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Chernobyl (Miniserie de TV)

Serie de TV. Drama Miniserie de TV (2019). 5 episodios. El 26 de abril de 1986, la Central Nuclear de Chernóbil, en Ucrania (por entonces perteneciente a la Unión Soviética), sufrió una explosión masiva que liberó material radioactivo en Ucrania, Bielorrusia, Rusia, así como en zonas de Escandinavia y Europa Central. La serie relata, desde múltiples puntos de vista, lo que aconteció en torno a una de las mayores tragedias en la historia reciente, así como ... [+]
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Críticas 169
Críticas ordenadas por utilidad
6 de mayo de 2019
306 de 364 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chernobyl, aquel desastroso accidente nuclear acaecido en las postrimeras de la extinta Unión Soviética, supone en el imaginario popular una pesadilla que de vez en cuando aflora: ya sea por la alarma medioambiental, (Fuksihima, 2011) o por el mero morbo freak, (Iker Jiménez).

Muy a pesar de las catastróficas consecuencias de aquel accidente, por alguna razón, (al igual que la tragedia del submarino Kurks) se ha visto enterrado, en primer lugar por la censura burocrática del sistema soviético y luego aun peor: a base de documentales y películas que en vez de ahondar en sacar la verdad a la luz, se limitaban a explicar mecánicamente la secuencia de errores humanos que llevaron aquella fatídica madrugada del 26 de abril de 1986, a enfrentar a la humanidad al propio monstruo que había creado.

HBO y Johan Renck por fin rescatan del ostracismo Pulp una historia verdadera de terror e intriga política de una calidad desbordante y fuera de toda duda: por fin podemos poner cara a los héroes anónimos y a las propias víctimas de un sistema totalitarista obsesionado con ocultar la realidad de sus carencias.

Es ahí donde los actores sobresalen: Jared Harris, Stellan Skarsgard y Emily Watson son sólo las caras más conocidas de un elenco que nos sobrecoge por la dimensión monstruosa del terror al que tienen que enfrentar. Un terror invisible pero que en palabras de Liudmila, (mujer de uno de los bomberos):- "Tenía el cuerpo entero deshecho. Todo él era una llaga sanguinolenta (...) Pedacitos de pulmón, de hígado le salían por la boca. Se ahogaba con sus propias vísceras"-

La realización de los capítulos así como la recreación de Pripyat, la central y las propias laboras de extinción y contención son excepcionales, (HBO ya demostró su maestría en la serie sobre el desastre de la secta Davidiana de Waco y David Coresh) por alguna razón, nos sentimos en una máquina del tiempo que nos lleva a una fecha y un lugar, el cual, jamás desearíamos hollar ni en nuestras peores pesadillas.

En definitiva, Chernobyl de HBO es la aproximación definitiva a una catástrofe pavorosa donde una tierra yerma, henchida y preñada de dolor y muerte puede entregarnos la luz de aquellos héroes anónimos que salvaron al mundo de su propia estupidez.
Buscapé
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21 de mayo de 2019
245 de 281 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin spoilers, diré que la mejor serie de 2019 es del genero del horror. Sin paliativos ni subgéneros, horror puro. Y el buen horror siempre asusta más en lo que implica que en lo que muestra. No llegamos nunca a ver los ojos del bebé de Rosemary en la Semilla del Diablo, pero la vemos a ella y eso basta. Eso funciona. Lo temible está siempre allí donde no miramos, en la noche, en las periferias de la percepción. El verdadero miedo es siempre a lo desconocido y a lo que no entendemos. Cuando las luces se encienden y el monstruo se revela llega el susto, pero después, si las luces continúan encendidas, no importa como de horrible sea dejamos de tener miedo. Allí el horror se desvirtúa y entran otras emociones más necesarias para nuestra supervivencia. El miedo es solo un consejo de prudencia de nuestra mente, cuando la amenaza se define la prudencia pierde su importancia. Es después cuando la adrenalina corre por nuestras venas y arde en las calderas de nuestro cerebro, que funciona a toda maquinaria buscando respuestas porque la amenaza ya es conocida. Ya ha sido abarcada. Solo queda buscarle una solución.

