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Varieté

Drama. Romance Un acróbata deja su familia por una joven, dedicándose a realizar ejercicios de acrobacia con ella en el trapecio. Un día, un famoso trapecista les invita a ambos a unirse a su show de Berlín. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
10 de noviembre de 2010
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine mudo, algún salto de eje, meritorio y premonitorio uso del contraplano en el montaje y pequeño clásico-referencia dentro de una época. Después de las dotes mostradas por el kammerspielfilm la adaptación de la novela de Felix Holländer ‘Der Eid des Stephan Huller’ sienta precedentes venideros.
El testimonio de un indultado al director de la cárcel supone una historia de amor y muerte arrastrados por los deseos más bajos de la pasión humana. Amor y celos son motores básicos de una historia que hace que un crimen no tenga descanso, perdón ni piedad después de un paso por la cárcel.

Se puede hablar de su empuje y virtudes visuales de un trabajo que plasma lo sombrío del alma humana en la misma puesta en escena y expresionista imagen. Otros verán los pensamientos pesimistas sobre un país plasmados en ese argumento tan trágico cuyo personaje es incapaz de enfrentarse de nuevo con la vida después de una tragedia que él mismo ha provocado.

“Varieté” es una sinfonía de primeros planos; ya sea en picado, contrapicado, con movimientos de cámara, con esos ojos que lloran hasta el infinito…
La moralidad es un punto clave de la cinta y realmente funciona como un trapecio. Balanceándose y realizando piruetas que pueden desintegrar a sus asiduos. Soltarse de la moral es morir o perecer en caída libre.
Pero destaca sobre todo la cámara híper-móvil, el uso del expresionismo, es sin lugar a dudas unos de los referentes y puntos álgidos del cine alemán mudo. Méritos tal vez del operador Karl Freund, que acabada de rodar junto a Murnau “El último”, y que convierte a la cámara en un personaje invisible de la historia.

Parecidos razonables o ‘esa cara me sonaba’: Emil Jannings, ganador de un Oscar, con Günter Lamprecht, actor que trabajó con Fassbinder en “Berlin Alexanderplatz”.
Maldito Bastardo
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27 de julio de 2009
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque las listas de mejores películas suelen ser tantas como sus autores, resulta digno de considerar que Varieté esté en la lista de los 10 mejores films seleccionados por Billy Wilder. El genio y el talento de Wilder creo que es un axioma universalmente reconocido por lo que sus opiniones nunca caen en saco roto.

Claro que esta clasificación data de 1952 (publicada en la revista Sight and Sound) y desde entonces ha llovido bastante, y en mi opinión Varieté ha perdido posiciones en el ranking, pero aún así es un trabajo interesante de un director bastante olvidado, cuyo paso al cine sonoro resultó, como para otros muchos, un cambio traumático y cuya trayectoria americana se redujo a films de bajo presupuesto y endeble calidad.

Producida por Erich Pommer (UFA), impulsor de cineastas como Lang o Murnau, y de películas como Metrópolis o El ángel azul y fotografiada por Karl Freund de quien lo mínimo que se debe decir es que desarrolló la iluminación expresionista y dirigió en 1932 La momia (excelente) y en 1935 Las manos de Orlac, remake de la obra de Wiene del 24, Varieté tenía casi todos los números para convertirse en un trabajo de calidad. Y si a ello le añadimos un actor suizo inolvidable Emil Jannings, Oscar al mejor actor en la primera edición (1928) por dos películas La última orden y El destino de la carne, pues el éxito estaba casi asegurado.

Es probable que el terceto Pommer-Freund-Jannings reste autoría e imagen al realizador pero aun así no hay que ser demasiado injustos con Ewald André Duppont considerado uno de los mejores "francotiradores" del cine europeo y cuya trayectoria estoy tratando de recuperar con Piccadilly (1929).

Respecto al film, quiero distinguir entre fondo y forma. El fondo es una historia convencional de amores, engaños y seducciones varias de esas que acaban inexorablemente mal. La misma y repetitiva historia que existe desde que el mundo es mundo. Nada original. Pero, ¡ah, amigos!, el secreto está en la forma. En esa forma donde reinan las expresiones y no se echan de menos las palabras. Les diré que la vi subtitulada en italiano y que mis conocimientos del idioma de Verdi no van más allá del Sapore di sale, de la Piccolisima serenata y del Volare bajo la ducha. Pero aquí tan solo hace falta fijarse, mirar atentamente, dejarse llevar por las sugerencias, por algún que otro momento onírico superpuesto a la realidad, e incluso por la propia corpulencia de Jannings y su mirada absolutamente demoledora.

He leído algo acerca de que en el expresionismo alemán la prueba de fuego de un actor se supera cuando transmite sensaciones al espectador hasta de espaldas. Este es el caso. Jannings transmite fuerza, solemnidad, brío, determinación, contundencia e incluso miedo. El mismo miedo que destila una mirada fija y perdida a la vez. La misma contundencia que hace grande una película. Inconmensurable Emil Jannings.

