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Loving

Drama. Romance La historia real de Mildred y Richard Loving, una pareja que se casó en Virginia en 1958. Debido a la naturaleza interracial de su matrimonio, fueron arrestados, encarcelados y exiliados. Durante una década la pareja luchó por su derecho a regresar a casa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 63
Críticas ordenadas por utilidad
24 de enero de 2017
40 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Existe algo más romántico que alguien esté dispuesto a construirte una casa en el lugar de tus sueños? Para que Richard pudiera hacer realidad la promesa que un buen día le hizo a su prometida tuvieron que pasar diez años. No fue por problemas económicos o por falta de empeño. El pecado que impidió a una pareja cimentar su propio hogar consistió en ser blanco y negra en pleno auge racista de la América profunda, hace poco más de 60 años. El matrimonio, que tuvo que sellarse a las afueras de Virginia, fue detenido y condenado a su regreso. El destino, siempre bromista y cruel, quiso que se apellidaran Loving.

El amor es precisamente el que prevalece en esta historia basada en hechos reales que ha querido transgredir en cierta forma los cauces habituales con los que Hollywood tiende a expiar sus pecados xenófobos. Un año después de la polémica por la ausencia de candidatos negros en los galardones más importantes de la industria, llega una película que parecía diseñada para apaciguar el ruido. Si lo hace, esta vez, es por méritos propios. Porque Loving efectivamente denuncia el pasado histórico que sigue sonrojando a buena parte de los estadounidenses, y que reverbera con fuerza en la era Trump, pero lo hace sin los artilugios a los que nos tienen acostumbrados los filmes contra el racismo.

Escenas de enorme crueldad, acento del victimismo en contrapartida, llantos desgarradores, lágrimas. Parece que sólo hay un camino para concienciar al espectador sobre las miserias de la supremacía blanca, como si subrayando el dolor y la tragedia se limpiaran mejor las conciencias de las nuevas generaciones de norteamericanos. Es el mecanismo favorito de Oprah Winfrey, que desde El color púrpura sigue empeñada en financiar los recursos más básicos de la ficción para mantener bien viva su causa.

Jeff Nichols ha preferido seguir otra senda, la de la contención y la sutileza. Los acontecimientos aberrantes se reflejan pero, más que para una sensacionalista recreación, se presentan como el gran escollo de una historia de amor. Porque aquí el protagonismo es cosa de dos. Los rostros de Richard y Mildred reflejan todo el dolor, todo el miedo, el hastío, la esperanza y, sobre todo, todo el cariño. Un amor puesto a prueba que sobrevive a las peores inclemencias, que resiste al tiempo y la barbarie gracias a una sola determinación, la de permanecer siempre juntos.

En las miradas, en la complicidad de Ruth Negga y Joel Edgerton, recae todo el peso de la película, como si Nichols se hubiera marcado como objetivo darle vida a la icónica fotografía de Life que sirvió para denunciar el caso y cambiar el curso de la historia. Dos amantes, ella dulce y perseverante, él escondido en sí mismo, enamorados, que lo único que perseguían era un hogar. Y un final sin grandilocuencias. Sólo un epílogo con una imagen fija y varias sentencias demoledoras, que afligen el ánimo y apenan el corazón, en especial una sola, la más tierna: “Cuidó de mí”. Emotividad y delicadeza. Una alternativa mucho más eficaz para denunciar y combatir el racismo.
polvidal
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20 de diciembre de 2016
44 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
251/19(18/12/16) Decepcionante drama histórico del prometedor Jeff Nichols (guionista y director), que en su afán de no ser maniqueista, de no navegar por terrenos comunes al tema se pasa de frialdad, no es que sea malo, es que viene abalado por muy buenas críticas y me esperaba mucho más del realizador de “Shotgun stories”, “Take shelter” y “Mud”. Ya patinó este mismo año con la extraña y pesarosa “Midnight special”, un drama de ciencia ficción, ahora da un giro radical para abordar un caso real adentrándonos en un terreno muy surcado por él, el de retratar con acidez la América profunda, inspirándose Nichols en el documental de la HBO “The Loving Story” de Nancy Buirski, el director hace un relato intimista embestido de la épica de la lucha contra las injusticias, ahondando en los amores interraciales, pero desde una óptica seca, adusta, sin efectismos ni artificios, la pareja matrimonio Loving, Richard blanco y Mildred negra, lucharon durante diez años para que su matrimonio fuera legal (se casaron en Washington DC) en su estado natal de Virginia (allí las uniones interraciales estaban prohibidas bajo pena de cárcel), llegando su caso al Tribunal Supremo USA en 1967.

