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The Comedy

Drama. Comedia Indiferente incluso a las perspectivas de heredar los bienes de su padre, Swanson pasa los días muy lejos con un grupo de abuelos inconformistas de Brooklyn que realizan pequeñas gamberradas para matar el aburrimiento. (FILMAFFINITY)
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
31 de mayo de 2015
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice Vicente Monroy de The Comedy que ”la forma cerrada de una comedia, de cualquier comedia que se nos venga a la cabeza, no existe. Nada que ver. Pero es que probablemente The Comedy sea un diagrama, un intento de poner en escena esa pregunta: ¿Por qué?” Y esa pregunta final planea durante toda la película: sobre cada acción, sobre cada palabra, sobre cada omisión incluso. The Comedy lleva mucho más lejos el humor de lo no confortable, el humor que surge de atestiguar una serie de comportamientos en un ser humano dado que incomodan y hasta provocan repulsa. La incompetencia patológica en el trato social llevada más allá de los soportable, el asistir en calidad de voyeur a la vida un individuo que provoca situaciones violentas porque sí, pese a que ni le diviertan ni le hagan gracia a él, no se le ve disfrutando con ello. La sospecha de que, bajo la apariencia de un producto mumblecore de manual carente de hilo argumental definido y mucho menos un objetivo claro, se está tocando en realidad otra cosa mucho más seria que atañe a un porcentaje importante de los varones occidentales de clase media. Queda en realidad, una vez vista, un sentimiento más próximo a terminar de leer ”la persona deprimida” de David Foster Wallace que a haber asistido a una experimentación en el humor vía llevar al paroxismo todo aquello consustancial al patetismo y la torpeza.

Ya de primeras choca que una película llamada The Comedy no tenga ni puta gracia en momento alguno. Que abra con ralentís de dos tíos cuasicuarentones haciendo lucha canarias ebrios en una fiesta en la cara de James Murphy (el de LCD Soundsystem, el Mark E. Smith wannabe) ya invita casi a preguntarse uno que en qué momento ver esto y no cualquier otra cosa. Y que la primera conversación se dé entre Tim Heidecker y un bedel de hospital intentando epatar el primero al segundo en la habitación en la que duerme comatoso su moribundo padre ya puede ser que alguien se ría, pero igual por no llorar. Así todo el rato en lo sucesivo: Tim Heidecker en modo nihilista-bufón impersonando a jardineros o vejando a ciudadanos de otras etnias o distinto sexo o aislado de todo en su barcaza o haciendo lo que sea a falta de algo mejor. Una abulia existencial que le lleva a abrazar el sarcasmo como único elemento expresivo para con terceros, la ofensa y al ironía no solo como escudo sino también a modo de puñal, una empatía cero para con nadie y mucho menos para consigo mismo. Un ser que parece estar haciendo una perfomance de esas cacofonistas de molestar solo que sin ser siquiera eso, todo es un mero ocupar su tiempo. Y una panda de amistades que en primera instancia pueden llevar a pensar que esto es una sátira del hipster way of life desde precisamente eso, una perspectiva hipster, desde la distancia de la ironía. Siendo que ejercería de pleno este cometido, no parece ser el fin último, no satisface quedarse con esa interpretación de The Comedy, sigue resonando el eco de ese ”por qué” que lanzaba Vicente. Queda esa duda siempre sobre si el protagonista ríe con el Adagio de Albinoni por no llorar (Chico y Chica™) o cualesquiera otras cosas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
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