Si, Wilder sabía mucho de cine.
FATHER CAPRIO
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9 de abril de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ewald Dupont había comenzado como crítico de cine antes de la guerra, para pasar luego a escribir guiones. En 1918 empezó a dirigir sus propias películas, de las cuales “The White Peacock” (1920), co-escrita con Paul Leni, fue la más importante, pero fue “Varieté” la película que realmente lo llevó a la fama mundial y a Hollywood, aunque allí no tuvo gran éxito. Deambularía después por Inglaterra y produciría la primera realización sonora 100% en alemán, “Atlantic” (1929), pobremente basada en el hundimiento del Titanic. Posteriormente obtuvo cierta reputación con “Salto mortal” (1931), “Peter Voss who stole millions” (1932), la cual fue un gran éxito taquillero; y “The Marathon Runner”, filmada en parte en las Olimpíadas de 1932. Sus ulteriores producciones fueron muy mediocres, hasta su muerte en Los Angeles en 1956. En suma, hablar de Dupont es hablar de “Varieté”, es hablar del memorable Emil Jannings y es hablar del magnífico trabajo de cámara de Karl Freund, uno de lo más importantes directores de fotografía del cine de la era muda que ya había dado muestras de su talento con anterioridad en “Der Golem” (Paul Wegener, 1920) o “Der letzte Mann” (F.W. Murnau, 1924) y que seguiría demostrándolo más tarde en “Metropolis” (Fritz Lang, 1926) o “Dracula” (Tod Browning, 1931) y en un Hollywood donde dirigiría joyas como “The Mummy” (1932, con Boris Karloff) o “Mad Love” (1935, con Peter Lorre).

Hablemos ahora un poco del gran Emil Jannings. Se dice que la valía de un actor se demuestra sobre todo cuando está de espaldas y no puede apoyarse en los gestos faciales para disimular sus carencias, cuando las tiene. No hay duda de que una de las mejores actuaciones de un actor de espaldas a lo largo de la historia del cine está en esta película, la de Emil Jannings, sí, ese gran, gran actor del cine mudo alemán, el mismo actor que había encarnado al portero de “El último” (1924), el Mefistófeles del “Fausto” (1926), el Tartufo de la película homónima (1926), todas bajo la dirección de Murnau, o el viejo militar actor de “La última orden” (1928) o el profesor de “El ángel azul” (1930), ambas de Sternberg, por citar alguno de sus personajes. Su inmensa espalda llena la pantalla o sirve de encuadre para hacer más pequeño todo y más susceptible de caer bajo su amenaza. Aquello que bulle en el personaje se concentra en su nuca o en los hombros, y entonces algo va a pasar. También cuando su cara enojada queda marcada bajo las sombras, como si pudiera engendrar una tormenta por sí misma.

Estos son algunos de los puntos favoritos donde se concentra la cámara, pero no el único, porque junto a Jannings, y a la sensualidad de Lya de Putti, el gran protagonismo de este título está en sus aspectos técnicos, especialmente en los aciertos de Karl Freund por hacer de la cámara un personaje más, o el uso del montaje como sujeto enunciativo, lo que hace casi innecesarias las apoyaturas explicativas de los intertítulos.

Hay en la película un gusto por el exotismo y el erotismo, hay un trasfondo (técnico y temático) de cine negro antes de que los franceses llamaran así a los policíacos de entre finales de los treinta y los años cincuenta, hay referencia a las películas de prisiones, donde destaca el número 28 escrito sobre (cómo no) la espalda de Jannings, que hace pensar inmediatamente al espectador en una película posterior de Michael Curtiz, “20.000 años en Sing Sing” (1933) donde los números se sobre impresionan en pantalla a medida que los presos indiferenciados salen de su celda para ir al patio. Pero, sobre todo, hay un tema escabroso metido en un esbozo social, una historia de bajos fondos.

Un film más que notable, una joya y una rareza muy representativa del cine europeo en los años finales del cine mudo y que hoy está injustamente olvidado. Por cierto, Varieté está en la lista de los 10 mejores films de todos los tiempos según la opinión del maestro Billy Wilder.
Juan Marey
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9 de julio de 2008
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lya de Putti posee ya un discutible atractivo para los cánones actuales, pero el gran Emil Jannings sigue haciendo creer en su pasión por ella, en una de sus magistrales actuaciones como un temperamental acróbata.

Con Karl Freund de operador no sorprende el marcado estilo expresionista, en las superposiciones de imágenes o angulaciones de una cámara ágil y vivaz, que ofrece magníficas tomas de las acrobacias y realismo en la ambientación de interiores, muchas veces lugares miserables, junto a una interesante progresión en secuencias que se alargan para provocar in crescendo dramático.

El cine mudo evolucionaba en la década de los veinte a pasos agigantadoa año tras año, y Varieté es una muestra de ambición técnica precursora de muchas cosas y mucho cine.
Ennis
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29 de junio de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine mudo alemán atractivo, por debajo de las obras maestras de Murnau, Lubitch o Lang, pero de indudable interés. Sobretodo por la portentosa, como casi todas, interpretación de Emil Jannings, esta vez en la piel de un celoso acróbata.
Difícil de localizar, posee una gran fotografía de Karl Freund, con cierto carácter expresionista.
Al estar localizada en el mundo circense recuerda en algunos pasajes a "Freaks". Sobretodo la descripción de los interiores de las caravanas y las miserias humanas del microcosmos que conviven en ese mundo, en algunos aspectos lúgubre.
Seguramente con una mayor personalidad en la dirección la película hubiese tenido más recorrido histórico, aunque precisamente al ser casi desconocida resulta especialmente atractivo descubrirla.
waldeker
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