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En el centro de la tormenta

Intriga Dave Robicheaux (Tommy Lee Jones), un detective del estado de Louisiana, sigue la pista de un asesino en serie responsable de la muerte de varias jóvenes. Tras el brutal asesinato de la última víctima, Robicheaux se desplaza a la escena del crimen. Allí coincide con el popular actor Elrod T. Sykes, que está rodando una película en el lugar de los hechos. Elrod le confiesa que ha visto un cadáver enterrado en el desierto. Ese hallazgo ... [+]
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
11 de marzo de 2011
37 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
El material está allí: relato decadente en tierras inhóspitas y devastadas bajo la mirilla del noir al sur de la frontera, mugre moral escénica en los pantanos del Bayou de Luisiana y conexiones con el pasado, tanto mental como dramático, en un caso enterrado y olvidado del pasado siguiendo la estela de una guerra que se quiere olvidar. El recuerdo sigue siendo un oscuro pasajero. La sombra y vientos posteriores del huracán Katrina siguen agitando las mentes de la reasignación. Y una mirada metacinematográfica que conecta todo lo anterior.
El material estaba allí: James Lee Burke pone las letras, Bertrand Travernier coloca la mirada, Tommy Lee Jones es el rostro palpable. ¿Una nueva mirada a “Teniente Corrupto”? Pese a todo lo anterior el resultado no puede ser más fallido.

El relato propio del cine y literatura noir deja un halo de previsibilidad y un ‘ya visto’ en las retinas del espectador. Una prostituta joven asesinada con conexiones con altas esferas es el motor de arranque de una historia plagada de elementos comunes y vulgares desde el mafioso sin femme fatale salvadora que valga. Esos huesos que reaparecen mediante un catalizador narrativo y fantasmal mediante un nexo espiritual con un actor supone una re-visitación de “Lone Star” con cameo del propio John Sayles, como director de la otra película que vive en el interior del filme. Y así se llega a una elipsis y viaje mental e introspectivo al pasado bajo la mirada de la guerra de secesión.

Todos los elementos se interrelacionan y parecen dirigirnos hacía una mirada y memoria histórica: el pasado no puede dejar de ser pasado sino presente para poder avanzar al futuro. La aureola de la diversificación espiritual y física se dirige hacía los consejos de los muertos y encuentros con el pasado. ¿Qué somos y a dónde nos dirigimos? Pero esa aparente profundidad que yace en el subtexto de la película que nos narra Travernier queda aplastada por numerosos elementos disuasorios:

• Tenemos demasiado cerca al Tommy Lee Jones de la extremadamente superior “No es país para viejos”.
• No se entiende demasiado el personaje de la mujer e hija del protagonista y que nadie se percate de su existencia hasta el giro final.
• El protagonista entona un canto de ‘yo soy la justicia’ a lo Charles Bronson ante la mirada permisiva de ¡un agente federal!
• Los criminales no se han leído el manual del buen preparador de trampas o un best-seller.
• No se puede sorprender siendo tan previsible y aburrido.
• Y menos caer tanto en el ridículo con conversaciones seniles y momentos de ultratumba.

