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Una nueva amiga

Drama. Comedia Es la historia de dos mujeres, amigas de la infancia. Las dos se casan y una tiene un bebé. Al poco tiempo, la madre enferma gravemente, le hace prometer a su amiga que cuidará del bebé y a su marido. Después de su muerte, la amiga decide ir a visitar al padre y al bebé, pero le espera una tremenda sorpresa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
13 de mayo de 2015
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
De fácil visionado y lenta digestión. Así es el cine de François Ozon. Sus historias se siguen con interés, a golpe de inquietantes pianos, dónde cualquier revés es asimilado por muy temerario que pueda ser. Horas después es cuando ponemos el centrifugado dándonos cuenta que nada ha sido gratuito y que por la perversa mente del cineasta fluyen ríos de mala baba que desembocan en una sociedad hermética que responde al nombre de progresista. Esa hipocresía encuentra su Talón de Aquiles en la cinematografía de Ozon, en lucha constante contra el snobismo imperante.

Con "Una nueva amiga", su director afila el aguijón hacia varios blancos desvirtuando el principal. Ahí radica la falta de conexión con un filme de excelente fondo pero de formas cuestionables. Por momentos es un kamikaze dispuesto a jugársela -plausible cuanto más imprudente se vuelve-, mientras que pierde fuelle en pasajes que rozan lo bochornoso y lo cursi. Un conglomerado ya analizado en su interesante trayectoria dónde el estudio de la figura femenina constituye el paradigma. La identidad sexual, el duelo ante la pérdida, las nuevas estructuras familiares suman argumentos de peso a un guión que, en ocasiones, cuesta tomárselo en serio. Al contrario de sus protagonistas. Roman Duris y Anaïs Demoustier. Dos intérpretes que irrumpen en pantalla con un magnetismo brutal. Resulta complicado entrar en este histriónico relato si no es por la presencia de ambos.

En "Una nueva amiga" los géneros transmutan entre sí como ese juego de identidades impreso sobre el guión. No es un capricho, por tanto, que la comedia sea tan zafia. La elección de Ozon viene a certificar nuestro fútil humor ante aquel que no sigue los cánones marcados por una sociedad caduca. En el drama se desenvuelve con una rapidez inusitada. Con la elegancia del país que le ha visto crecer, es capaz de invertir la sonrisa en llano en cuestión de segundos. Sin ir más lejos, su arranque no deja de ser una declaración de intenciones en toda regla. Ese maquillaje, ese velo, ese vestido. Nada es lo que parece en el cine de Ozon. Un juego de perversiones al que ya nos tiene acostumbrados y que no deja de seguir entusiasmando. Un punto de partida prometedor, exquisito, deudor de nuestro director más internacional que conduce a un segundo tercio de subidas y bajadas emocionales, para terminar con un cierre factible pero mordaz.
Ulher
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7 de junio de 2015
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Ozon es un director muy interesante, haciendo siempre propuestas vigorosas, con personajes llenos de vida y pasión, rozando terrenos por lo general desatendidos o poco explorados, buscando llevar al espectador hasta sus propios límites, enriqueciendo la visión del mundo que podamos tener, haciendo tambalear los cimientos de lo convencional o aceptado. A veces acierta de pleno y nos regala alguna obra perdurable, pero otras veces se queda en lo epidérmico y vistoso, sucumbiendo a la refulgencia de su propia propuesta e incapaz de ahondar y en las contradicciones que nos propone.

Su elegancia formal es innegable, deteniéndose en una burguesía acomodada e hipócrita, poniendo en cuestión lo conocido y buceando en los meandros que se esconden tras las fachadas o máscaras de cada cual, poniendo a prueba nuestros prejuicios y mentiras piadosas. Pero la brillantez de sus relatos no está siempre avalada por la calidad de su ejecución, quedándose lejos de las loables intenciones que alientan su cine, anteponiendo la facilidad de su creatividad fabuladora a los rigores de atender con acierto los claroscuros que señala, quedándose a medio camino entre el cuento irrespetuoso y la fábula bienintencionada.

