Las novias de Drácula

Continuación de las aventuras de Van Helsing después de lo acontecido en Drácula (1958, Terence Fisher). En esta ocasión tenemos al barón Meinster un vampiro completamente diferente del que interpretara Lee en aquella. En este caso David Peel interpreta a un vampiro con aspecto inofensivo bajo el cuál se esconde una gran perversión.
Esta película es una pequeña joya del cine de terror, pero aviso, no apta para todos aquellos que busquen emociones fuertes, sustos o profusión de sangre. Este film, por el contrario, se basa en la sutilidad y la insinuación.
La clave de la película son las sombras, Fisher nos somete a un ejercicio visual inundando la pantalla de colores, nos sumerge en un cuento de hadas plagado de luces y sombras, y la evidente profusión de sombras, de la que hace gala, explica su polémico final. Más artístico que narrativo.
El film conjuga de manera magistral el terror, el suspense y unos toques de humor en el momento justo, como suele ser habitual en su director.
Entre los hallazgos de la película está la aparición de los vampiros, nunca en otra película se han visto unas apariciones mejores.

"Las novias de Drácula" es la secuela directa de "Drácula" (Horror of Dracula), nuevamente dirigida por Terence Fisher y protagonizada por Peter Cushing.

Al igual que la primera, "Las novias de Drácula" está muy enfocada en Van Helsing. Yo personalmente hubiera titulado de otra forma estas dos películas; a la primera la hubiera llamado sencillamente "Van Helsing" y a la segunda "Van Helsing y las novias del Baron Meinster", porque en la primera Drácula aparece poco, pero en esta segunda entrega ni siquiera sale.

Por lo que a mí respecta, esta es una cinta entretenida, con muy buen ritmo y algunas escenas de acción bastante chulas (No os espereis "Matrix", pongamos las cosas en su contexto)

Peter Cushing es muy carismático en su interpretación del doctor Van Helsing, Yvonne Monlaur está fantástica como Marianne Danielle y David Peel hace muy bien del Baron Meinster.

La cinta cuenta con una buena banda sonora, un estilo visual agradable (algo que cuidaba bastante la Hammer) y ante todo es una agradable propuesta para tratarse de una película de Drácula en la que no aparece Drácula.

Valoración final: 6 sobre 10.

(Esta película debería llamarse "Las novias del Baron Meinster", ya que las vampiresas de esta película fueron transformadas por él y no por Drácula).

Aquí os dejo mi crítica de youtube: https://www.youtube.com/watch?v=f_V8xCNAzjI&feature=youtu.be.

Dos años después del éxito de su "Drácula", la productora inglesa Hammer vuelve a confiar en Terence Fisher, quien de la mano de Peter Cushing de nuevo realiza una secuela a la altura de su anterior película. Para aquellos que sientan fascinación por los títulos de la Hammer sin duda que "Las novias de Drácula" será uno de los títulos más aclamados, y no sin razón, tiene todo el encanto propio de sus películas, tiene ritmo, funciona con un metraje que no llega a la hora y media, y deja una huella inconfundible y particular.

Personalmente no esperaba demasiado de una secuela con semejante título, cosas así no suelen funcionar, pero agradezco haberme equivocado y haberme encontrado ante una producción cuidada, con un guión posiblemente previsible pero con suficiente atractivo. La verdad que según qué imágenes, aunque no lleguen a producir terror certero, tienen un impacto y un toque especial. El mismo título las señala: las novias, con un maquillaje logradísimo, tanto el de ellas como el del vampiro protagonista, el Barón Meinster, y sobre todo esa madre vampirizada que se tapa media cara. Ese es el verdadero "toque Hammer", no produce terror con mayúsculas pero propone unas imágenes propias, recrean un ambiente inequívoco y particular, único.

Una sorpresa más que agradable, después de tragarme bodrios como Los Ritos Satánicos o Vuelve de la tumba, al fin vuelvo a ver una película de vampiros como Odín manda, con todos los elementos que hacen especiales este tipo de historias de época.

Aparte de contar con un guión muy atractivo (trata muy sutilmente el vampirismo con cosas como el incesto o incluso la bisexualidad, un escándalo para aquella época), repleto de momentazos para el recuerdo (como cuando Helsing dice a una vampiresa que sólo hay una manera de descansar, por no hablar de cierto inesperado mordisco), se nota que es una película de Terence Fisher de principio a fin. No sé qué tendrá este director, pero se las apañaba para hacer unas localizaciones y un ambiente asombrosos con muy poco dinero. Y encima rodando es un alumno aventajado de Hitchcock, porque momentos como el juego de espejos cuando entra cierto vampiro en la habitación de la muchacha son de infarto.

En definitiva, si no es la mejor película de vampiros de la Hammer poco le falta. ¡Y eso que no sale Drácula! Muy recomendable, sobre todo para los fans del género.

No todo el monte es orégano ni todo en el arte de cazar chupasangres se reduce a un Conde Drácula, con lo que aquí es donde queda relativamente claro que los propósitos de Hammer Films orbitaban según contasen con la disponibilidad de Christopher Lee para materializar más reyertas entre el bien y el mal en connivencia o bien turnándolo con un Peter Cushing también insustituible como el matachupópteros Van Helsing. Esta vez se juega los cuartos (y el cuello, aún más que de costumbre) para protegerse contra las mordidas del melindroso y seductor Barón Meinster al que aprisiona su madre en la mazmorra de su habitación sin gozar -Siglo XIX- de la posibilidad de pasarse el día jugando a videojuegos o troleando en las redes sociales.
El marrón se desencadena -literalmente- cuando el pre youtuber pionero atado con una cadena de acero por butaca y su sed de sangre como sustitutivo de las bebidas energéticas ha convencido a su nueva seguidora -una maestra más tonta que un zapato, la cargante Yvonne Monlaur- para que lo libere de su sufrido cautiverio. Una vez suelto el barón irá por ahí transformado en murciélago y suscribiendo aldeanas para su canal de tinieblas e inmortalidad.
Juraría que la taberna donde el sagaz Van Helsing otea que hay problemas es la misma que en su primera aventura, pero al margen de eso es evidente un empeño por magnificar moderadamente la acción, los escenarios -esto sí es un castillo, y no la finca rural de Lee en la primera- y esa atmósfera de gélido, rural y terrorífico folklore campesino siempre indispensable en la Hammer, aunque incorporando anecdóticamente la figura del alivio cómico presente en el Dr. Tobler (Miles Malleson).
Un espectáculo estimable en el que Terence Fisher rebasa su propio listón en la obra precedente. Lo único que me falta es ÉL.
La huella icónica delante de la cámara en esta ocasión corre por cuenta de la aviesa y hambrienta sonrisa de Andree Melly.
La resurrección de la otra aldeana a la que aborda Marie Deveraux no es menos espeluznante aunque está lastrada a posteriori por su interpretación vampírica con caretos oligofrénicos.
En fin, me voy a echar un sueño que mañana no es festivo y me levanto temprano.
Hale, bona nit a tots.