’’ también consiguen crear actuaciones espeluznantes. Sean Bean al que habíamos aprendido a amar en Juego de Tronos, se presenta aquí como un personaje odioso y lamentable, al que es fácil cogerle manía episodio tras episodio. Su interpretación como Jacobo Pazzi nos regala escenas violentas cargadas de suspense. Pero la gran revelación de la segunda temporada para mí ha sido sin duda Matteo Martari, un actor italiano que interpreta a Francisco Pazzi, un personaje complejísimo y lleno de claroscuros, con muchos registros y más interesante de lo que parece a simple vista. Le seguiré la pista a este actor porque tiene un carisma desbordante. Y tampoco podemos olvidarnos de Bradley James como un emotivo Giuliano Medici y de Matilda Lutz como la icónica e inolvidable Simoneta Vespucci, musa sin igual del Renacimiento que inspiro con su belleza a artistas como Sandro Botticelli. Puede que Giuliano, Sandro y Lorenzo no guarden gran parecido físico con los personajes reales que representan, pero Simoneta está encarnada a la perfección.


Sigo en spoiler por falta de espacio
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nadja
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30 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La segunda etapa de “Los Medici”, con reparto renovado casi en su totalidad, empieza reincidiendo en muchos de los pecados que condenaran a la serie original a las llamas de la insignificancia. O sea, presupuesto insuficiente para las demandas de la historia, y mal aprovechado encima; horrísonos subrayados musicales; insufrible torpeza narrativa y personajes de una pieza: buenos angelicales, sin un solo vello en sus marmóreas anatomías, y malos-malísimos más feos que pegarle a un padre.
No obstante, superado un primer impulso de arrojar por la ventana el ordenador, la Tablet, la Smart TV, el móvil o cualquiera sea el soporte elegido, conforme pasan los episodios esta larga secuela se va asentando y afloran por fin unas bondades de las que carecía la primera entrega. Atmósfera y rigor histórico —con algunas salvedades, eso sí— están mejor trabajados. La acción ya no se desarrolla mayoritariamente en salones de magnificencia versallesca, sino en lóbregos palacios bajomedievales apenas iluminados por los frescos y las tablas de esos pintores incipientes que revolucionarían de raíz el arte occidental.
Asimismo, a medida que avanza hacia la consumación de la truculenta conjura de los Pazzi, la trama se adensa y sus protagonistas ganan en complejidad y zonas de sombra. La narración del célebre episodio pone de manifiesto un eficaz manejo del suspense, la de la represión posterior no nos ahorra un ápice de crueldad, por cierto que inherente al paradójico “zeitgeist” —amalgama insólita de refinamiento cultural y brutalidad política—, y la subsiguiente transformación de Lorenzo el Magnífico, de mirífico mancebo al genuino príncipe renacentista delineado por Maquiavelo —encallecido y cínico, implacable—, reviste de interés a un héroe hasta entonces algo insípido, de lo cual se beneficia sobremanera el trabajo entregado por Daniel Sharman, voluntarioso encargado de interpretarlo. Lo secunda una estupenda Synnøve Karlsen —escocesa pese a tan nórdico nombre—, cuya resuelta Clarisa Orsini llega a opacarlo en numerosas ocasiones.
La desaparición del resentido Jacopo Pazzi interpretado por Sean Bean —su capacidad para transitar de héroe a villano nunca deja de asombrarme— conlleva una inevitable bajada de tensión, compensada, no obstante, por ese pérfido Girolamo Riario que compone Jack Roth, digno heredero de la turbiedad de su padre, Tim Roth, y, sobre todo, Rose Williams en el papel, tan breve como sugestivo, de su esposa, Caterina Sforza. Eso sí, el mutis del Riario real y la consiguiente reacción de su temperamental cónyuge, increpando a sus enemigos desde las almenas con las faldas subidas, se antoja mucho más bizarra que la descafeinada versión ofrecida aquí.
Pone el punto final a la serie un último episodio del que harían bien en tomar nota unos cuantos “showrunners”. El torpe apresuramiento visto en el cierre no sólo de “Los Medici, señores de Florencia” (“Medici, Masters of Florence”, 2016), sino de bastantes producciones de mayor renombre, viene aquí sustituido por una contención y buen gusto que por muy poco no se desbordan en un torrente de lágrimas. La sonrisa pícara con que Lorenzo el Magnífico recibe el viático de manos de Savonarola se erige en declaración de principios, manera de estar en el mundo y elocuente resumen de toda una época.
Carorpar
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