Aquí nos ofrece un relato sugerente, atractivo, intenso y poliédrico, pero no acaba de rematar la faena, sino que se queda en mero cine de tesis, donde antepone apuntalar un mensaje que bordea la moraleja llena de saludables intenciones a la consecución de una historia consistente que hable por sí misma. La moralina subversiva no deja de ser moralina y acaba cansando al no dejar al espectador que llegue por sí mismo a las conclusiones que quiera, al forzar un desenlace insatisfactorio donde antepone las ganas de cerrar en positivo un relato que bascula entre la farsa y la engañifa, abandonando por el camino la complejidad que ha ido escudriñando (el juego entre deseo, identidad sexual y conveniencia social) para sucumbir a la confusión de un broche de bisutería prefijado y rígido que bordea lo risible y produce vergüenza ajena.

Vienen a la cabeza algunas desaforadas propuestas de Almodóvar, pero adopta también algunos de sus mayores defectos, es decir, un guión sobrepoblado con ideas y situaciones epatantes pero ayuno de profundidad y huérfano de rigor y sentido, deslavazado y frustrante, malversando una propuesta inquietante y convirtiéndola en un juguete primoroso ajeno a la realidad. De no haber sido tan autoindulgente, podría haber alcanzado lo que se propone, pero tan sólo queda el ridículo del traje de modistilla hacendosa que quiere pasar por alta costura.
antonalva
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1 de noviembre de 2014
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay una cualidad que se le puede alabar al director francés François Ozon es su capacidad para desequilibrar al espectador. Tan pronto te hace llorar como te hace reír, todo en tiempo récord y de forma brillante. “Une nouvelle amie” es el título que ha presentado en esta 62 edición del Festival de San Sebastián, una historia sobre cómo superar la muerte de un ser querido, y cómo la pérdida hace resurgir sentimientos del pasado. Suena muy trágico, ¿verdad? Pues las risas inundaban la sala sin parar. Dos años después de ganar la Concha de Oro por “Dans la maison”, Ozon vuelve al festival para demostrar que nada está definido y que conocerse a uno mismo es lo que te da la libertad.

Tras la muerte de su esposa Laura, David recupera un hábito que creía haber olvidado: vestirse de mujer. Así empezará una amistad secreta e íntima entre él – mejor dicho, ella – y la mejor amiga de su esposa, una relación en la que tendrán que aprender a aceptarse para poder vivir en paz con el fantasma de Laura. Es, en cierto modo, un declarado relato sobre la construcción de la identidad. Una manera de gritarle al mundo que ya no somos los mismos, que hemos roto las fronteras del decoro y traspasado las barreras del etiquetado tradicional. Que la personalidad es algo abstracto e inmenso.

Además, “Une nouvelle amie” nos ofrece una visión normalizada del cambio de sexo. Y no es sólo un tributo a los travestis, sino a todas las personas que se ven prisioneros de los límites de una sociedad que no acepta que la sexualidad es algo vasto, libre y, por qué no, cambiante. En Francia se han vivido manifestaciones en contra del matrimonio gay, hecho al que se refería François Ozon durante la rueda de prensa. “En mi película quería llegar a un público amplio, para que la gente pudiera entender qué era ser una pareja diferente, pero tampoco quería hacer un manifiesto” declara.

El peso de la película recae en la pareja protagonista, pero especialmente en la figura del travesti que encarna Romain Duris. “Lo que quería hacer es un personaje sin género”, comentaba el actor francés, fantástico en el papel protagonista, durante la rueda de prensa en San Sebastián. “Hay una parte de feminidad en cada uno de nosotros, y este personaje trataba de abrir esa puerta entreabierta” explica Duris. Sí, “Une nouvelle amie” es una comedia, es un drama e incluso un musical. Es, como dice su director, una película transgénero.

blogelcontraplano.wordpress.com
Mireia Mullor
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11 de octubre de 2014
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Ozon, en sus películas, trabaja sobre un aspecto durante años considerado tabú y que en los últimos tiempos continúa provocando intensos debates, la identidad sexual. La obras de Ozon muestran personas que se cuestionan acerca de aquello que les hace de una forma concreta y que les permite ser felices con lo que realmente sienten. En el tortuoso y complejo camino del autodescubrimiento, Ozon no les juzga, les observa y realza la belleza de conocer nuestro verdadero yo. Además de desterrar estereotipos y discursos panfletarios.

