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Hardcore

Drama Erótico y violento drama donde dos jóvenes prostitutas, Nadia y Martha, se convierten en amigas y amantes mientras trabajan en una sórdida agencia de acompañamiento. Privadas de su niñez, forman una relación que explota en una serie de asesinatos que cometen con la espereza de que las lleve a la tan esperada "liberación" que desean. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
13 de julio de 2009
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tez demacrada por una noche de fiesta de una muchacha que no llega a la mayoría de edad, sus pies, marchitos, ante un remanso de agua y sus mejillas, recorridas por una lágrima de rímel, descendiendo como el resto de su cuerpo. Descendiendo.
Una imagen que te marca, y una imagen que marca "Hardcore" de por sí, un film triste y desolador durante la mayoría del tiempo (pese a no parecerlo), que nos sumerge en las vidas perdidas, descarriladas, de dos jóvenes sin tiempo suficiente para haber pensado hacía donde deben dirigirse todavía, buscando un resquicio de esperanza y brillo entre todo aquello que asola sus mundos.
Mundos que, construidos debido a sus propias necesidades, a sus propios caprichos incluso, se desmorona como un castillo de naipes aunque Nandia sienta que ha hallado el camino adecuado, aunque Martha se engañe creyendo que, al lado de su compañera, habrá un lugar en ese camino, que le devolverá un ápice de ilusión, que le hará creer en ese emborronado amor.

Iliadis presenta al espectador un universo radical y extremo. Podrá no parecerlo, puede incluso que a cualquier ávido espectador impaciente por encontrar nuevos lugares, no le parezca ni un tercio de lo que cualquiera cabría imaginarse, por ser explícito, por ser rompedor y ya visto en multitud de ocasiones, sin embargo, el griego, ya desde su base, desde esos lugares comunes, desde esas personalidades rotas con sus vestimentas a juego, sabe componer un desesperanzador espacio en el que, no sólo observamos espacios imbuidos por la desolación, no sólo observamos cuerpos disfrazados entorno al más puro afán de ser vendidos y comprados sin el más mínimo pudor, sino también niñas, adultos e, incluso, personas de mediana edad que aceptan ese espacio como el suyo propio, se sumergen en él como hace Martha en determinado momento y lo acatan, creyendo que la vía de escape más próxima está a la esquina.

De ese modo, creyéndolo, Martha entra en el universo de Nandia, una muchacha que ni siquiera levanta demasiados palmos del suelo, pero que tiene sus objetivos clarísimos: lo suyo no es prostituirse, lo suyo es una simple diversión, un simple trabajo con afán de lucro, de llegar allí donde nadie podría haber imaginado vista su situación, y ante su imbatible firmeza, Martha accede, encuentra un espejo, un recóndito lugar del amor que jamás habría podido imaginar. Un lugar en el que convivir con alguien a quien pretende. Un sitio donde compartir sus más pequeños secretos y en el que poder expiar todo aquello que jamás le satisfizo. Una mentira a medias en la que cobijarse.


