100 días con la Tata

Más que una crítica, aquí quiero dejar mi humilde opinión.

Ayer vi este precioso documental en el cine. En la sala solo estábamos 3 personas, lo cual me pareció una pena, pues transmite unos valores que deberían generar mucha más expectación: el amor por nuestros mayores, la dureza del trabajo de cuidador, la aceptación de la muerte como algo intrínseco a la vida, los efectos del confinamiento y la pandemia...

Pasé toda la sesión con la lagrimilla puesta, aunque se mezclase con carcajadas continuamente, porque vaya par de protagonistas...

Habrá quien piense que es ñoña o predecible, pero para mí está hecha con y desde el corazón, y eso es difícil de ver hoy en día.

Yo la pondría como visionado obligatorio en los institutos (e incluso en los colegios) porque creo que las nuevas generaciones deben aprender a valorar más a sus mayores, bueno, todos en general, porque son quienes lucharon y se sacrificaron para construir nuestro país.

Me gustaría saber vuestra opinión y, si no lo habéis visto, animaros a que lo hagáis. No es un peliculón, pero sí es de esas rarezas que te "tocan la patata" y, en estos tiempos extraños, se agradece ver obras como esta, que te devuelven la esperanza en el ser humano.

El debut de Miguel Ángel Muñoz como director de su propio film nos sorprende tras varios años de verlo actuar, tanto en pantalla como en los escenarios. En esta ocasión, nos muestra su lado más familiar y personal, y envuelve al espectador en su vida más íntima. Él y la Tata, la hermana de su bisabuela, protagonizan este emotivo y a la vez hilarante largometraje en el que muchos nos podemos llegar a sentir identificados con la relación que tienen.

100 días con la Tata se empezó a rodar hace tres años como una de las metas que tenía que alcanzar la Tata antes de morir. Al llegar la pandemia, Miguel Ángel decidió continuar con la grabación sin el equipo de rodaje y registrar esos cien días encerrados en casa.

A simple vista, podríamos pensar que se trata de una escenografía simple y casera. No obstante, fascina a la audiencia con una excelente variedad de planos. Aún así, esta combinación más profesional con otra más de “estar por casa” no llega a distraer al público en su narración.

El documental aborda temas como la soledad, la vejez y el miedo a la muerte, tanto de las propias personas mayores como de sus familiares. