Swinging Safari

Es que juro que intenté.... Descifrar la trama principal, intentar darle una vuelta de tuerca y hallarle una moraleja o algo, pero para mí no hay nada.
Jamás terminás de comprender a los personajes, ni profundizan en ninguno. No generás empatía por siquiera los protagonistas (o los que se supone que lo son, o deberían generar un interés mayor).

Lo mejor: Las actuaciones, los colores estridentes, y algún que otro chiste suelto.
Lo peor: Todo lo demás.

Empieza con voz de off que parece que nos va a narrar la típica película de buen rollo estilo familiar, pero no, no es para nada una película que aconsejaría ver en compañía de la familia, debido a ciertas escenas obscenas, que a mi modo de ver son de mal gusto; aunque por supuesto ello depende del grado de moralidad de cada cual.

La película, con demasiados personajes, navega por los derroteros de varias familias en donde obtienen más protagonismo los críos, acabando por centrarse en una pareja de adolescentes de la pandilla traviesa. Desde sus inicios se trata, con marcada insistencia, de crear una atmósfera placentera de humor radical, pero en mi caso, sin conseguir ni el más mínimo esbozo de una sonrisa. Muchas situaciones pretenciosas son surrealistas y carentes de emoción para inducir que el humor se abra paso en nuestra alma.

En resumen, bonitas imágenes de la costa australiana. Aceptable decorado y ropa, así como la ambientación de la época. Pero de argumento flojito que ya a los 15 minutos acabas por desear que acabe el sufrimiento, y por favor, que alguien ampute y sacrifique la película.

Tres familias vecinas, de clase media y abundante prole, comparten las jornadas de verano tomando el sol en la playa y reuniéndose en veladas caseras. Los chavales se reúnen en panda para extravagantes despropósitos que, bien, se salen de lo razonable, pero gracias a ello nos animarán a sonreír.

Los personajes adultos están notablemente caricaturizados y su incoherencia será también la que nos resulte divertida. Un sencillo romance adolescente aportará algo de seriedad a la comedia.

No es una película para niños pero sí para los jóvenes y para los que, con más años, todavía lo somos. Es cine de evasión con un ritmo muy dinámico.
Se disfruta el color amarillento de su fotografía que remeda el de las fotografías que guardamos en nuestro álbum de aquellos años. Esto y su divertida ambientación de la moda de su tiempo ofrece otro aliciente añadido a las chocantes situaciones plagadas de abundante ingenio que, si bien no lo ofrece su ajustado guión, sí lo derrocha su humor visual.

Como los personajes tienen la misma profundidad que su piscina desmontable, la película parece poca cosa, pero ellos son el vehículo para satirizar aquel momento y aquel lugar que el autor del trabajo parece haber vivido de cerca. La verdad es que a más de uno nos habría gustado haber podido estar allí, aunque, para los más afortunados, el techo fue el de "40 grados a la sombra", divertida "españolada" de 1967 con una censura moral que celebramos que no haya condicionado a "Swinging Safari".

Como verá por las votaciones, le puede gustar o no, pero con lo dicho aquí le ofrezco algunas pistas para ayudarle a decidir si la ve o la deja correr.