Los justicieros del Oeste

Un sheriff intenta ser senador deteniendo a delincuentes, lo cual le presenta como un ángel salvador ante una sociedad necesitada de seguridad. Pero su ambición sin límites puede podrir su alma y la de los que le rodean...

Western tardío que puede presumir de ser mucho más importante de lo que se le reconoce habitualmente y que reflexiona sobre el límite de la honradez, aquel punto en el que una persona deja de ser honrada vendiéndose para sobrevivir o alcanzar el poder y las riquezas.
Esta reflexión esencialmente se nos presenta mediante dos figuras: la del ambicioso y egoísta sheriff, que se dedica a matar sin piedad a los delincuentes de los que se sirve para agrandar su fama, esperando así alcanzar el poder, y la de un ladrón de bancos que se sirve del delito para lograr riqueza.

El director Douglas juega con el paralelismo entre los dos personajes de manera precisa, sin caer en maniqueísmos: deja claro que la labor del sheriff es necesaria, pero también nos enseña como un hombre puede vivir en un mundo de apariencias con el único objetivo de alcanzar el poder. Por otro lado deja claro que el ladrón comete delitos y es un criminal, pero no se trata de un asesino, es más justo con el reparto del dinero con los que le acompañan y sirve como coartada para la ambición desenfrenada y sin escrúpulos del sheriff.

Al margen de los planteamientos éticos, humanísticos de la obra cabe resaltar su notable y precisa planificación, su magnífica fotografía de exteriores ( magnífica visión de la naturaleza en la escena del tiroteo en la cabaña ) y su buen reparto.

Animo a que los espectadores vean este western, pues se trata de uno de los pocos ( junto a la obra maestra La venganza de Ulzana, el modélico El más valiente entre mil o Río Lobo, entre otros pocos más ) de esos años que mezcla la herencia narrativa clásica con nuevos planteamientos sin caer en lo burdo, en la más absoluta simplificación o en el efecto fácil.

Western extraño, casi nihilista, porque el malo gana y encima nos cae simpático, incluso llegamos a pensar que está bien asaltar trenes; porque el “wanted” de la película no tiene cara de malo, usa aftershave y lleva una chupa tejana que parece sacada del rastro; porque los justicieros no son tan buenos como parecen: tanto hacer el mal como hacer el bien dependen de razones que no tienen que ver con la justicia o la moral; porque la música no tiene nada de épico y la podría tocar cualquier banda de pueblo.

Y uno queda planteándose cuál es el mensaje de la película. Tal vez la denuncia del oportunismo y el maniqueísmo de los políticos populistas, o poner en evidencia la frágil línea que separa el bien y el mal. En cualquier caso se trata de un alegato duro en contra de las autoridades y el poder. Pero lo más inexplicable es el odio hacia el ferrocarril que transmite este film: ¡incluso se acaba quemando uno! Tal vez es necesario conocer la historia americana para comprenderlo.

Kirk Douglas está inmenso, épico, a medio camino entre pistolero y político, trasmutación que se refleja en el vestuario. Lo peor, Bruce Dern, no porque no sea un buen actor, simplemente por la ropa que lleva, su fino rasurado incompatible con un personaje de malvivir y por el sistema de valores que guía su conducta, ambivalente desde el punto de vista ético y poco creible.

Buenos escenarios, sobre todo en los primeros compases del film, especialmente los planos del ferrocarril y del pueblo, que realmente da sensación de verisimilitud y cercanía, por ejemplo, en lo que respecta al vestuario de los aldeanos. Música de banda, atípica para un western, a veces parece sonar desafinada o desconjuntada, cómica, caótica, muy apropiada pues para adornar la psicología de los personajes.

La desafortunada caracterización del asaltador de trenes, el doblaje, así como el desenlace baja mucho la puntuación.

Kirk Douglas produce, dirige y protagoniza este western de imágenes espectaculares y muy bella fotografía. Con su dosis de violencia, de ternura y también de ingenuidad, mantiene, en general, un nivel aceptable de fluidez narrativa y demuestra que está bien trabajada.

Pero sólo consigue a medias su propósito.
Ciertas deficiencias en la caracterización psicológica de los personajes y una insuficiente capacidad de fabulación restan credibilidad a la historia.

A pesar de estas circunstancias, la película resulta entretenida, se ve con agrado y presenta algunos tipos humanos muy destacados.

Western crepuscular y bastante tardío. En este tipo de películas ya no triunfa el bien y no se castiga a los malos, como en los westerns convencionales, aquí todo es mas relativo. Cada uno es bueno o malo dependiendo del momento, de la situación y hasta del tiempo que haga que no come.

Maldigamos la ambición de los políticos ambiciosos que no paran en nada para conseguir sus propósitos de ganar unas elecciones (¿nos suena eso de algo?). Bendigamos a los Robines Hood que roban a los ricos para dárselo a los.....para quedárselo ellos. Así, Douglas, que era el bueno, resulta que es el malo y el director del periódico nos lo hace saber con sus miradas y sus silencios. Y Dern que es el malo, resulta ser el listo y el simpático. Todo al revés.

La peli tiene ritmo, tiene la acción justa para ser una película del oeste y no te deja relajarte, siempre pasa algo o está a punto de pasar algo. En ese aspecto es muy buena película. Pero hay un par de cosas que no me gustan: el director del periódico es .....inclasificable. Y el malo, Bruce Dern, que no es buen actor, se pasea la primera parte de la película con una chaqueta vaquera sospechosamente....anacrónica. Demasiado moderna para un western.

¿Es buena película?. A mí me ha entretenido y eso es bastante. Aunque sea de los primeros filmes "políticamente correctos". Cuando se estrenó, esta característica era novedosa, hoy, en 2011, ya cansa. Y aburre.

Parece que hay un sector de opinión importante que señala que las películas del oeste que se hicieron en la década de los setenta por lo general no merecen la pena. Vaya, para homenajear al recientemente fallecido Kirk Douglas he ido a escoger "Los justicieros del oeste", dirigida, producida y por supuesto protagonizada por él mismo, película además realizada en los setenta y, sorpresa, es del oeste y para mí es notable. ¿Es importante lo que opinen los demás?; puede que el género en general no pasara por su mejor momento, pero también es cierto que Kirk Douglas en esa época ya era todo un veterano y había recorrido todos los rincones habidos y por haber del cine.

Así que firmó una película diferente, alejada de la línea clásica que quedaba atrás hacía años ya, muchos dirán que por ello es un western crepuscular. Qué más dará la etiqueta, se trata de una gran película con dos personajes que chocan inevitablemente y que nos ofrece un final de aquellos que te dejan un sabor de boca excelente, tanto, que es posible que me encuentre sobrevalorándola sin complejos. Hay cosas que ya sabemos y se han visto antes, pero también es muy gratificante toparse con unos diálogos inteligentes y con un teórico malo, Bruce Derrn, capaz de darle un maravilloso giro a la historia.

Una cerilla, una escoba y sobre todo, en la cabeza un cerebro que funciona. ¿Cosas que no se habían visto antes?; un tren marcha atrás mientras se incendia un vagón, jamás se había visto algo así. Escupir que todos los políticos mienten es, valga la redundancia, políticamente incorrecto, y ya que soy yo el que está dando mi opinión, apuntaré que me parece una verdad universal. Tristemente.