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Mesías (Serie de TV)

Serie de TV. Intriga. Thriller. Drama Serie de TV (2020). 10 episodios. Una agente de la CIA, Eva Geller (Michelle Monaghan), investiga a un carismático personaje (Mehdi Dehbi) cuyos seguidores, cada vez más numerosos, creen que puede obrar milagros. ¿Se trata de un ente divino o solo de un peligroso farsante?
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
1 de enero de 2020
49 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy buena. Desde la fotografía, dirección, actuación e incluso el guión es muy bueno. Hay varias referencias literarias, que quizá los críticos poco instruidos, como el de CNN, desconozcan.
Soy ateo, la serie no es religiosa per se, y se puede disfrutar como serie inspiradora o novela. La recomiendo.
AdrianLarry
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1 de enero de 2020
51 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente, he dudado mucho en sí ponerle un 9 o un 1 como nota, lo único que os puedo decir sobre esta serie, es que os va a explotar la cabeza. Como punto negativo, ese patriotismo estadounidense y su alianza con Israel que inunda Hollywood.

Como punto positivo, no vas a tener ni idea de dónde te va a llevar la serie, y que para lo bueno y para lo malo, es muy directa.
La analista de la CIA con cuerpo y cara de Victoria's secret y el de la inteligencia israelí con estilo galán de novela turca de mediaset, también le quita bastante, pero hay que verla, pocas series últimamente te pueden atrapar así, y hay que reconocer que es original.
cromo40
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4 de enero de 2020
50 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de nada, una pequeña introducción histórica a Jesús (si no interesa, seguir tras la segunda línea).
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Los expertos en cristianismo primitivo, filólogos e historiadores de religiones coinciden en esto:

1.- Jesús era un judío (no un cristiano) ultrapiadoso escatológico (profetizaba la llegada del reino de Yavé a la Tierra durante mil años y luego llegaría el juicio de los justos).
2.- Acogió las enseñanzas de la escuela de Hilel (que murió entre 5 y 6 años antes del nacimiento de Jesús), quien aseguraba que la Torá podía resumirse en esto: «No hagas a tu prójimo lo que no quieres que te hagan a ti; todo lo demás es comentario». También acogió creencias fariseas: la esencia de la Ley antes que los ritos, por más que cumpliera con los más importantes, y creía, entre otras cosas, en la inmortalidad del alma -copiado por el fariseísmo de los griegos- y en la vida después de la muerte, al contrario que los saduceos, que las negaban. Se cree que Jesús odiaba a los fariseos por los escritores de los evangelios de los años 80 y 90 del siglo I, quienes estaban siendo expulsados de las sinagogas acusados de herejes por los propios fariseos. Les interesaba defenderse de esas acusaciones inventando a un Jesús que se enfrentaba casi con encono a ellos y, de paso, les servía para identificarse con el camino correcto del Señor, cuando no con su propia e injusta persecución.
3.- Solo predicó en Judea y Galilea. Decápolis jamás llegó a pisarla, Samaría por accidente y Perea solo en parte, concretamente la de mayoría judía. Estuvo también en Fenicia, solo que huyendo de la persecución a la que estaba sometido, no para extender su prédica. Es decir, predicaba solo a los judíos, en tierra no mezcladas con extranjeros y el sincretismo religioso para que se salvaran los judíos siguiendo al pie de la letra (en su esencia) la Torá. Solo los judíos que lo hicieran se salvarían de una condenación eterna de sufrimiento y habría algunos asientos reservados para algún que otro no judío que se convirtiese a su visión del judaísmo.
4.- Los pasajes bíblicos con respecto a si se creía el Mesías (mito judío en origen) son confusos, pues a veces parece que dice que sí, otras que no, a veces permite que otros lo aseguren y a veces da a entender que es un precursor de ese Mesías.
5.- La universalización del mensaje de Jesús vino por Saulo de Tarso (san Pablo), quien cambió mucho del mensaje de Jesús para suavizarlo y atraer gentiles. En la redacción de los evangelios (ningún evangelio fue escrito por ningún apóstol de Jesús), se mezcló mucha doctrina paulina con tradición oral con pasajes interpolados universalistas.

