Wittgenstein

Perdonen que no me levante.
Comenzar una crítica aludiendo a la condición sexual, no sólo del director, sino de los personajes me parece tan infantil como intranscendente. ¿Habría cambiado la calidad del filme si todos fuesen heterosexuales? Me parece que no. Sobre todo cuando el tema central de la película no es de corte queer, sino que, con bajo presupuesto y en tan sólo cinco días de rodaje, Jarman, Eagleton y Butler pretendieron narrar la vida del filósofo, y desde mi punto de vista han conseguido realizar una gran obra de arte. Que no aburre, sino que entretiene y a la vez educa. No es necesario leerse a Wittgenstein para ver la película, pues yo no lo había leído y la entendí. La película te incita te provoca para saber más, e ir más allá.
Que tiene una escenografía más teatral que cinematográfica, es cierto, y también pretendido por el director, y también supongo que debido al bajo presupuesto con el que contaban.
No olvidemos que se trata de un telefilm, es decir se creó para ser emitido en televisión. Ojalá se realizasen en España este tipo de telefilmes. Son baratos y espléndidos. Pero no interesan. No atraen a audiencias masivas, como los thrillers baratos de secuestros en navidad, o de musculosos gangsters que se convierten en el héroe de la historia.

Por favor... descúbranse ante este prodigio del cine que es Jarman. En vista de las críticas que ha recibido esta película aquí no puedo por menos que escandalizarme.

Es otro cine, un cine culto pero a la vez muy estético.

Admiren su plasticidad, el colorido ante la cámara oscura, sigan los pensamientos si les gusta pensar (esto es algo que cada vez nos cuesta más, ya se nota). Admírenlo o pregúntense, si no les ha gustado, si algo no funciona bien en su cabeza. Exagero tal vez, a lo mejor no les gusta... peor para vosotros. Hay una parte del cine, del mejor cine, que les está siendo vedado.

Y no: no hay que haber leído a Wittgenstein para ver la película. Si se ha leído, mejor.
Y sí: hay mucho de teatro en la puesta en escena (como tantos grandes títulos: Sleuth, Dial M for Murder...). Esto no es bueno ni malo. Es bueno si se sabe hacer, simplemente.
Y los comentarios sobre la sexualidad están de más. O bien, digamos en todas las películas que tal director es heterosexual; tal otro, bisexual; y éste... ¡hermafrodita! ¡Y qué tendrán que ver churras con merinas!

Un acertada manera de hacernos llegar, de alguna manera, la síntesis de Wittgenstein. ¿Por qué acertada? Porque la forma de la obra, teatral, hace que el foco caiga directamente sobre el actor principal, que es el filósofo. El vacío y la nada que hay en el fondo y lo rodea no hace más que enfatizar los pensamientos de Wittgenstein. El mismo método lo usó posteriormente Von Trier en "Dogville", consiguiendo, al igual que Jarman, acentuar el dramatismo, la teatralidad, la filosofía y la moral, se dan la mano, no requieren de efectos especiales, ni de otro paisaje: en esta película, los paisajes formales que estamos acostumbrados a ver, disiparían la figura del protagonista, así como todo lo que pensaba. Jarman quiere que nos concentremos.

Película de alto contenido filosófico, solo faltaría, tratándose de uno de los más grandes y controvertidos filósofos, siendo uno estudiante de filosofía es de agradecer el contenido, los diálogos y monólogos de la película, por supuesto cabe destacar la gran caracterización del personaje de Wittgenstein, pero no contento con ello me desagrada la caracterización de Russell y por supuesto hecho de menos una actuación más atrayente para el público aunque los diálogos y los temas filosóficos escogidos del pensamiento de Wittgenstein son extraordinarios, la recomiendo muy profundamente.

Hacer voto de silencio. O morir (en el intento). Para escapar de la prisión del lenguaje. Y ni por esas. Vivimos en un espejismo de palabras (gordas/llenas). Nos las creemos (a fuego). Las tomamos (muy) en serio. A ciencia cierta. Son hechos. La realidad. La/s contempla. Una imagen (fidedigna). Un concepto (el conceto). Una relación. Un acercamiento. Una cura de sueño. Cárcel de amor, de oro viejo. Una moral. Una aproximación. Un juego (las reglas del). Todo eso. Y me quedo (corto). Es lo único que tenemos. Estamos atrapados (en/por nuestra propia creación). Orden de gritos y silencios, forma pautada, cosmovisión, teogonía. Somos su causa y su consecuencia, amo y esclavo al mismo tiempo. No sirve para nada. Y lo es todo, cada puta cosa. Cierto.
Rico. Bien educado. Dejado (de la mano de dios). Idealista. Intransigente, grotesco, ridículo. Fanático (también de sí mismo). Distinto. Raro. ¿Homo? (¿Como todos?). Bertrand Russell es su contraparte o némesis, maestro y alumno, el día de la bestia. Realista. Enloquecido. Autista. Taciturno. Borde. Estúpido. Listo. Austria. Noruega. Cambridge. Irlanda y vuelta a Inglaterra. La guerra. La, más o menos, pobreza. La soledad es la felicidad. Oscuridad, aislamiento y lunático. Dostoievski, Tolstoi y la Biblia. Puritano. Chiflado. Mojigato y lo contrario. Lógico. Religioso. Artista. Pragmático. Sísifo.
Una obra de teatro expresionista alicaída. El retrato es somero y correcto. La pasión y el pensamiento. La persona y el personaje. Vida y obra. Milagros y penalidades. Con el corazón partío por la huida compulsiva de la punzante vida o realidad en crudo y su necesidad desaforada de chocar dilucidar contra/el mundo. Ambicioso y perdulario. Disperso. Irascible. Genio. El extraño que hay en mí. Serio. Cachondo (algo en el fondo). Beckett.
Ascética obra. Moderada. Modesta. Simpática. Ilustrada. Macerada. Juguetona. Humor no tiene, ¿ninguno? Bien.