El milagro de Henry Poole

Supongo que lo expresado arriba no es tan fácil, a tenor de la animosidad que percibo en casi todas las críticas a esta interesante cinta. Por eso escribo esto, para equilibrar en algo la balanza. Tengo la fundada impresión que tanta rabia acumulada hacia esta peli tiene más que ver con la idea de la religión que cada uno tiene que con el valor real de la historia que cuenta.

Yo he descubierto tarde esta peli. Y no sé mucho del director (tengo un recuerdo vago de "Arlington Road", me gustó bastante "Mothman" y poco más). Pero durante el metraje de la cinta no tuve tiempo de pensar ni sentir nada que no fuera el camino que recorre el personaje en ese barrio, y las reflexiones que nos comunica el director con sus imágenes. Los diálogos me parecen ajustados y necesarios, los actores son los correctos, y el ritmo, lento pero implacable, es el adecuado, como la balada lenta de Bob Dylan ("Not dark yet") que suena hacia la mitad. La historia me entretuvo y me enganchó. Y no le pido más a una peli.

Sí que es verdad que ya es suerte tener de vecina a Radha Mitchell, o dar con una cajera del supermercado tan sensitiva y adorable como Rachel Seiferth, por no hablar de la niña, Morgan Lily. Pero eso es el cine, evasión, construir algo que no existe, como esa vuelta a las ilusiones que el personaje protagonista ha perdido. A todas las películas se les pueden encontrar fallos de credibilidad. Por eso, los que vemos películas, preferimos esa actividad al cultivo de las zanahorias, que siempre será más ajustado a la realidad.

Como muestra esta historia, un milagro, por definición, sucede en un espacio más bien reducido, y afecta a más bien poca gente. Eso también podría definir lo que pasa con las buenas pequeñas películas, ésta entre ellas: no todos pueden o quieren apreciarlas. Lástima.

Fugaz (en su estreno) comedia dramática con tintes costumbristas ambientado en un barrio de la periferia de Los Ángeles. Lugar donde había vivido Henry Poole (Luke Wilson, el hermano menor del también actor Owen Wilson) que regresa sin ganas de vivir ya que le han diagnosticado una enfermedad terminal. Se compra una casa, se encierra y empieza a beber creyendo que va acelerar más el truncado camino hacia la Muerte. Pero una inoportuna vecina, Esperanza (Adriana Barraza) empezará a incordiarle porque cree que en una de las paredes exteriores que dan al jardín hay una mancha que cree que es de Cristo. Y los milagros empiezan a sucederse. Al poco tiempo todo el vecindario en masa, guiados por un sacerdote (George Lopez), le harán a Henry un poco más díficil de la vida que le queda. Solamente cuenta con la confianza y el consuelo de otra vecina, Dawn (Radha Mitchell, vista en la película de Woody Allen "Melinda y Melinda") cuya hija ha enmudecido y se dedica a grabar las conversaciones de los demás.

Mark Pellington, director de thrillers como "Arlington Road; temerás a tu vecino" (que vendría a ser el reverso tenebroso de esta) firma tan reflexiva y amable comedia con guión del latino Albert Torres sobrecargado de una pseudoreligiosidad y optimismo que más ganas dan de dedicarse a hacer otra cosa que dejarse llevar por las peculiaridades de una historia acerca de un atormentado vecino presa de devotos fanáticos con mucho tiempo libre y que han hecho de su sueño americano el Santuario de Lourdes; solo que en la película es una mancha en la pared con el rostro de un tal Jesucristo.

Lo Mejor: lo que sí es un milagro es tener a Radha Mitchell como vecina
Lo Peor: su pseudoreligiosidad ¿Cienciológica? ¿Católica?

La película es un recorrido, tranquilo, depresivo, melancólico, entre un "Henry Poole estuvo aquí" y un "Henry Poole está aquí".

Filme de tonalidad religiosa.

El protagonista principal es un hombre al que le han diagnosticado que va a morir en poco tiempo. Alquila una casa en un lugar pacífico, cómodo y silencioso. Pero para su desorden existencial una de sus vecinas descubre en una de sus fachadas una mancha en la cual ve el rostro de Jesucristo. A partir de ahí, la fe mueve montañas.

Con una muy buena actuación, Luke Wilson nos trae esta vez una película muy entretenida desde el comienzo hasta el fin. Un film que verdaderamente puede llevar el nombre de una comedia/drama. Con un mensaje bastante original sobre la vida propia y la vida de los que nos rodean, la película lleva tanto a la risa como a la reflexión, a lo largo de todo su desarrollo. Es una muy buena película con un guión pensado y una música excepcional.
Muy recomendada.

¡Vaya por Dios! Hacía mucho tiempo que no veía una tontería con tintes religiosos de tanto calibre. Algunos quizá hablen de ternura o magia o espíritu, pero creo, sinceramente, que se equivocan. El hecho de que a uno le diagnostiquen una enfermedad terminal y por ello se retire del mundo a un lugar de la infancia perdida y allí encuentre el rostro de Cristo, amén de una linda mujer y una preciosa niña muda por un trauma, no hacen más que servir a mi propósito crítico: todo se desmorona y desvanece en unas interpretaciones planas, en un guión que se coge por los pelos del Ecce Homo y en una dirección banal sin mostrar la grandeza de la transformación en los personajes ante la sangre de aquel en quien dicen creer. Al final, Poole (Wilson, en estado de gracia), se sobrecoge y estremece ante la inmesidad de la Vida. Pues muy bien, pero para eso ya hay otras películas mucha más valientes y acogedoras (hasta "El milagro de Bernadette", con una Jennifer Jones espléndida, me parece más sincera). Amén y vale.