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El último show

Drama. Comedia. Musical Desde 1974, en una radio estadounidense se emite el programa "A Prairie Home Companion", un show de variedades para toda la familia que incluye música en directo, anuncios ficticios y una serie protagonizada por el detective Guy Noir. Un día, de repente, el presentador y sus invitados se enteran de que están haciendo el último programa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
23 de marzo de 2007
40 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
No pasará a la historia como su mejor cinta, tan sólo se comentará que fue su última película, su último show. El último adiós de un director al que se admiró, se olvidó y se reivindicó y que tal vez involuntariamente realizó en “El último show” su propio testamento cinematográfico tanteando con su pasado: el cine negro en su inicio, la atemporalidad en la puesta en escena, el choque de lo nuevo y lo viejo (diferentes épocas que convergen), el reparto coral, la sobredosis musical y un leitmotiv como la muerte y la salvación, la resistencia al último adiós.

Hay más aparte de sus actuaciones musicales, el retrato de las bambalinas y el personaje enigmático interpretado por Virginia Madsen. “El último show” es una película de pequeños detalles y destellos buscando una despedida de un cineasta que nos dejó, al que ya su Oscar honorífico en el 2006 (el que se le había negado por “M.A.S.H.”, “Nashville”, “El juego de Hollywood”, “Vidas cruzadas” y “Gosford Park”) anunciaba que otro ángel le impediría seguir diciendo “El show de Altman debe continuar”.
Maldito Bastardo
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11 de octubre de 2006
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tiempo dirá si "A Prairie home companion" es o no la última película de Altman (esperamos que no) pero lo cierto es que al verla da la sensación de que el de Kansas anda despidiéndose a lo largo del film. Eso si, eso no significa que estemos ante una película decadente, mortuoria, todo lo contrario Altman se rodea de buena música y plantea un emotivo último programa o concierto de una radio. Cargado de melancolía, de referencias religiosas y hasta de un ángel (allí está mi adorada Virgina Madsen en el papel más marciano de la función) el film tiene su propio ritmo (el del programa) y estilo, lo que desarticulará los esquemas de más de uno, porque como en el caso de "The company" no se trata de cine convencional sino de presentar a un grupo de personas, un colectivo determinado en un momento importante de sus vidas. Y un gran reparto rodea a Altman que no olvida tampoco la comedia consciente de que no se busca solo el melodrama (hasta la actuación de la pavisosa de Lindsay Lohan no irrita por primera vez en su carrera). "A Prairie home companion" no está entre lo mejor de Altman, que duda cabe, pero es un film honesto y emotivo, que no es poco.
Vargtimmen
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25 de enero de 2008
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menuda despedida del maravilloso Robert Altman, poco antes de morirse a los 81 años: un canto a la vida bañado por el tema de la muerte en variedad de registro. Y todo lo dice cantando, con mucha música y pequeñas historias cruzadas, y con humor, un humor que hace tiempo no le veíamos... Sin duda se preparaba alegremente para la despedida final, y tan alegremente que el viejo zorro creador de tantas películas singulares, a menudo tan distintas entre sí, se inventó un ángel de la muerte espléndido, vaya rubia, vaya encanto, vaya sensaciones más placenteras para irse de este mundo.
EL ÚLTIMO SHOW podría ser una película meramente interesante e incluso regular en su larga filomografía, pero es el testamento de un octogenario que abandona los sarcasmos y se queda en elegante ironía con toque de humor circense (¡qué detective el de Kline, llamado Noir)... de todo un poco hay, ligero, elegante, lleno de mimos, carantoñas y amores difuminados entre canciones magníficas y frases formidables, con guiños incluidos: como la presentación de Virginia Madsen: "tenía un impermeable tan blanco que a la lluvia le daba vergüenza pasar por ahí", y el final de uno de los protagonistas: "Sí, ya encontré trabajo en un aparcacoches", "Cuánto lo siento", "No, está bien, tengo mucho tiempo para leer". Todo es amable, simpático, exento de traumas, dramas, golpes bajos o crímenes. Todo es maravilloso porque ya me voy a morir y la muerte es una dama formidable y todo lo que alrededor muere también es sensacional, forma parte de la vida, se va conmigo, en mi último show.
horacio
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23 de marzo de 2009
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que hay varias películas de Robert Altman que adoro, pero...