Estamos en 1958 en el estado de Virginia (USA), Richard Loving (Joel Edgerton), trabajador blanco de la construcción en el condado de Caroline , se enamora de una mujer negra, Mildred Jeter (Ruth Negga), tras quedar ella embarazada deciden casarse, pero al ser delito el mestizaje y por consiguiente los matrimonio interraciales en el estado viajan a Washington DC para la boda, vuelven a Virginia a vivir con las padres de ella mientras él hace una casa para ellos, pero entre medias la policía irrumpe en su casa para detenerlos mientras duermen, comenzando para los dos una odisea legal. Tendrán importancia en el relato el sheriff Brooks (Marton Csokas), y los abogados Bernie Cohen (Nick Kroll) y Phil Hirschkop (Jon Bass).

La cinta intenta ser un homenaje a las personas que lucharon por cambiar las leyes segregacionistas (racistas) en los Estados Unidos de la década de los 50 y 60, peros u enfoque minimalista le coarta y restringe la dimensión, entiendo Nichols no quiera caer espacios trillados de retratar una sociedad sureña caricaturesca, ku kux klan, amenazas constantes, vejaciones, violencia latente y explícita, pero en este afán se pasa y se hunde en lo aséptico, parece no quiere ofender mucho a esta retrógrada gente, tan esterilizado está todo que no vemos apenas racismo en la gente, más allá de un sheriff hosco, el enemigo es algo tan intangible como las leyes, que hechas por los hombres, aquí parece hayan caído del cielo, pues parece no haya xenófobos, solo lo son las leyes. Nichols intenta que al espectador le llegue la tensión y la zozobra constante en la que viven los Loving, sus sensaciones de temor, pero esto no me llega, la intensidad sentimental me resulta plúmbea. Quedándome un producto políticamente correcto que tengo la impresión no ha querido molestar a nadie, no arriesga, y lo quiere disfrazar el realizador con sobriedad y contención, queda como un ejercicio didáctico de cómo de cómo pequeñas personas pueden cambiar el mundo, pueden mejorarlo. Aminora la importancia del racismo imperante en muchos estados sudistas USA, tanto que no se habla de las protestas de los oprimidos negros, no se menciona a Luther King o su asesinato, o el de Malcolm X, la marcha del millón de personas en Washington, tan íntimo parece todo que parece solo exista este matrimonio contra el mundo, parece que las leyes racistas solo estén contra ellos, es que no hay más matrimoniaos interraciales?

Tanto es así que Nichols juega al despiste con el espectador, mostrando en un primer tramo, una media hora un micromundo en que se mueven los protagonistas en el que no hay rastro alguno de racismo, para aparecer de modo impactante con el forzamiento de la casa para apresar a los Loving, pero es un espejismo, pues entonces el problema de la intolerancia al mesticismo es presentada como algo impersonal, fruto de la etérea burocracia. Tampoco ayuda el modo gélido en que se nos presenta la relación entre el matrimonio, empezando porque no sabemos cómo se han enamorado en una sociedad racista, ya de inicio son pareja y punto, luego ese modo de comportarse es frío, ella expone sentimientos, pero él es un témpano que parece ni sentir ni padecer, dice en cierto momento a un abogado que en el tribunal diga que ama a su esposa, creerlo es un acto de fe, pues en todo el metraje el parece un robot, se anhela transmitir profundidad psicológica pero esta queda laminada en su vacua impostada intensidad de silencios, nos hay complicidad alguna entre ellos, nunca sonríen, solo vemos melancolía, pesadumbre, ni tan siquiera vemos relación alguna con sus hijos, llegan uno tras otro y ya está, no hay profundidad alguna, no hay amigos que les apoyen, no hay secundarios que refuercen a los protagonistas, bueno, los hay, los abogados Bernie Cohen y Phil Hirschkop (Jon Bass), dos humoristas que no se sabe muy bien que pintan, distorsionan la sobriedad adusta del film, imponiendo un humor un tanto chirriante, un error de casting lastimero, queda atomizado en lo que debiera ser el punto culminante del alegato de los susodichos letrados ante el tribunal Supremo USA.