Y luego tenemos el Jesús bíblico de la fe, el mito, donde la Historia ni entra ni sale. Ya saben: milagros, resurrección, Trinidad...
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Bien, pues esta serie se basa en un presunto iluminado que acoge el perfil del Jesús bíblico (no el histórico), que es el que está en el imaginario colectivo; le pone un rostro árabe (un estupendo protagonista a quien te crees y que da carisma a su personaje) de origen hebreo (ya tenemos aquí el universalismo subliminal al mezclar las tres religiones bíblicas) con una estética de Jesús de Nazaret (barba y pelo largo) que, además, hace los mismos milagros que Jesús: controla los elementos, camina sobre las aguas, cura heridas, resucita a los muertos y hasta en su prédica redime a una prostituta y da a entender con el personaje de Rebeca eso de que ha venido a separar familias, no a unirlas. Además, habla todo el rato del amor, del Padre, de conocerse a uno mismo y contesta a preguntas directas dando respuestas vagas basadas en la fe.

El universalismo también está en todas partes: primero aparece en Jordania en pleno ataque del ISIS, luego salta a Jerusalén y luego a Tejas, para acabar en Washington. En medio, suelta sus prédicas a multitudes, en privado....

Vemos aquí como la serie se desarrolla como un thriller porque la CIA, el MOSSAD y el FBI (el moderno Sanedrín y el Imperio romano del siglo XXI) creen que es un agitador y posible terrorista (algunos seguidores salen zelotes... o terroristas) que ha urdido un complot para desestabilizar la zona más peligrosa de Oriente Medio, por más que su mensaje sea pacífico. Además, aquellos te van dando indicios de posibles explicaciones alternativas a esos milagros y de las verdaderas intenciones al descubrir los orígenes de este Mesías. Y esa es la parte mejor y más interesante de Messiah.

El interés por el protagonista y su prédica dura los primeros cuatro capítulos. En el quinto ya cansa un poquito porque, en el fondo, no dice mucho, pero gracias al thriller político-religioso la serie mantiene la tensión.

A mí me ha gustado porque refleja muy bien el mecanismo de creencia de la gente y lo poco que ha cambiado por más educación, tecnología y ciencia que se ha dado a la población. Las personas del siglo XXI creen por lo mismo que los del siglo I: carisma, palabras que les hace no sentirse desamparados, que son parte de algo mayor y mejor y les da esperanza y propósito. Ante ese vacío existencial, el razonamiento sale por la ventana y se empieza a creer con las tripas. Y está muy bien también que la serie muestre la otra cara y veamos a otro Mesías, ese que salva unos sí y a otros no y si Dios es bueno, ¿por qué no salvar a todos, ya que es omnipotente e infinitamente bueno?
Ya saben, el famoso Dilema de Epicuro no contestado hasta hoy.

El guion está bien llevado, aunque todo esto se podía haber contado en cinco o seis capítulos si nos dejáramos de una agente de la CIA cuyos problemas personales no añaden nada a la trama (al igual que el del MOSSAD y el del FBI) y desvían la atención demasiado.

En definitiva: entretenida. Correcta. Bien.
Áralan
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4 de enero de 2020
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que reconocer que aunque la intriga no es la más elevada del panorama televisivo, nunca sabes por dónde va a salir el argumento. Es de esas series que nada es lo que parece... y al final si. O no. Me la he visto del tirón, en plan maratón. Y no me arrepiento. Muy interesante el argumento, que insisto... nada es lo que parece. O si.
Anso Terman
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8 de enero de 2020
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Messiah”, la reciente propuesta de Netflix, puede ser abordada desde sus carencias o desde sus virtudes, es decir, puede molestar o decepcionar, o, por el contrario, cautivar o motivar, pero lo que me resultaría difícil creer es que a alguien pueda dejarle indiferente. La serie presenta a un personaje central de extraordinario carisma conocido como Al Masih (el “Mesías” del título) quien, aparentemente surgido de la nada al principio, es capaz de suscitar voluntades, remover conciencias y hacerse seguir por heterogéneas masas de gente en diversas partes del mundo sin otra ayuda más que un discurso ambiguamente profético, una rectitud moral que parece incorruptible y algunas acciones que, en momentos clave y desafiando toda lógica, podrían ser calificadas de milagros. En paralelo, conocemos a los coprotagonistas. Un joven sirio huérfano de la guerra, para quien el protagonista se convierte en una especie de padre espiritual; dos agentes de Inteligencia (estadounidense e israelí) de oscuro pasado, escépticos ante el fenómeno social de imprevisibles consecuencias políticas que representa Al Masih, que tratan de desenmascararlo con desigual táctica; y un predicador baptista con una familia disfuncional que arrastra una profunda crisis de fe, pero cuyo encuentro con Al Masih va a cambiar sus vidas.