“En el centro de la tormenta” sólo se puede entender, aparte de ese culebrón con el productor y su edición mutilada en DVD en EEUU, como homenaje a la HBO al contar con Mary Steenburgen de “Curb Your Enthusiasm”, Margaret Schroeder de “Boardwalk Empire”, Vanessa Diaz de “A dos metros bajo tierra” y Mose Manuel de “Deadwood”. El resto sobra y, sobre todo, pesa como el paso de los años.
Maldito Bastardo
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16 de septiembre de 2009
32 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hice la reseña de esta película el 17/01/2009, desconocía que el personaje de Dave Robicheaux que interpreta Tommy Lee Jones es el protagonista de una serie de 16 novelas escritas por James L. Burke, un escritor y personaje que descubrí debido a la lectura reciente del último libro de la serie, “Huracán” (editado por RBA en una muy buena colección de novela negra de reciente aparición, todas en tapa blanda y a 15 euros), ambientado en pleno Katrina y con el que aparte de disfrutar con el descubrimiento de un escritor que me recuerda a Elmore Leonard con un toque Jim Thompson, me trajo a la cabeza que el tal Dave Robicheaux bien pudiera ser el Tommy Lee Jones de esta película, una vez satisfecho con el descubrimiento busque mas adaptaciones cinematográficas con este personaje de por medio y tan solo descubrí, “Heaven's Prisoners 1996”, una muy buena película con Alec Baldwin interpretando al personaje, lo cual me ha hecho añadir tal información por si – como a mí – alguien la considera útil.
Cine negro sureño con aroma a clásico a ritmo de blues. (17/01/2009).
En una pantanosa ciudad sureña del estado de Louisiana, convergen, el cadáver de una joven prostituta descuartizado, los restos de un negro linchado 40 años antes descubiertos por un famoso y disoluto actor (Peter Sarsgaard), que está rodando una película por la zona, un exuberante mafioso (John Goodman), un turbio terrateniente (Ned Beatty), un negro filosofo que dicta sus sentencias al compas de su guitarra (BUDDY GUY, menudo regalazo para los amantes del buen blues) y en medio de todo, un duro y resabiado policía ex alcohólico (Tommy Lee Jones), licenciado del ejercito y felizmente casado, (una resplandeciente Mary Steenburgen), que a consecuencia de una bebida que tomo en una fiesta de los cineastas, en la que alguien subrepticiamente había vertido unas gotas de LSD, de vez en cuando sufre alucinaciones y entabla filosóficas y reveladoras conversaciones con un general confederado muerto durante la guerra de secesión en las ciénagas del lugar.
A partir de aquí, mientras van encajando las piezas, se desarrolla una magnifica trama, generando una tensión, (acrecentada por una banda sonora acojonante y una magnifica atmosfera), que va in crescendo hasta el magnífico desenlace.
Tommy Lee Jones, aunque siempre está bien, en este tipo de papeles lo borda.
tiznao
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11 de marzo de 2011
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La novela policíaca surge en el XIX —el siglo en el que la novela se entroniza como reina absoluta de la literatura— y es deudora de tres tipos previos de novela de amplia aceptación: la novela de terror, la de misterio y la de aventuras. La novela policíaca tenía en su origen —a pesar de abordar una temática políticamente incorrecta como era la del crimen— la pátina de legitimidad y de prestigio que le daba el hacer bandera de la razón, en cuanto que combatía el oscurantismo y la superstición declinantes de la época. Aunque el padre de la novela policíaca es Allan Poe, fueron Conan Doyle y su gran logro literario, el personaje de Sherlock Holmes —genio del pensamiento deductivo (el que aplica las leyes y constataciones generales a los casos particulares)—, los grandes promotores del éxito de la novela policíaca, que tuvo su auge con Agatha Christie, artífice de una fórmula que se acabó agotando después de aplicarla en más de 80 libros.

La novela negra —aportación de los estadounidenses Hammett y Chandler— es un paso más allá de la novela policíaca: Primero, porque una prolongación del buceo en la personalidad y lógica del criminal lleva al buceo en los sumideros de la sociedad de los que ha surgido y en los que se ha desarrollado. Segundo, porque la preocupación de ennoblecer un género subestimado lleva a blanquear a la novela policíaca con la novela costumbrista, surgiendo paradójicamente de este blanqueo la novela negra.

El cine negro, basado en la novela negra, tiene sus propias especificidades, pues busca fundamentalmente sorprender al público, de ahí que, en frase afortunada, como en las muñecas rusas cada escena complique la anterior sacando una nueva muñeca del seno de la matrioska matriz. Las tramas que se van abriendo —al igual que si fuesen bombas racimo— rara vez pueden ser cerradas del todo cuando la película llega a su final, pero el efecto sorpresa que era la pretensión principal ha tenido múltiples oportunidades de lograrse en el transcurso de la proyección.

Todo este preludio —que casi me hace agotar las palabras que graciosamente me concede Filmaffinity— me permite establecer los cinco componentes que veo en el cine negro: componente policíaco, componente sorpresivo, componente psicológico, componente costumbrista y componente ambiental. De los cinco le pongo un notable alto al último, y a los cuatro primeros les doy un aprobado raspado, y eso porque se me coge en un día tonto.
Creo que esta primera película americana de Bertrand Tavernier no aumentará su leyenda.

