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Corazones rotos

Romance. Drama El profesor Thalma presenta, en su casa, al prestigioso director de orquesta Franz Roberti (Charles Boyer) y a su alumna Constance Dane (Katharine Hepburn), la cual impresionará luego, con su belleza y su talento como compositora al notable director. Después de estar felizmente casados, comenzarán los problemas cuando, a la vida de Franz, regresa una atractiva amiga de los viejos tiempos. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
17 de agosto de 2007
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La séptima película de Katharine Hepburn y a la par el momento en el que comenzó aquel ocasional declive comercial de la ya oscarizada actriz. Sus películas hoy encantadoras, emotivas, siempre rescatables en su momento fueron fracasos comerciales que la llevaron a ser considerada una gafe para la taquilla. Basada en una historia de Lester Cohen, un señor que entre otras cosas venía de escribir el fantástico guión de "Of human bondage" basado en la novela de Somerset Maugham y dirigida por Phillip Moeller, un realizador escaso en el cine (tan solo dos films) pero de gran reputación en la escena teatral, "Break of hearts" es un melodrama romántico con buenas dosis de belleza clásica. El francés Charles Boyer, que recogió el testigo del cesado Franz Lederer, interpreta a Franz Roberti, un célebre director de orquesta que vive embriagado de su fama y su éxito con las mujeres felizmente, o eso cree, hasta que conoce a Constance una pianista humilde de la que se enamora y con la que contrae matrimonio (el propio Boyer acababa entonces de contraer matrimonio en la vida real con la que sería, cosa rara en Hollywood, su única esposa para siempre). Pero como todo no puede ser de color de rosa surgen los principios de infidelidad por parte de Roberti y todo se tensa y se precipita a la tragedia.
Viendo "Break of hearts" me vino a la memoria "Till Gladje" de Ingmar Bergman como otro ejemplo de película que capta muy bien y da espacio a un concierto sinfónico como sucede en ésta y que además también tiene una historia de amor en torno a dos músicos de la orquesta en este caso, pero también pensé en algo mucho más reciente, en el Albert Dupontel de "Fauteuils d'orchestre" como otro genio musical, pianista en este caso, rodeado de gente pero sólo en su interior como Roberti descubre que estaba antes,después de perder a Constance. Hay buenos momentos dentro de "Break of hearts", Hepburn en su pura versión original es un derroche interpretativo como no ha habido otra, Boyer tenía una de las mejores voces del panorama cinematográfico. Pero "Break of hearts" también tiene límites, que hacen que no sea hoy un clásico recordado, citado siquiera habitualmente, que Moeller no sea Ford, Cukor o Hawks, directores con los que trabajó Hepburn en aquella época, hace poco probable que la película sea rescatada ni como una gran producción ni como primeros pasos de un realizador mítico. Además se nota que Cohen solo pone la historia y que el guión y los diálogos quedan repartidos en otras 6 manos menos hábiles y que el conjunto carece del talento que sí tenía la citada "Of human bondage". En cambio esta producción de la RKO tiene todo lujo de equipo, desde Max Steiner poniendo música incidental hasta un gran director de fotografía como fue Robert de Grasse. Tiene hasta a Jason Robards Sr, el padre de Jason Robards Jr, un secundario habitual por entonces, negándole la entrada a Hepburn en el auditorio de música al que acude buscando a Roberti.
Vargtimmen
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20 de abril de 2011
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Philip Moeller es un nombre de escasa recordación como director de cine, pues sólo dirigió dos películas de modesta acogida en las taquillas: “La edad de la inocencia” (1934) basada en la famosa novela de Edith Wharton, llevada ya por tercera vez al cine y, “CORAZONES ROTOS”, adaptación de una historia de Lester Cohen en la que dirige a la inolvidable pareja Charles Boyer y Katharine Hepburn.

La labor creativa de Moeller tuvo sus más altas cuotas en el teatro. Fue fundador, junto a Lawrence Langner y Helen Westley, del famosísimo Theatre Guild de New York, y como director, dramaturgo y/o productor, estuvo en unas 70 obras de frecuente éxito en los mejores escenarios.

Cuando uno visiona “CORAZONES ROTOS” siente, muy pronto, que se encuentra frente a una historia de ligero trazado, apegada sin pudor alguno a la fácil fórmula: “Chico encuentra chica-Chico pierde chica-Chico recupera chica”. En términos argumentales, no hay novedad de tipo alguno y los hechos se adhieren, sin la más mínima objeción, a los cánones convencionales de la sociedad de entonces.