Todos estos ingredientes se mezclan hábilmente en una narración ágil y ponderada que nos permite conocer la evolución de cada una de las tramas, de las que poco a poco se nos revelan detalles que supuestamente las han de hacer converger con la principal, que no es sino cuál es la verdadera naturaleza y propósito del protagonista. En este sentido, creo que la serie hace de su necesidad virtud, ya que lo que podría ser criticado como falta, ambigüedad o inconsistencia de discurso, o incluso de peso en pantalla de dicho protagonista (Mehdi Dehbi, el actor que encarna convincentemente a Al Masih, no es quien de más minutos goza), los guionistas lo aprovechan para que sea el espectador quien se vaya creando y recreando a lo largo de los capítulos su propia idea acerca del personaje y cuál puede ser realmente su objetivo o “misión”, en una especie de juego en el que sin duda, al igual que les sucede en la serie a todos los personajes principales y secundarios, intervienen las creencias personales. En mi opinión, ese “juego” que proponen funciona a la perfección y, de hecho, es fundamentalmente el que sostiene el interés por la historia.

Otra de las carencias que se podrían aducir (y que se aducen en otras críticas) es una teórica falta de rigor a la hora de presentar a un personaje del calado histórico-religioso de Jesús, trasladado a un contexto actual. Creo que la serie no aspira a ser ni una ficción documental de orden teológico, ni tampoco una estricta trasposición histórica de hechos acaecidos hace dos mil años. Sin embargo, de esos (supuestos) déficits vuelve a hacer virtud porque nos muestra a un protagonista que, a pesar de haber adoptado el genérico nombre de Al Masíh, que lo asociaríamos al concepto que desde el Islam se reserva a la figura de Jesús de Nazaret como profeta, su idiosincrasia es lo suficientemente abierta, indeterminada o “transversal” para que puede ser igualmente asimilable a la de una segunda venida de Cristo redentor (hablando, obviamente, desde el punto de vista cristiano), a un falso profeta, a un astuto embaucador o a un perturbado al que alguien está manejando, y en la propia serie se juega inteligentemente al “despiste” con detalles que podrían avalar cualquiera de las hipótesis que nos planteemos. No creo que sea algo muy distinto a lo que se pudo vivir en la Palestina del siglo I. Lo que sí resulta muy interesante es situar al protagonista en el mundo que conocemos o creemos conocer, como propuesta en la ficción de un experimento sociológico, que obliga al propio espectador a “tomar partido” y cuestionarse sobre sus propias convicciones.

En resumen, en mi opinión es una serie muy recomendable capaz de establecer rápidamente complicidades con el espectador, y entretenerlo en el sentido más amplio de la palabra, es decir, no solo “hacerle pasar el tiempo” sino “hacerle tomar conciencia de nuestro tiempo”, mostrando cómo una sola voz que, literalmente, comienza predicando en el desierto, puede llegar a generar un impulso de cambio en lo personal, en lo social y en lo político. ¿No es eso lo que han perseguido tantas y tantas voces a lo largo de la historia de la humanidad, de entre las cuales quizá sea hoy en día Greta Thunberg la cara más visible? Es cierto que, acabada la primera temporada, hay muchos frentes abiertos y la presunción de que todo está muy “disperso”, pero, ¿qué mejor receta para esperar con interés una segunda? Posiblemente sea una de las mejores series “tapadas” de Netflix en la actual temporada.

Terminaba hace siete meses la reseña calificando la serie como una de las mejores "tapadas" de la temporada en Netflix. Al parecer, una mayoría de usuarios de la plataforma discrepan de este juicio, lo cual, sumado a las expectativas incumplidas de los productores, ha llevado a suspender "sine die" su continuación. No habrá, por tanto, más capítulos: un palo a todos los que sí creímos en las posibilidades de este proyecto. Imagino todo lo que una historia como la de "Messiah" hubiera podido aportar incorporando en su guión los múltiples argumentos socio-políticos y filosóficos de una pandemia mundial como la que vivimos. Hombres y mujeres de poca fe... pero bueno, como dijo nuestro inolvidable Rick Blaine en "Casablanca", "we'll always have Paris": esperemos que Netflix mantenga al menos esta primera (y única) temporada disponible en la cartelera...
DrChandra
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