Para disfrutar de esta serie debemos olvidar lo que sabemos y empezar con los personajes, desde el desconocimiento. Chernobyl empieza con una breve exposición y tras eso, llega la explosión. Durante el primer capítulo los personajes corren por los pasillos destruidos y humeantes, cayendo enfermos por momentos. No saben qué ha ocurrido pero saben que se están muriendo, notan las quemaduras, el sabor metálico en la boca, las nauseas mientras sus órganos se licuan. El camarada Diatlov es un ingeniero nuclear y el hombre al mando, él sabe. Él es nuestra Rosemary. Él ve el grafito en el suelo desde el pasillo cuyas ventanas han sido destruidas. No significa nada para nosotros pero sabemos que sí para él. Nosotros sabemos que él sí sabe y reacciona de la forma más horripilante para nosotros los desconocedores: negación. Ni una gota de adrenalina corre por sus venas, aquel qué conoce lo que ha ocurrido no puede afrontarlo y no busca soluciones porque sabe que no las hay. Nosotros sabemos a través de su negación que no las hay. La negación es una forma de piedad, los cuidados paliativos que nuestro subconsciente nos suministra cuando cree que hemos llegado al final. Así nos dice la serie que no hay salida, que está todo perdido.

Después, seguimos a más gente que no sabe. El bombero que inocentemente coge una roca del suelo para inmediatamente sufrir quemaduras mortales incluso a través de los guantes, los operarios que tratan de seguir echando agua al núcleo de un reactor que ya no está allí, los ciudadanos de Prypiat contemplando la bella luz ionizada que emite el incendio mientras las cenizas radioactivas caen sobre ellos. No sabemos por qué ocurre, pero ya sabemos a esas alturas que toda esa gente está condenada. Solo durante un segundo en el episodio piloto se nos permite atisbar el horror que arde en el corazón de Chernobyl, el núcleo de uranio-235 ardiendo sin control a miles grados entre hormigón licuado, hierros fundidos y llamas de grafito. El resto, tenemos que imaginarlo. Igualmente no se nos muestra la serie de errores que llevaron al accidente sino que se nos muestra el mismo sistema inoperante y anquilosado funcionando después, y el resto debemos imaginarlo.

La serie de Chernobyl se ganó el 10 que le doy en la escena en la que un operario es forzado a ir al tejado y a mirar por si mismo en el interior de la planta. Una mala serie me hubiese mostrado el fuego y yo no hubiese sentido nada. No soy físico nuclear, no sabría distinguir una llama normal de una que vaticina el apocalipsis atómico. Chernobyl no me muestra eso sino al hombre mirando al abismo y después a la cámara, al espectador, a mí. El infierno revelado ante él y ni una gota de adrenalina en sus venas. Esta es para mí la escena de horror existencial más perfecta que recuerdo. Y todo esto tan solo en el primer capítulo, dadle una oportunidad a la serie y veremos más.
mister
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15 de mayo de 2019
102 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chernobyl, siempre ha estado en la memoria de todos los que han sentido curiosidad por este terrible tragedia...Hay grandes documentales, sobre ella, y sin duda ha sido usada para todo tipo de programas...