Como ya he dicho no es que sea mala, es que no me llega, no me toca la fibra sensible, queriendo ser sutil Nichols no sabe tomar la medida, un tema como este merecía mayor dimensión dramática y no es te intrínseco intimismo, donde ni tan siquiera son ellos los impulsores de la lucha contra la ley, son los demás los que le empujan, asociaciones pro-derechos civiles a los que ellos apoyan a regañadientes, bueno Richard ni eso. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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14 de agosto de 2016
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1950, una pareja que vive al sureste de Estados Unidos decide casarse. El problema es que ella es negra y él es blanco. Es un problema porque en el estado en el que viven es ilegal el matrimonio “interracial”. Por ello se van a otro estado, se casan y cuando vuelven deben enfrentar a la sociedad y a la justicia.

Loving podría ser la típica historia en la que una familia tendrá que enfrentarse a la sociedad racista de entonces, en pleno apogeo de los derechos civiles afroamericanos. Y podría tener los mismos ingredientes de siempre: el Ku Klux Klan, la quema de casas, las marchas, las amenazas, los asesinatos, las autoridades racistas.

Loving podría ser lo de siempre, pero la gran diferencia de Jeff Nichols es contar mucho trasfondo sin que sea explícito, mucha violencia sin que sea explícita. Mientras se cuenta la historia del matrimonio de Richard y Mildred Loving, que son obligados a permanecer fuera de su estado natal si deciden estar juntos, la sociedad racista nunca aparece. No hay ataques, agresiones ni amenazas, solo se percibe la opresión a través de las sensaciones y los estados emocionales. No es una película discursiva, no hay intenso dramatismo, hay una historia natural. Es un milagro que en argumentos tan utilizados se desprenda originalidad y aquí lo borda.

Por eso es importante el trabajo de Joel Edgerton y Ruth Negga. En el guión, el personaje femenino conduce la historia y Negga despliega una agresividad silenciosa. Son sus necesidades y decisiones las que originan los conflictos. Por otro lado, a través de él vemos la dificultad que supone querer proteger a su esposa, algo tan simple en nuestro tiempo, y no poder. La interpretación impávida de Edgerton hace creer que Loving es un inútil, pero en realidad su objetivo es la cuerda floja que sostiene la película: cuidar de su matrimonio.

Para Nichols, la historia de los Loving es tan compleja que la única manera de rodarla es bañarla de simpleza. El director ha encontrado la forma de mantener al cine independiente muy a raya con el formato comercial estadounidense y desprender formatos originales que otorguen algo nuevo a los temas de siempre. Primero la familia (Shotgun Stories), luego la esquizofrenia (Take Shelter), seguido por la adolescencia (Mud) y ahora el racismo. Nichols siempre busca profundizar en los instintos primarios (en Loving la protección y el vínculo con el origen). Y todos estos conceptos flotan visibles en la pantalla, con naturalidad.

Puntos en contra por las licencias narrativas que el personaje de Mildred Loving se da para construir el drama de la película (su historia real es de una mujer más mesurada y sumisa). También se extraña la profundización en los personajes laterales para enriquecer el impacto de los subtemas sociales y políticos. Son todos muy planos y hacen la historia previsible.