(Termina en el Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grandine
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21 de diciembre de 2009
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por ahí deambulan muchas Marthas y Nadias.
Chicas que huyen de un hogar que no es hogar, en el que han crecido peor que mejor en un ambiente de indiferencia. A nadie le importa en realidad que ellas estén o no, que respiren o no... Entonces, ¿por qué no largarse, dejar atrás a una familia que no se va a preocupar en serio de lo que les pase? ¿Qué puede ser peor?
Pero sí, puede ser peor, mucho peor. Las cosas pueden ser aún más pésimas de lo que uno cree. Porque si hay algo que esta realidad regala en abundancia y sin buscarla, es miseria a borbotones.
El mundo es un páramo áspero y hostil para dos adolescentes que no cuentan con nadie, que se aventuran por el bulevar de los sueños rotos con esa intrepidez, o tal vez esa inercia temeraria, de dos muñecas desmadejadas y maquilladas con pinturas chillonas para ofrecer un aspecto de penosa osadía, con la que tratan de engañarse.
¿Qué sueños quedan para dos prostitutas menores de edad, cuya inocencia se quebró en algún momento que queda muy atrás, enfangadas hasta el fondo en un lodo movedizo en el que se hunden? Cuerpos jóvenes y viejos que sufren el desgaste de la sordidez, dejados de sí mismos. Mentes aletargadas por el instinto de conservación, sólo movidas por alguna aspiración improbable. Martha descubre la suya cuando conoce a Nadia. La salvaje, provocadora, amoral y ambiciosa Nadia. Antes de que ella llegara al burdel, Martha era una puta dócil y solicitada, con una lastimosa necesidad de aprobación y de complacer. No quería pensar en mucho más. Pero con Nadia se rompió alguna cadena. Ahora quería cariño verdadero, un hogar, una vida "normal". Quería escapar, dejar de sentirse cansada, vieja y gastada a sus diecisiete años. Quería que su cuerpo le perteneciera a ella y a quien amara. No a un montón de extraños y de gentuza que sólo la usaba como si fuese un retrete público.
Se sorprendió deseando algo que no tenía, algo que había perdido y que muy difícilmente recobraría.
Pero Nadia no tenía escrúpulos y sus sueños eran mucho menos convencionales que los de Martha...
Iliadis abofetea con su cruda estampa de la prostitución juvenil. Interpretaciones, fotografía, música y montaje absorbentes, punzantes y con un punto hipnótico, tristemente hipnótico, para una desgraciada caída en los infiernos.
La cruel carrera hacia el desastre de dos muchachas sin norte.
Vivoleyendo
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8 de mayo de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadia y Martha viven en un mundo propio ajeno a cualquier atisbo de normalidad. Ellas han elegido su mundo, ellas lo asumen estoicamente. Ambas desconocen otra realidad que no sea la sordidez de la agencia, la indiferencia de su jefe que las castiga o premia con post it de colores en función del cliente y del tipo de servicio. Ellas buscan refugiarse en alguien, que terminan siendo otros dos prostitutos expertos en felaciones tan desamparados y adictos a su realidad como ellas.

Nadia y Martha pronto encontrarán refugio la una en la otra, en sus escuálidos cuerpos y en sus mediocres vidas. Ambas construyen una nueva realidad con una nueva meta dirigida por la ambiciosa Nadia, una meta que pasa por encima de todo y de todos, sin ningún tipo de acritud.

Iliadis nos muestra un mundo algo más que sórdido, donde la degradación humana es moneda de cambio y de lucro continuo, carente de todo tipo de moral, carente de todo tipo de dignidad y repleto de una serie de personajes con vidas arruinadas ya desde el principio, en el que la inmoralidad se suple por la amoralidad y el desconocimiento de otra forma de vida.

La frialdad de Nadia contrasta de continuo con la indiferencia de Martha. Ambas se complementan la una a la otra y conectan entre si. Son diferentes, pero tienen más en común de lo que ellas creen.

Dura, sórdida, cruel... La primera mitad del film funciona muy bien y te sumerge en el interior del mundo de Nadia y Martha. La segunda mitad me ha parecido floja, ambigua y carente de significado, como un punto y aparte en un hilo de continuidad.

En general es una cinta curiosa e interesante, con un punto de vista de la prostitución diferente a lo que estamos acostumbrados, que muestra el lado más indiferente del oficio sin ningún tipo de perversidad asociada.
juanjo_torpdo
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25 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película con una fotografía fea, personajes inaguantables, de bajo presupuesto, con tendencias al minimalismo y con vocación de acuñar momentos poéticos en entornos y situaciones repelentes, buscando que el espectador simpatice y alabe esos esbozos de naturalidad, autenticidad y ¿valentía?

Las dos protagonistas parece que se hubieran caído de un quinto, se van de casa a los dieciséis años para meterse voluntariamente a putas (una dijo en casa que se iba a hacer un curso), bien todo eso se menciona de pasada y no se vuelve a tocar más el tema. Muy convincente y guay todo.

El puticlub ese funciona como una mensajería, pos-its de colores con direcciones por todas partes y cada empleado/a (es una oficina mixta) cubre una ruta más o menos habitual.

Como en toda empresa, hay rangos, favoritismos y degradaciones, si no haces bien tu trabajo el jefe de regaña y te manda hacer una ruta que requiera menor responsabilidad.
El Extranjero
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