Sin embargo esta serie, muestra con crudeza y realismo, el abismo de una tragedia que tambaleó nuestra civilización tecnológica, nuestra era nuclear, nunca será la misma tras Chernobyl...Esta imagen sombría que acompaña la obra realizada por la magistral HBO (con un elenco de actores excepcional), nos empapa con su urgencia, nos pone maravillados con esa luz ionizante sobre el horizonte...y nos aterra con el zumbido de los contadores de radiación...hasta el punto que uno logra sentir con el paso de los minutos, ese sabor a metal oxidado en la boca, en las entrañas, la radiación se ha apoderado del lugar, y nosotros somos espectadores en primera fila...ahora queda lo más difícil, intentar encerrar y contener el infierno sobre la tierra...
Tywin Lannister
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23 de junio de 2019
166 de 263 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una producción estadounidense sobre la Unión Soviética... Los precedentes son catastróficos, así que empiezo a verla con miedo. Pero también recibe un reconocimiento casi unánime por lo que intento controlar los prejuicios.

El primer capítulo no me decepciona. El drama humano y ecológico parecen ocupar el primer plano. La fábrica de entretenimiento funciona como una buena cadena de montaje y se nota la inversión recibida. La fotografía es brutal, las actuaciones son muy buenas e incluso la recreación de la cotidianidad soviética de los años 80 se caracteriza por un notable esfuerzo por alcanzar la verosimilitud. Este esfuerzo parece tan sincero que hasta se le perdona alguna que otra ridiculez como el aplauso (¡tan yanqui!) que reciben los buzos al volver de su misión.

A partir de allí la serie no desperdicia un episodio para empeorar. El realismo deja lugar a simplezas cuando se empiezan a representar los aparatos del Estado y el Partido. Estas simplezas se deslizan cada vez más hacia lo chabacano y los clichés consagrados de la Guerra Fría. Se multiplican las falsedades fácticas. La mayoría son discretas y solo las descubres tras un poquito de investigación en ruso. Pero sirven calladamente a sus objetivos propagandísticos. Por poner un ejemplo el chulito y emperifollado niñato que en la serie hace de ministro de minería tenía en realidad 59 años en 1986 y desde los 15 había trabajado en la mina. Las dos falsedades más importantes, sin embargo, son tan inocultables que los creadores no pueden sino hacerlas pasar por "licencias artísticas": la primera es que nunca existió la heroica Uliana Homiuk y la segunda es que nunca intervinieron en el apoteósico juicio Legásov ni Scherbina. Tanta creatividad extraña ciertamente en una serie que con tanto patetismo ensalza la verdad en el último capítulo.

El uso de la música, dicho sea de paso, es magistral. Pero refuerza la sensación de estar viendo una gran producción de ciencia ficción, no un relato histórico.

El alegato ecologista, por su lado, muere sin haber nacido. Enseguida (y de forma muy explícita a partir del cuarto capítulo) el argumentario se centra en lo político. Cero denuncia de los peligros intrínsecos de la energía nuclear, cero reflexión sobre el exceso de confianza que el ser humano tiene en su capacidad de control... La culpa es solo de una especie de régimen de supervillanos. De lo cual se deduce, a sensu contrario, que en otras circunstancias no habría pasado.

No obstante, pasó. Y allí es donde reside el mayor elemento propagandístico de la serie.

Realmente no importa tanto que se presente como verdadera solo una de las versiones del accidente cuando ninguna está científicamente confirmada. Es hasta cierto punto normal: cada uno cuenta la historia como le parece (por eso desconfío por sistema del cine histórico). Tampoco está mal que se denuncien de falta de transparencia y reflejos que caracterizaron la actuación de las autoridades, todo ello bien documentado y reiteradamente denunciado en la propia Rusia.

El aspecto más propagandístico queda fuera de cámara. Es el hecho de que en estos días el mundo entero está hablando de Chernóbyl y se escandaliza por el supuesto horror inhumano en el que habitábamos los soviéticos pero muy pocos recuerdan lo que pasó en Japón en 2011. Y menos todavía quienes son conscientes de que la catástrofe nuclear de Fukushima fue del mismo nivel que Chernóbyl. Del mismo nivel que Chernóbyl.