Mención especial para Michael Shannon y su personaje. A pesar del poco tiempo en pantalla, es a través suyo que el espectador termina de comprender a los Loving.
Salvapantallas
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12 de febrero de 2017
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que hoy nos puede parecer evidente no ha sido siempre así. Casi nunca el sentido común o la cordura han guiado el ordenamiento jurídico de los pueblos, más atentos a poner trabas e impedimentos al fluir innato de la vida y de las relaciones humanas. La mayoría de las veces apelando a rancios preceptos religiosos o a arcaicos usos y costumbres instaurados por una élite indiferente u hostil hacia las minorías (del tipo que fueran) y que querían dejar constancia de supuestas reglas naturales que no tenían otro fundamento que velar por una pureza o supremacía ficticia e ilusoria con la que salvaguardar sus privilegios o con la que ¿protegerse? de lo nuevo o dispar.

Esta cinta ofrece mucho más de lo que a primera vista simula. Recurre a un estilo pausado y parsimonioso para relatarnos una pequeña historia de amor particular que, sin embargo, tuvo unos grandes efectos tectónicos en el conjunto de la ciudadanía de su nación. Pero aun tratándose de una película batalladora y reivindicativa, opta por quedarse en el plano doméstico, se centra en el impacto cotidiano que unas leyes racistas e injustas tuvo sobe el normal devenir de un matrimonio interracial. El periplo reflejado abarca de 1958 a 1967, una época convulsa y frenética marcada por la lucha por la igualdad e impregnada por la abnegada labor integradora y de concordia del reverendo Martin Luther King Jr. Pero se aleja del oropel escénico y se contenta con quedarse entre bastidores, en un discreto segundo plano, como los protagonistas.

Reflejar la cotidianeidad de una vida común es tarea harto difícil, sobre todo cuando los contratiempos nacen de la mirada que algunos otros tienen sobre lo que acontece, pero no supone un problema intrínseco en el plácido devenir de una pareja sin otros atributos que su mutua devoción y cariño, la crianza de sus hijos, el trabajo repetitivo y cansado, los amigos y la familia. Y esto es uno de los grandes hallazgos de esta cinta, detenerse en plasmar los hitos corrientes y sin brillo de unas personas anónimas que nada tienen que ofrecer más que su total y tediosa normalidad. Salvo que… a resultas de una legislación trasnochada, por motivos que ni han buscado ni deseado, son el objeto de una injusticia lacerante y cruel que convierte su existencia en un sobresalto perenne.

Cabe destacar sobre todo la labor del dúo protagonista, Joel Edgerton y Ruth Negga, que transforman en memorable una existencia anodina. También el director y guionista Jeff Nichols acierta de pleno en el tono sereno, calmado y sin estridencias de su relato ejemplar. Una joya para amantes del drama íntimo.
antonalva
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23 de noviembre de 2016
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de la mancha en su carrera que supuso la decepcionante "Midnight special· Jeff Nichols, vuelve a lo que mejor sabe. Contarnos un drama sombrío además de volver a trazar un magistral retrato de la América profunda.
De nuevo con un absoluto dominio de la escena, con pocos diálogos, dejando que sean los hechos, los actores y la fotografía, quienes hablen.
Puede parecer que "Loving" tiene poco que aportar al mundo de los amores interraciales y la lucha por legalizarlos en el sur de los EEUU a mediados del siglo pasado, de hecho la cinta es una adaptación del documental de la HBO 'The Loving Story' de Nancy Buirski,  pero entre el buen trabajo del director, el sobresaliente reparto, con un Joel Edgerton dando vida a un hombre sencillo, parco de palabras y a una Ruth Negga cuyo rostro es puro sufrimiento, la película merece la pena. No me sorprendería que les cayera alguna nominación, sino a los Oscar, sí al menos a los Globos de Oro.

Biopic basado en la vida de Richard y Mildred Loving, por cuyo matrimonio tuvieron que exiliarse a Washington DC y ahí iniciaron una batalla legal demandando a su Estado natal. La historia finalizó con la decisión unánime del Tribunal Supremo de declarar inconstitucional la ley que prohibía los matrimonios interraciales

Por último, comentar la aparición, al final de la película, de Michael Shannon, uno de los actores que más me están gustando estos últimos años, dando vida a un excéntrico fotógrafo de la revista Life.
Rufus T Firefly
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