Una nueva amiga (Sección Oficial en el Festival de San Sebastián de este año) no es una excepción a las temáticas habituales de Ozon. La historia se centra en dos amigas que han vivido juntas desde pequeñas. Antes de fallecer, una de ellas pide a la otra que cuide de su marido y su bebé.

Al igual que en filmes como Swimming pool o En la casa, el subconsciente tiene un papel relevante a lo largo de la trama. A lo que hay que sumar que la historia desarrolla dos relatos paralelos que implican al protagonista, uno exterior y otro interior, como sucedía en Joven y bonita. Por un lado, encontramos un relato acerca de las complicaciones de Romain Duris en su hazaña íntima al relacionarse con su ámbito cercano y, por el otro, se revela una implicación consigo mismo, un crecimiento personal conforme va generando seguridad en lo que desea.

En el caso de la citada Joven y bonita, dicho descubrimiento suponía un golpe con la realidad social todavía más duro. Aún y todo, Una nueva amiga plantea que las reacciones de los parientes y amigos más allegados pueden originar un impacto tan doloroso como el que halla Marine Vacth en cada uno de sus encuentros. La verdad ocasiona el abandono por parte del resto de seres que se sienten "normales". Un absurdo y numeroso grupo de personas felices por ser animales banales formados a partir de estereotipos impuestos.
msuarezpamplona
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20 de septiembre de 2014
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El problema con la nueva película de François Ozon es lo que la precede. Cuando vine a San Sebastián por primera vez, allá por 2009, vi "Le Refuge". No me pareció gran cosa, para ser honesto, y sus siguientes trabajos parece que tampoco fueron espectaculares hasta la llegada de "En la casa" (Dans la maison, 2012). En ese año Ozon se transformó: dejó de ser uno más para convertirse en un tío capaz de hacer películas extraordinarias. En 2013 entregó otro film realmente notable como es "Joven y bonita" y lamentablemente, a la tercera no ha llegado la vencida. Incluso el ave fénix, antes o después termina apagándose y haciendo que sus llamas vuelvan a ser simple ceniza. "Una nueva amiga" (Une nouvelle amie, 2014) no es en absoluto una mala película, eso por descontado, pero es una menor. Una comedia dramática con algún punto subido de revoluciones que sirve como una recapitulación de los temas que el realizador ha abordado con anterioridad pero llevándolos aquí al extremo, focalizado en la comedia.

Y la cosa arranca de forma inmejorable, con una serie de planos cerrados sobre una mujer. De fondo suena la tradicional melodía de las bodas y cuando la cámara se aleja nos damos cuenta de que estamos observando a un cadáver colocado en un féretro. Este es el mayor efecto especial de la película: crear una sensación y mutar a otra en apenas medio minuto. Nunca más se replica porque es un film liviano, sencillo, pero con menos contenido del que debería. En la historia, encontramos a un hombre que tras perder a su esposar admite frente a la mejor amiga de ésta que le gusta vestirse como una mujer. Surge así un alter-ego, Virginia, y se inicia una relación entre ambas teñida por la sorpresa. Ozon no lo hace mal pero creo no consigue penetrar en el interior de sus personajes y simplemente muestra reacciones sin lo que las motiva. No es que falle algo; es que se echa en falta, sencillamente.

"Una nueva amiga", insisto, no es una mala película. Es cine que al margen de dos o tres secuencias un poco más complejas, se ve y se disfruta desde el primer momento, que no ofrece ningún estímulo particularmente nuevo u original pero que como cinta de Ozon encaja dentro de su imaginario con total naturalidad. Habría echado en falta un poco más de complejidad a la hora de abordar el tema, como hizo con la prostitución y la propia adolescencia en "Joven y bonita", pero bueno, una película menor dentro de una filmografía tampoco significa el apocalípsis: sólo que las anteriores eran bastante mejores y que no ha podido estar a la altura de las expectativas. Lo único que sobrevive a ellas es Anaïs Demoustier, preciosa actriz con capacidad para emocionar y dibujar sonrisas con apenas un gesto. Aquí está inmensa, destacando sobre el resto, y eso que a nivel actoral es una película en la que apenas hay fisuras.
Caith_Sith
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