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Besos robados

Romance. Comedia Continúa el ciclo de Antoine Doinel tras "Los cuatrocientos golpes" y "L'amour à vingt ans". El protagonista (Jean-Pierre Léaud), tras ser expulsado del ejército por insubordinación, visita a su antigua novia, Christine (Claude Jade) cuyo padre le encuentra a Antoine un trabajo temporal como vigilante nocturno de un hotel. Sin embargo, por culpa de un detective privado, pierde el empleo el primer día. Para compensarlo, el detective le ... [+]
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
12 de septiembre de 2006
94 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agradable comedia romántica considerada por algunos, de forma exagerada en mi opinión, el mejor tratamiento del amor juvenil en el cine. Sin duda es encantadora (la película se ve sin pestañear), pero también algo volátil.

La película avanza con un tono casi improvisado, con personajes que parecen flotar alrededor de la cámara (aparecen y desaparecen sin las ataduras propias de una férrea narración). Todo encaja con el clima que Truffaut trata de insuflar a la película: un tono adolescente de inconsciencia, de besos furtivos, de vertiginosos amoríos... Un tiempo en que la vida parece ir por delante de nosotros mismos con un vigor incombustible, una energía que se alimenta de la calle y una naturalidad que se va perdiendo con los años.

Por ello es una película de momentos, de escenas puntuales de puntual intensidad emotiva. Es una película para decir ¡coño, qué bien plasma este tío tal sensación!, aunque luego el desarrollo del resto de la película parezca relleno. Y eso es lo que Truffaut buscaba. La simplicidad de lo directo, el efímero fogonazo. Suavizar y, de alguna manera, reparar aquello que quedó erosionado tras los 400 golpes.

Y sí, Truffaut era un tremendo romántico y un tremendo soñador. Para él la vida era el cine, y alguien con ese amor por lo cinematográfico tiene que ser por fuerza, pese a aquello de que “el cine es mejor que la vida”, un pertinaz vitalista (no sé si el cine es mejor que la vida pero sí sé que el amor al cine es amor a la vida). Y el amor a la vida necesariamente, en mi opinión, lleva al desencanto, a la decepción, a la nostalgia.

En cuanto a lo de que no es una narración convencional, que es más un ensayo... Bueno, es que era lo que Truffaut pretendía. Sus intenciones eran precisamente ésas. Otra cosa es que no guste o que, ya puestos, prefiramos propuestas más radicales como Jules et Jim, las narraciones de Vivamente domingo, El pequeño salvaje... o el tono hitchckoniano de La novia vestía de negro etc. Pero en todo caso es perfectamente comprensible que ese aire de descuido, ese tono de atolondramiento adolescente, no conecte con un buen número de espectadores al carecer de un riguroso hilo narrativo (la cinta, es cierto, parece no tener rumbo).

Pero Truffaut trató de impregnar el metraje de sensaciones más que narrarlas (cualquiera puede pensar que los devaneos amorosos van a ser lo fundamental de la película cuando en realidad están sólo apuntados). Evocar más que contar. No es el único camino (ahí está el ejemplo de Matar a un ruiseñor, una de las películas que mejor han retratado la infancia con su perfecta narrativa). Pero no me parece un mal camino.
Bloomsday
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17 de abril de 2007
42 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Séptimo largometraje de François Trufaut. Fue nominado a un Oscar (lengua no inglesa). Producido por Marcel Berbert, se estrena el 14-VIII-1968 (Avignon Film Festival).

La película, cuya acción tiene lugar en Paris en 1967/68, combina drama, comedia y romance. De tono ligero, alegre y aparentemente descuidado, se desarrolla a un ritmo muy vivaz. Incluye un punto de nostalgia y melancolía, subrayado por la canción "Que reste t'il de nous amours", compuesta e interpretada por Charles Trenet. El relato traspira sinceridad y cotidianeidad, derivadas en gran parte de las referencias autobiográficas que incorpora. Utiliza con frecuencia la técnica de sugerir, insinuar y evocar, con lo que el relato adquiere un aire ligero, fresco y fascinante.

El protagonista, Antoine Doinel, de unos 24 años, se mueve en un entorno de inestabilidad y provisionalidad, se siente desconcertado y desbordado por la sucesión de hechos y carece de seguridad en si mismo. Como método de autoafirmación repite ante el espejo su nombre y apellido, con evidentes deseos de elevar la autoestima. Trabaja en oficios mínimos: soldado de 2ª de reenganche, portero de noche de un hotel de barriada, auxiliar ("periscopio") de un detective privado, reparador domiciliario de televisores. Siempre le acechan la mala suerte, la fatalidad y el despido. En relación con las mujeres, la imprevisibilidad de las situaciones que se suceden no le permite racionalizarlas y gestionarlas. Opta por dejarse llevar, como si la vida fuera una aventura azarosa y contingente. Conoce, también, los primeros problemas con las mujeres (amores imposibles, celos). A la vez descubre que, más allá del amor físico, hay otro amor, el amor que es entrega mutua, libre y sin contrapartidas.

