Sexo a la carta (Sex & Death 101)

Difícil por donde empezar, es que no se trata de una película seria, es apenas una comedia negra bastante ligera, llena de conceptos machistas y feministas que desagradan al común de los mortales (como yo), y no sé por qué estoy aquí comentándola. Quiero hablar bien de la película, pero no se me ocurre cómo. No estamos ante una comedia divertida ni ante un prodigio de guión, tampoco frente a un derroche de talento de los actores, así que mejor trataré de enumerar las razones por las que merece la pena verla a pesar de todo lo anterior:

1.- La Ryder en su regreso a las pantallas en un rol más protagónico. Muy sexy, en un papel muy diferente a lo que ha hecho antes. Está bastante bien.

2.- El desfile de hermosas mujeres que el protagonista conquista, alucinante.

3.- El toque fantástico del argumento, que es una especie de Ewan Mcgregor en Big Fish, pero erótico.

4.- El concepto de destino inescrutable, que está todo escrito y no hay manera de escaparse, pero se pueden variar las aristas. Interesante.

5.- Es entretenida, por lo menos amena, no se puede negar.

En una tarde aburrida no te defraudará. No es gran cosa pero se deja ver.
Mi placer culpable, le encontré cierto charmé, por eso el 6.

Me he visto "Sex and death" única y exclusivamente por Winona Ryder, y ella no me ha decepcionado, su papel es corto, pero demuestra lo gran actriz que es. Simon Baker esta bastante flojo, sólo con una sonrisa no se consigue una buena actuación.
La idea de la película no es del todo mala, pero el guión no hace de ella, una buena película, si no que hace que la pelicula sea bastante absurda , e increiblemente predecible,desde el principio hasta el final.
Aún no entiendo la insistencia de las voces en off narrando las películas, tiene sentido en algunos filmes, pero en la gran mayoría, parece una forma fácil de no esforzarse con el guión o un insulto a los especatadores, que no nos creen capaces de seguir la línea argumental de una película si no es con un guía.
Si pudiese volver a atrás , tan sólo me vería las partes de "sex and death" donde sale Winona Ryder.

No suele ser buena señal el hecho de que termine una película de casi dos horas de duración y no se tenga claro si se ha visto un drama o una comedia, una historia real o de ciencia ficción, de amor o de intriga, un truñazo infame o un bodrio sin más. En algunos casos es señal de que el director no ha sabido transmitir lo que quería mientras que en otros casos es indicio de que no había nada que transmitir.

Sin terminar de tener muy claro lo que he visto, yo me decantaría por la segunda opción: primero por la selección de actores (el protagonista es el mismo sosaina inexpresivo que protagoniza “El mentalista” y Winona Ryder está completamente relegada a un papel terciario) y segundo porque consta de un refrito de varios guiones cutres que no terminaron de ver la luz de los que se ha recortado una frase por aquí, una escena por allá, un personaje por acullá para fundir todo en un conglomerado que no pega ni con cola. Porque ya me diréis si se puede hacer algo coherente con elementos tan dispares como una poetisa asesina en serie, un guaperas que se tiene que tirar a cien tías porque se lo dice un e-mail, un superordenador que predice el futuro (el sexual y el otro), unos men in black que visten de blanco por motivos de copyright… ¿A que no? Pues eso, al final lo que se tiene es una interminable astracanada disfrazada de parodia surrealista.

No tengo nada contra el cubismo, el surrealismo, el dadaísmo y demás “ismos”… simplemente que paso respetuosamente de ellos y ellos pasan respetuosamente de mí. Lo que creo son unas corrientes artísticas que se prestan a que mucho caradura disfrace sus bazofias como obras de arte. Cito sin ir más lejos un ejemplo que Aturo Pérez Reverte describía en uno de sus artículos semanales (Páginas Kulturales, 1999) que pongo en el spoiler porque me quedo sin sitio:

Si a la vasta gama de películas cuyo tema recurrente es la rigurosidad del destino le sumamos Sexo a la carta, pues nada se modificaría demasiado, porque no es una de esas pelis que marquen un antes y un después, ni mucho menos. No obstante, eso no implica que no valga la pena analizarla un poco, porque Waters no ha estado del todo mal.

Ni drama romántico, ni comedia surrealista con tintes eróticos (si bien que mucho de eso hay), Sexo a la carta es una fábula que mezcla de forma inusual y efectiva el humor negro, la fantasía y ciertos rasgos de comedia romántica, aunque no es su mayor fuerte. Se antoja sexista, pero trata de salir de esa clasificación dejándonos otro retrato aparte del masculino predominante, puesto que Winona Ryder encuentra más tarde que pronto su razón de ser en la peli, y su personaje se descubre como otra fábula dentro de la fábula.

La historia está hábilmente llevada, aunque peca de presentar escenas demasiado gratuitas que alargan esa columna vertebral constituída por la famosa lista. Visualmente logra niveles de sutileza notables, opacados por diálogos sobreexplicativos innecesarios. Y en general toda la peli se muestra así, una de cal, una de arena. Esto no es extraño, porque si algo resalta en esta trama es la excesiva cantidad de ideas convergentes.

Lo bueno es que no le teme al ridículo y cuando corre el riesgo de caer en él sabe gambetearlo con ese humor, por momentos muy fino, que la sostiene de principio a fin, aunque desinflándose en el desenlace.

Roderick (Simon Baker) está a punto de casarse cuando recibe un misterioso e-mail en el que aparece un listado con el nombre de sus antiguas amantes... y las que están por llegar. Ello trastoca sus planes, se anula la boda y comienza su obsesión particular. Al mismo tiempo la prensa se hace eco de una extraña mujer (Winona Ryder) que se dedica a dejar en coma a hombres sexualmente abusivos. Lo que desconocen es que el destino de ambos está unido.

A priori mi mayor interés por esta comedia residía en el reencuentro de Ryder y Daniel Waters, actriz y guionista respectivamente de Escuela de jóvenes asesinos (Heathers). Sin embargo resulta decepcionante comprobar que el ácido humor del que hizo gala Waters en la película antes mencionada ha desaparecido casi por completo, y a pesar de algún toque políticamente incorrecto la historia se desarrolla de manera convencional.

Simon Baker resulta un acierto, puesto que su papel requería de una persona que resultase atractiva pero con el suficiente carisma para que sus actos no resulten mal vistos a ojos del espectador, y el actor cumple con solvencia. Por contra, es una lástima lo desaprovechada que está Winona y el poco interés que despiertan la inmensa mayoría de personajes secundarios. Todo ello hace de Sexo a la carta una descafeinada comedia mucho más interesante en su planteamiento que en su acabado.