Podría bastar con esto, para sentir que estamos ante otra película digna del gigantesco promontorio del olvido. Pero, yo no lo siento así, y conste que abomino del hecho de que una mujer como Constance Dane – o cualquiera otra-, que se sentía amada y respetada como ninguna por un hombre emprendedor y brillante, un simple desliz, la lleve a manifestar tal exceso de orgullo y tan extrema valoración de la fidelidad, que sea capaz de permitir que suceda lo que sucede con aquel apreciado director de orquesta, conocido como Franz Roberti.

El principal valor que encuentro en el filme (adicional a su excelente música con exquisita partitura del memorable Max Steiner), se asienta en la dirección actoral, mérito sin duda de Moeller -quien se luce con la totalidad de los intérpretes- y de la enorme capacidad histriónica de ese par de grandes que fueron Katharine Hepburn y Charles Boyer. El romanticismo, la ternura, la profunda atracción, la decepción, la frustración y cualquier otro sentimiento, podemos respirarlos con ellos porque los hacen fluir desde lo más hondo de sus seres. Así, uno termina sintiendo lo que ellos sienten, y sus personajes se hacen tan vívidos que pareciera que fueras tú mismo quien está viviendo lo que allí sucede. Por enésima vez, me sentí enamorado de la adorable Kate, y cuando veía sus ojos inundados de lágrimas, sentí una vez más ese algo tan intenso y conmovedor que, en los últimos tiempos, sólo me lo han causado Charlize Theron y mi entrañable hija.

Para mí, esto es arte. Cuando entre la obra y el espectador logran desvanecerse todas las barreras hasta conseguir que se fundan en uno sólo, ahí está a plenitud la esencia artística y su más grande propósito.

Titulo para Latinoamérica: “CORAZONES EN RUINAS”
Luis Guillermo Cardona
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14 de febrero de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que tener ojos para todo. Esta película probablemente no pasará a ocupar un lugar destacado en la historia del cine. Tampoco probablemente se lo merezca, pero tiene detalles que deben ser subrayados. Para empezar, algunos primeros y medios planos de Katherine Hepburn que sí se ganan el honor de pasar al álbum de fotos de mujeres bellas, espectaculares. Y lo digo en el mejor y más noble sentido de los términos. De igual manera que los aficionados a la pintura pueden pasarse horas emocionados ante un cuadro, lo mismo valdría decir de estas fotos de la actriz. ¿Qué más?. Pues, sin ir más lejos, en el encuentro en los lavabos de señoras, donde Katherine Hepburn se entera de con quién se ha casado realmente, una de las dos chafarderas que la informan luce un abrigo de pieles blanco maravilloso. Y ya sé que - la película es del año 1935 - y que en la actualidad ese abrigo no podría llevarse, so pena de correr el riesgo de recibir una ducha de pintura que lo dejara hecho un asco y que, por si fuera poco, la conciencia de los defensores de los animales montaría en irreprimible cólera, pero yo reivindico el espíritu imperante en el año de realización de la película para efectuar estos comentarios libremente. Del resto de la película cabe decir que se sigue la historia con el interés que le confiere la presencia de la Hepburn y que si otra fuera la actriz, otro sería probablemente su destino.
Toribio Tarifa
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29 de julio de 2019
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película exclusivamente de márketing.

La vi por por primera vez el 21 de enero de 2012, critiqué el papel descafeinado que le dieron a Hepburn, donde la mujer no ha de ser inteligente (sí, así define el protagonista a la mujer que ha de ser su esposa: no inteligente), y Hepburn con una sonrisa en la boca...

Como decía, es una película de márketing, exclusivamente hecha para Hepburn, donde tenía la fama de veneno de la taquilla. Quisieron darle un papel de mujer típica de los 30, donde cae rendida a los brazos de un hombre, y que luego la "apalea", pero aún le sigue queriendo. Idas y venidas de amoríos, donde deja de lado al personaje rebelde que tantas película ha hecho Hepburn, para darle un personaje muy femenino, machistamente femenino para ver si así conquistaba al público y hacía rentable alguna película. Esta lo fue, pero con muy pocas ganancias.

Le di un 6 en su momento, pero la bajo a un 4 porque no hay mucho más donde cogerla.

Un 4

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edugrn
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