El film contiene escenas surrealistas, de una fantasía cautivadora, como el envío de cartas postales a través de una imposible red de tubos de aire comprimido o el encuentro con un extraño personaje que suma lucidez y extravío mental. Otras escenas crean situaciones mágicas, como el informe trasmitido por teléfono a la secretaria de los detectives, quien, tras tomar nota del mismo, pregunta: ¿Esto es un informe o una declaración de amor (a la mujer que Ud. investiga)?

El humor se hace presente a través de personajes pintorescos, con un punto de excentricidad, hechos hilarantes (detective que se hace pasar por catedrático), situaciones insólitas (detectives que investigan el adulterio de una mujer con un desconocido, que es uno de ellos), tratos poco habituales (hazme el amor ahora y luego te olvido para siempre), sorpresas mortíferas, visitas inoportunas. Las referencias cultas se centran en Balzac y su obra "El lirio del valle", evocación del amor de Fabienne Tabard. Es memorable la difereciación que establece entre cortesía y tacto.

Tercera entrega de las aventuras de Antoine Doinel. La música incorpora insertos vigorosos, alegres y románticos, como "Antoine" y "Fabienne".
Miquel
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24 de mayo de 2008
28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los personajes de Truffaut se caracterizan por gozar de una enorme y elaborada personalidad. El caso de Antoine Doinel es el perfecto ejemplo de ello, y si vuelve a aparecer en más películas y éstas siguen funcionando es porque el personaje da mucho de sí, y gracias a la desbordante imaginación del director francés se permite el lujo de mirar hacia delante y dejar de lado a aquel recién adolescente para dar paso a un recién adulto más desorientado aún que por entonces. Y es que en esta película el polifacético Doinel no da respiro alguno, con una ambición laboral y amorosa delirante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
hpbordon
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28 de agosto de 2007
29 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Género: comedia. Subgénero: romántica. Clase: Paris oh la lá
"Besos robados" es una película muy divertida, eso lo primero. Jean Pierre Leáud, el actor fetiche de Truffaut es el actor ideal para sostenerla (no podía ser de otra manera) y consigue "contar" sin "decir" (mientras que Woody Allen "dice" para"contar" -siento el galimatías, no me sé expresar mejor, pero alguno me entenderá). No os extrañe que se utilicen términos como "encantadora", "deliciosa" o "elegante", para definirla. Es todo eso y algo más. Es cierto que algunos tramos no están del todo bien encajados, pero esto forma parte de su encanto y también de ver la vida, y el cine, o ambas cosas a la vez, de Truffaut.
Divertidísima, con algunas escenas de antología (Fabienne Tabard, Fabienne Tabard, Fabienne Tabard, Fabienne Tabard...). Ah, y un sobresaliente a la banda sonora, no menos "encantadora" y sugerente.
Aunque sean muy distintas, posiblemente te guste si disfrutaste con "Descalzos en el parque" o "Desayuno con diamantes". Tampoco decepcionará a los fans de Woody Allen.
Emilio Cappa Segis
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16 de julio de 2006
30 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y es que esta es una de las películas de Truffaut menos sugerentes que he podido ver, ya que los bellos pasajes de los que suele impregnar el realizador sus films, aquí no se dan cita en demasiadas ocasiones, siendo solo en un par de momentos cuando el realizador francés usa su cámara del modo más acertado y atractivo.

De todos modos, y pese a no ser una historia demasiado embriagadora, como mínimo sabe entretener y mantener la atención del espectador durante todo el transcurso de la misma, y aunque en alguno de los terrenos que intente destacar, resulte bastante fallida, como mínimo nos topamos con algo distinto, un film romántico que no llega a evocar como fuera necesario, pero que contiene momentos extrañamente divertidos.

Que no es una de las mejores obras de Truffaut salta a la vista, pero sus trechos distintivos siguen ahí, como el ritmo vertiginoso que suelen adquirir algunas de sus propuestas en los primeros instantes, el trabajo con la cámara por momentos y secuencias tan apresuradas como bien encajadas en el metraje.

Los protagonistas cumplen, siendo Léaud una de sus principales bazas, interpretando con vitalidad un personaje que, sin esa misma característica, no habría dado tanto de sí mismo. También Seyrig y algún que otro secundario, como la mayoría de los sujetos con los que convive en su agencia, otorgan buenos momentos y singulares tramos. Sin embargo, a este trabajo le falta algo.
Grandine
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