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Sodoma y Gomorra

Drama. Romance Superproducción de la época que adaptaba la historia de Sodoma y Gomorra, dividida en dos partes. 1ª parte (El pecado): Mary Conway, incitada por su ambiciosa madre Agathe, decide casarse con el banquero Jackson Harber -un hombre bastante maduro y con pocos escrúpulos-, pese a que está enamorada del escultor Harry Lighton, quien se desvive por ella. Lighton, despechado, intenta suicidarse y Mary comienza a dar rienda suelta a un ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
15 de abril de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera virtud de esta sugerente, espectacular y muy valiosa película de Michael Curtiz, es que da razones ciertas para confirmar que, cuando una mujer se convierte en pesadilla para los hombres que se cruzan en su camino, ella también ha sido víctima de desarraigo; careció de un padre afectuoso y/o tuvo una madre mancilladora y falta de escrúpulos a su lado... y, muy probablemente, la sociedad se olvidó de ella y no le dio suficientes oportunidades para poder encontrar un camino más cierto.

Es entonces, cuando su frágil carácter la lleva a obedecer la voz de mando que la conduce a su propia ruina moral y, de paso, seguirá sus instintos, pues, es más fácil (no sabio, como ella cree) vivir sin pensar. Con este sentir, Mary Conway, se casa con el ambicioso banquero, Jackson Harber, no obstante que está enamorada del escultor Harry Lighton, quien la ama de tal forma que, en el momento de su boda, hará algo absurdo ante su impotencia para conservarla... y aquel mismo día de carnavalesca y suntuosa celebración, Mary se convertirá en encarnación del mal... y aquella sensual escultura que, Harry, le hizo, y que tituló, “Sodoma” -como símbolo de belleza y de pecado-, cobrará sentido en toda su plenitud.

La gente de la boda pasando por el interior de la casa del escultor; la pareja recién casada tomada entre un círculo de cristal y rodeada por una gran sombra; y los eficaces distanciamientos que hacen, por momentos, muy pequeños a los protagonistas, son algunos innovadores aciertos técnicos y narrativos de esta primera parte.

<<SODOMA Y GOMORRA>>, fue rodada en dos historias separadas que se exhibieron en 1922 y 1923 respectivamente. La primera, con el subtítulo, “El Pecado” (97 minutos) y la segunda, “El Castigo” (82 minutos), pero la nueva versión unificada fue reducida a 124 minutos. La primera parte, concluye con el tutor de Eduard levantando la voz al cielo mientras denuncia la procacidad del mundo; y en la segunda, Mary sueña en prisión que es Lía, la esposa de Lot (Harry), y revive –con retoques- el famoso episodio bíblico de Sodoma y Gomorra. Luego se convertirá en la malvada reina de Siria, mientras que Eduard se convierte en Agamenón, un filósofo fiel y enamorado, a quien ella compensa con severos castigos.

En principio, pareciera que Curtiz –quien escribió el guion junto a su amigo, Ladislaus Vajda- quisiera dejar sentado que el mal del mundo lo originan las mujeres, pero, el filme guarda sus sorpresas y es posible que las cosas puedan verse con criterio de amplia justicia.

Lucy Doraine, logra una poderosa y atrevida caracterización en su triple rol de femme fatale, mientras que un devaneo de su marido (el director Curtiz) en la vida real, la motiva a separarse de él tras haber trabajado juntos en, por lo menos, una docena de películas. Pero, con <<SODOMA Y GOMORRA>>, ya tiene para haber hecho historia.
Luis Guillermo Cardona
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22 de diciembre de 2011
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La película muda, se divide netamente en dos partes, bien definidas. En la primera, se ve a una mujer joven en un ambiente de riqueza y opulento que vive dedicada a los placeres, reuniéndose con millonarios dedicados a la vida disipada y generando, paralelamente, infortunios sentimentales que tienen desenlaces trágicos, por ejemplo suicidios y homicidios, mostrando una gran venalidad, lo que le reporta la amonestación severa de un sacerdote. En la segunda parte, recibe al sacerdote quien le narra la historia bíblica de Sodoma y Gomorra, que tiene un cierto paralelo, por lo menos metafórico con su pasado disoluto, y donde se relata el culto a la Diosa Astarté cuya suma sacerdotisa es, efectivamente, la misma actriz protagónica ataviada a esos fines. El preludio se desarrolla en mansiones aristocráticas, en medio de jardines de ensueños, con puentes, y pabellones de placer con un mobiliario lujoso. La segunda parte, en el Oriente, en el marco de la conocida historia de Lot y su mujer, y el castigo de lluvia de fuego por la ira divina. La película, más allá de la excelente ambientación de época, sobre todo de la primera parte, más la imaginativa decoración en Oriente -aunque se nota en alguna medida lo artificioso de la escenografía- revela un gran despliegue técnico y económico, sumado a una nítida estética expresionista en algunos tramos que recuerdan el cine alemán de la época. Es un film destinado a dejar huella por lo hondo del mensaje y que, en mi criterio, hubiera sido aún más logrado abreviando algunos centímetros pero, como dije, por su fuerza comunicativa merece que se le adicione un punto.
elneon
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12 de junio de 2019
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La película está estructurada en dos partes formalmente independientes y cada una de ellas basada en pasajes bíblicos de Sodoma y Gomorra. La primera parte es de ambientación actual siendo el pecado la ambición y el poder. En esta parte se sacrifica el amor para conseguir los ídolos de la era moderna. Se combina un grandioso espectáculo, con las fiestas en una gran mansión, con una historia íntima del pecado por la riqueza, llevado hasta la muerte de algunos personajes. Si el espectáculo lo consigue con mucho movimiento de masas, el aspecto moral se pierde en una interpretación demasiado histriónica. La moralina ensombrece todo el aspecto dramático. La segunda parte mantiene su espectacularidad, pero a medida que avanza se hace más reivindicativa contra el poder opresor y, cómo no, contra el poder de los sacerdotes. La trama amorosa apenas existe y lo importante es la relación entre la reina y los poderes fácticos, religiosos, ejército, etc. En cuanto que todos ellos oprimen al pueblo. Si en la primera parte eran las fiestas las que aportaban la espectacularidad, aquí son las batallas. Pero el espectador debe esperar hasta el mismo fin, porque Curtiz es capaz de cualquier cosa, hasta de utilizar los recursos cinematográficos más vulgares con tal de agradar al espectador. Se le perdona teniendo en cuenta el momento de realización y sobre todo porque el final de “Casablanca” le redime de cualquier veleidad.
Pp Ferrer S
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