El éxito en la ocultación de Fukushima está siendo de tal magnitud que deja como verdaderos diletantes a los pérfidos agentes de la KGB. Sabemos que han contribuido a este éxito tanto autoridades como corporaciones mediáticas. Pero me temo que nunca sabremos exactamente cómo se operó políticamente esta ocultación porque, al parecer, HBO no está preparando una serie sobre el incidente japonés.

Resumiendo, Chernóbyl es buen entretenimiento y propaganda de calidad. Pero no tanto por las inexactitudes y algunas recreaciones demasiado libres que se permite. Su gran mentira yace en su sentido profundo, en la conclusión a la que conduce de la manita al espectador: esto solo pudo pasar en aquel imperio de la mentira que supuestamente era la URSS. Un espectador al que, visto lo visto, ya no le importa mucho dónde le conducen mientras el entretenimiento sea bueno.

PD: Me han sorprendido mucho las equilibradas reacciones, sin caer en la provocación, que la miniserie ha despertado en Rusia. Uno de los comentarios más secundados, con una nota de arrepentimiento, ha sido: "Es una serie que teníamos que haber hecho nosotros." Y probablemente sea verdad. Aunque yo, de todas formas, intuyo que, si se hubiera hecho en Rusia, nunca habría llegado a nuestras pantallas.
anton_vk
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4 de junio de 2019
122 de 183 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin desmerecer en lo más mínimo a la que valoro como una gran serie de suspenso basada en hechos reales de trascendencia global, me parece justo mencionar un par de características que encuentro desafortunadas...
La primera es que no es común que la industria cinematográfica de un país que se ha mantenido enfrentado a otro dura y largamente -con las consecuencias que ello ha acarreado a toda la humanidad-, tome un acontecimiento de la historia ajena para producirlo por sí misma. Y en ello encuentro algo éticamente cuestionable; aunque bien uno podría decir que hasta ahora el cine ruso no se había ocupado del tema Chernobyl como -paradójicamente- lo hacen los estadounidenses, lo cual también es cierto.
La segunda cuestión es que esta serie, 100% ambientada en la ex URSS y con casi una totalidad de personajes autóctonos, tenga como lengua original el inglés, siendo que tanto en estructura como cacofónicamente son dos idiomas muy diferentes. Y en lo personal -como descendiente de rusos y admirador de su arte y lengua-, algo que no dejó de incomodarme de principio a fin.
Y la tercera, es que la mayoría de los protagonistas no son étnicamente eslavos, habiendo sido reemplazada su tipología por anglosajones, muchos de los cuales pueden resultar parecidos, pero lejos están de ser iguales.
Por fuera de ello, la información que brinda es enorme y sumamente interesante -confiando que sea verídica- ; aunque para el televidente común resulten un poco difícil entender los motivos científicos que llevaron a que se produjera semejante catástrofe nuclear. Y en cuanto a producto de entretenimiento, muy solvente en su guión, actuaciones, aspectos técnicos, etc.
¿Por momentos es muy dura? Sí, inevitablemente por el tema que toca, sus consecuencias a nivel individual y colectivo y el tratamiento a escala humana de los hechos sucedidos. ¿Y políticamente? Siempre crítica, -quizás hipócritamente-, como casi todo enfoque de la ex URSS hecho por norteamericanos, especialistas en ver la paja en el ojo ajeno. (Y muchas veces... en el propio también).
Por último, creo que cabe hacer una breve reflexión acerca del uso de la energía nuclear, si se quiere un recurso equivalente al de la aeronavegación...:
Comparativamente, ambas en su especialidad son de un altísimo grado de seguridad y bajísimo porcentaje de accidentes; pero cuando éstos se producen, resultan mortales. Y la primera de ellas, de riesgo planetario. Sin embargo, las centrales nucleares siguen funcionando en todo el mundo. Y continúan construyéndose nuevas que -recemos o confiemos-, no terminen con la vida...

En síntesis: magnífica miniserie; a la altura de las mejores producciones de HBO.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adrián Klas
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