(Sigue en el spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Martes Carnaval
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23 de enero de 2009
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida no es igual en todas partes. Hay lugares maravillosos para vivir, otros son horribles, algunos peligrosos o para vivir aventuras, los hay monótonos y aburridos, llenos de historia o tierras vírgenes… así hasta casi el infinito. Por azar a cada uno le toca vivir en uno en concreto y a lo largo de su vida podrá, o no, conocer otros lugares. Eso dependerá de la curiosidad que se tenga. Pero existe una serie de lugares que, a pesar de que nunca hayamos estado, los conocemos relativamente bien. Ya sea por la literatura, el cine, la música, la pintura… El sur de estados Unidos es uno de esos lugares.
“In the electric Mist” es una película sobre un asesino en serie que es buscado por un policía ex-alcohólico. Nada nuevo. Es cierto. Pero tiene algo que la hace maravillosa. El lugar donde acontecen los hechos… el Sur. Con sus ciénagas y pantanos, con su blues, con su blanco-gordo-ricachón-racista, con su viejo negro tocando la guitarra en el porche de su casa, con su militar retirado que ahora es policía, con sus jóvenes urbanitas que no entienden al Sur… y como no, con su historia, con su Guerra de Secesión, con su derrota por los estados del norte. Y es este el principal tema de la película. La derrota y el abolicionismo en el inconsciente colectivo del sur. Porque la derrota aún no ha sido olvidada, y por eso, en cuanto el policía, interpretado magníficamente por Tome Lee Jones, tiene visiones, charla con un general confederado, y reflexionan sobre lo lento que pasa el tiempo y lo poco que cambian las cosas.
No es casualidad que el asesinato de una joven se mezcle con el asesinato en el pasado de un negro. No es casualidad que los protagonistas sean los mismos. No es casualidad que la vida siga igual en muchos lugares… en fin, no es casualidad la fotografía con la que termina la película.
crespok
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21 de febrero de 2009
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde los Estados Unidos, el respetado Bertrand Tavernier (La Muerte en Directo; Capitán Conan; Hoy Empieza Todo,...) dirige este híbrido de thriller con apuntes de drama sobre el renacer de un detective alcohólico llamado Dave Robicheaux, encargado de investigar unos asesinatos de prostitutas en el pequeño pueblo pantanoso de Iberia Parish (que nos recuerda al Savannah de "Medianoche en el Jardín del Bien y el Mal" de Clint Eastwood) con lo que despertará viejos fantasmas del pasado al haber sido testigo en su infancia, de un crimen racista poco antes del devastador huracán Betsy. Más de cuarenta años después y con las consecuencias del Katrina (la cámara de Tavernier hace un fugaz repaso desde la ventanilla del coche sobre el rastro que dejó) como telón de fondo, Dave empieza a husmear en terreno hostil. Las pistas de uno de los crímenes le llevarán al "set" del rodaje de un film sobre la Guerra Civil Americana con lo que conocerá a variopintas personalidades que van desde un inmaduro actor con más problemas etílicos que él (Peter Sarsgaard, visto en "Boy´s Don´t Cry"); un empresario local (Ned Beatty, "Deliverance") y un mafiosillo con pinta de chuloputas (John Goodman, "Barton Fink"). Pasado y presente se entrelazan con la excusa de que el cineasta francés nos ofrezca su visión americanizada de "film noir" de una región asestada por huracanes tan impopulares como el Betsy y el Katrina. Sin olvidar, eso sí, de permitirse la libertad de homenajear el cine dentro del cine (los asesinatos se producen mientras se rueda una película) y el elemento fantástico de que uno supuestos actores que se viste de general confederado no es un extra entregado a la improvisación sinó en el fantasma que se convierte en la voz de la conciencia del detective Robicheaux cuando llega a conocerle en pleno estado de delirio después de haberse salido de la carretera bastante ebrio.

Podrían haber dos razones por las que Bertrand Tavernier haya querido rodar un film en EEUU. Primera y bastante descartable; en Francia no hay fondos suficientes para hacer una buena película y el congeniador Tommy Lee Jones (que se pasa la mitad del año en París) convence a su socio para irse a rodar en la galia Louisiana. Y digo bastante descartable porque los franceses aman tanto su cine como la cocina que elaboran con lo que ganan todos. Segunda, y también algo rocambolesca opción, sería la del "nunca es tarde". Estamos ante un autor europeo, no americano, que descartó en su momento la posibilidad de hacer lo que colegas de profesión como Wim Wenders o Paul Verhoeven hicieron en su momento; irse a rodar al País de las Oportunidades. Pero no olvidemos que Tavernier es lionés de 1942 y ha comido y bebido de la "nouvelle vague" con la suficiente consolidación profesional que le repercutiría a un lado y otro del charco. No hay enigma sin un ¿Por qué?

Lo Mejor: las localizaciones
Lo Peor: una trama que pierde intensidad
Natxo Borràs
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