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El cerebro

Comedia Arthur (Belmondo) y Anatole (Bourvil) son dos rateros de poca monta que planean hacerse con un botín que viaja de París a Bruselas, pero no sospechan que hay otros criminales que han planeado el mismo golpe que ellos. (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
19 de agosto de 2011
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo es cuestión de gustos. Los primeros minutos de "El cerebro" dejan claro cómo es la película: un film con excelentes actores que se lo pasan en grande desarrollando una historia dinámica, absurda por momentos y siempre simpática.

Disfruto viendo a David Niven sobre un flotador en una piscina aguantando la risa al escuchar un discurso histriónico de Eli Wallach mientras se hunde en el agua. Me divierto con el Jean-Paul Belmondo más gamberro, liándola parda con Bourvil con ese aire de caradura entrañable que muy pocos igualan delante de una cámara. Y así hay unas cuantas. Para mí, sólo con eso la película quedaría justificada.

Pero hay más. No mucho más, pero sí algo más.

La historia es entretenida: un robo, varios criminales tras el mismo botín y múltiples confusiones que enredan la trama. Salvo un pequeño bajón de ritmo en la parte final, el conjunto resulta sinceramente simpático. Incluso llega a destilar una enérgica y particular frescura psicodélica, ya que el influjo del año 1969 se percibe desde los créditos iniciales.

En resumen, que la película es guateque de un grupo de amiguetes pasándoselo en grande, es decir, la típica fiesta de la que uno sale encantado porque no se ha aburrido y, encima, se ha echado unas risas.
Pablo Fanquis
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14 de noviembre de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esa es la sensación que destila "El cerebro", la de unos amigos que se juntaron para pasárselo bien con la excusa de un rodaje. En ese sentido recuerda a las películas del "pack rat" de Sinatra, Martin, Davis y compañía.

Destila un aroma al humor de algunas películas de Peter Sellers, salvando ciertas distancias, con toques absurdos o levemente psicodélicos, y un marcado estilo ye-ye, aunque algunos de sus gags han envejecido un poquito mal, y es un humor que a veces resulta anacrónico, con tendencia a la bufonada en algunos momentos. También hay claras influencias de otras cintas del género de robos (Rififí, La cuadrilla de los once).

Pese a todo resulta amena y entretenida, y a destacar la magnífica secuencia de Silvia Monti en la piscina mientras suena "Cento giorni", un par de minutos de una sensualidad memorable y elegante donde Monti compite en belleza con la canción de Caterina Caselli.
Golf
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