La hija del embajador

Cursilada de película que tiene la cosa de reunir por un lado a una pedazo de actriz, Olivia de Havilland, junto a un actor limitadito, John Forsythe. La trama es muy flojita y cogida por alfileres. Valga como ejemplo la escena del taxi, la cartera y la discusión a los pies de la torre Eiffel. (ni me molesto en ponerla en spoiler).

Los (escasos) momentos cómicos vienen dados por las intervenciones del actor secundario Tommy Noonan. Suya es la frase del título de mi crítica. Eso y el comentario que hace en el ballet es de lo poco potable.

Olvidada y olvidable.

"- ¡Pero hombre, cómo sabes que no te gusta el ballet si no has ido nunca a verlo.
- Tampoco me han despellejado nunca y sé que duele mucho".

Vista dos veces en mi vida, la primera de ellas, siendo un chaval, pensé esto de ella:

"Comedia sofisticada, con muy buenas interpretaciones, supuso un gran éxito crítico-comercial.
Su dirección artística, sus vestidos, su elegante puesta en escena, han quedado para siempre en la historia del cine, aunque para el vulgar mortal, recordarla puede ser un problema".

Pues bien, viéndola ahora, en junio de 2021, no me extraña nada mi última frase, pues lo cierto es que cuesta recordarla pues en realidad no tiene nada especial, me refiero al argumento y situaciones, no técnicamente en cuanto a sofisticación, ambientación, peluquería y vestuario, todos de recibo.
Pero la historia es muy previsible, los momentos de comedia apenas tienen chispa salvo la visita a la Torre Eiffel y sólo el elenco interpretativo, de postín y curtido en mil batallas, salvo
John Forsythe, aquí un poquito fuera de lugar, sostiene el film (auque es muy cierto que tanto Olivia de Havilland como el propio Forsythe están ya un poquito mayores para los roles que adoptan pues tenían en aquél entonces 40 y 38 años respectivamente...).

https://filmsencajatonta.blogspot.com/

Comedia vivaracha con destellos de un humor galante en el que O. de Havilland y J. Forsythe desempeñan frente a las cámaras sendos papeles hechos a su medida.
La intrascendencia argumental no es obstáculo para que la película sea un ejemplo de dinamismo, de carácter divertido y de un inesperado vigor narrativo en que las situaciones se suceden con gran agilidad y con un notable sentido en la selección.
La línea del enredo va adoptando mil formas diferentes en un contexto amable, distendido, desenfadado y sin muchas aristas.