Desde “Vidas cruzadas” ha ido chocheando poco a poco y debería haberse jubilado antes de su defunción. Basta con mirar la filmografía desde 1993 para ver que no digo tonterías: “Prêt-à-porter” (cagada supina), “Kansas City” (sólo aceptable y para enamorados del jazz), “Conflicto de intereses” (si la hubiera firmado un cineasta desconocido habría pasado al olvido mucho antes), “Cookie´s fortune” (aguanté media hora antes de apagar la televisión y ponerme a leer), y saltando los títulos siguientes (me remito a la puntuación que tienen en una web tan generosa como ésta), que no he visto, me queda pendiente “Gosford Park”. Algún día la veré.

Si eres de los incondicionales de Altman tu puntuación será más alta. Al igual si eres un
entusiasta de la música country.

Kevin Kline hace de tontolculo, porque por mucho que se golpee con la mesa, con el perchero o se caiga al suelo no veo ningún humor en esas secuencias tan manidas.
La presencia del personaje de Virginia Madsen está tan fuera de contexto que sólo la perdonas si perdonas la chochez del director. Yo no, está claro. Si ese personaje, algunos dicen que enigmático (será para aquellos que se sorprendieron con “El sexto sentido”, porque cualquiera lo sospecha al momento), lo hubieran eliminado del guión, la película habría sido la misma. Mejor aún, hubiera sido más humana. Porque lo del ángel y Tommy Lee Jones es para hacer enrojecer a cualquiera, seas más o menos racional, más o menos irracional. Como el country, por lo general, me parece tan repetitivo y al mismo tiempo tan alejado de mis gustos musicales no encuentro motivos para puntuar más alto.

Lo mejor: la última actuación musical de los dos vaqueros, la de los “chistes malos”.
Woody Harrelson, un actor que no era santo de mi devoción, reconozco que me sorprende agradablemente. Al menos algo positivo he sacado.
BAKUNIN
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29 de noviembre de 2008
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Altman es un fuera de serie. Un tipo con la elegancia de hacer una película como ésta cuando se halla a las puertas de la muerte, merece todos mis respetos cinéfilos. Y si aún encima, el cachondo viejete te mete a la atractiva Madsen en el rol de mismísmo Ángel de la Muerte, ya hay que quitarse el sombrero. Eso sí que es reírse de todo y de todos y lo demás son tonterías.

La anécdota sobre la que se construye la película es esquelética: el último show de un programa de radio en directo y los acontecimientos que se suceden en torno a este hecho. Pero nos da la impresión de que tales acontecimientos no son realmente importantes: Altman sabe que va a espichar y organiza un encuentro entre viejos y nuevos amigos para celebrarlo, con nosotros, los espectadores, como invitados de excepción. Y ¿qué es una fiesta sin música? Una colección de temazos de country añejo, deliciosamente destrozados por la falta de prejuicios de actores como Streep, Harrelson o Tomlin, contribuye a reforzar la atmósfera especial, indescriptible que planea sobre toda la película.

El que tuvo retuvo y Altman no puede evitar derrochar talento y sabiduría incluso cuando se trata de su fiesta de despedida.

Poco a poco te relajas, disfrutas y participas del espíritu de la ocasión, sabiendo que el último show nunca será el último mientras exista el cine y sus herederos y al final sólo te queda la opción de levantarte y brindar junto a los demás por el más definitivo de los viajes sin retorno y por el espíritu de un director único, honesto, coherente, un tipo entrañable que siempre hizo lo que quiso hasta el último de sus días.

Hasta la vista, Altman.
Neathara
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