Hurlyburly (Descontrol)

Cuando empecé a ver "Hurlyburly", lo cierto es que no sabía ni el plantel de actores que se escondían tras ella, me pilló por sorpresa, y si bien en un principio no tenía pensado seguirla, ir viendo entrar en escena a cracks como Penn, Spacey o Palminteri me motivó por completo, pensando que quizá me hallaba ante una de esas sorpresas.

Su inicio, sin lugar a dudas, es un gran acierto, los diálogos tremendamente irónicos salen a relucir, una mordacidad que a saber de donde viene se apodera de la pantalla y unos actores totalmente descarrilados despuntan en lo que parece ser un ejercicio interesantísimo, logrando diseminar así todo aquello que rodea Hollywood y sus privilegios/placeres.

Lo mejor de todo, a medida que avanza una trama comedida y que no da mucho a la imaginación, es la evolución de unos personajes que se desbordan constantemente ante el mundo que tienen delante de sus narices y que nunca saben hallar el camino más adecuado para otorgar una solución adecuada a sus conflictos.

Lo peor de todo, es que llegado a un punto, el trabajo de Anthony Drazan se ve mermado debido a un tramo final excesivamente lento, pesado e insustancial, un serio hueco afianzado en el interior de sus personajes que, aunque dejan gotas de lucidez, nunca llegan a calar adecuadamente, y un desenlace que peca de ser excesivamente complaciente y que, para nada pega con lo visto anteriormente, dejando "Hurlyburly" en una experiencia tan completamente fallida como sugestiva por momentos.

La película tiene un comienzo prometedor con unos, en principio, interesantes y dinámicos diálogos, y la presentación de unos personajes un tanto peculiares. A pesar de esa base, no se consigue cuajar una buena historia. El principal problema es que durante buena parte del metraje no existe un argumento concreto, una meta, un fin al que agarrarte. Durante esos interminables minutos no sabrías decir de qué va la película y pierdes el interés por el devenir de sus extravagantes personajes. Al final contemplas el desenlace final con la misma indiferencia y frialdad que caracteriza al personaje de Spacey.

A pesar de todo, se pueden rescatar algunas situaciones y diálogos más que notables que ponen algo de mordiente a una cinta más bien aburrida y monótona. Quizá lo más interesante de la película sea el trabajo realizado por Sean Penn, que está muy por encima del nivel de sus compañeros de reparto.

Una película muy apreciada por la crítica que se fundamenta basicamente en el diálogo y en el poder y potencia de un reparto magnífico que está a un magnífico nivel, además.
Se trata de un drama existencial, en toda su extensión, acerca de los oasis personales y sentimentales de sus personajes, sobre la identidad generacional en un rompecabezas dialogado plagado de resentimiento, soledades, frustraciones, ilusiones rotas, corazones desesperanzador. Bla, bla, bla... Buena.

Con un reparto de los mejores que se pueden encontrar en los últimos años en el cine norteamericano, el director Anthony Drazan no acaba por sacar partido de tanto talento. En este su tercer trabajo y último hasta la fecha continua en su línea de dramas urbanos y de las complejas relaciones de familia y amigos. Adaptar una obra teatral, aunque sea actual, no es tarea fácil, aunque el mismo guionista sea el autor de la obra, aquí se consigue solo a medias. Destacando en sobremanera las interpretaciones pero siendo la historia totalmente snob y desde luego Success In Hollywood. Los protagonistas eso sí están fantásticos. Sean Penn fue aclamado en Venecia con esta película, así como su director, y en algunos festivales independientes esta película era el sumun. Los demás extraordinarios también, en particular Chazz Palminteri. La guapa Robin Wright no está a la altura, y sin embargo Meg Ryan hace uno de sus mejores trabajos cinematográficos en esta película, por cierto además sale terriblemente erótica, muy alejada de la estética de niña buena que nos tiene acostumbrados. Kevin Spacey, como siempre, genial.
Sin lugar a dudas uno de los dramas sobre drogas más interesantes de los últimos años, película de culto para unos pocos pero que no debiera estar ni tan olvidada pero tampoco tan valorada, interesante eso si.

Hurlyburly fue estrenada en España pero pasó sin pena ni gloria por las salas de nuestro estado. Aconteció que, por casualidd, sorprendido ante el elenco de actores que se daban cita y lo atractivo del argumento, me pasé a verla, y el resultado fue altamente positivo.

Algunas críticas de esta película le tiran en cara su origen teatral, para asi meterse con su estilo y con la presencia de diálogos, pero hagan caso y mírenla. Descubrirán a un Sean Penn pletórico, a un Kevin Spacey brillante, al mejor Chazz Palminteri e incluso a una Meg Ryan que demuestra ser mejor actriz que protagonista de películas taquilleras. La historia, además, no sólo está bien adaptada, sino que es interesante.

Sinceramente pienso que la película le queda como un traje a los actores y nos permite captar su verdadera dimensión interpretativa. Es un cine americano con regusto europeo, un cine de gran altura y de grandes resultados.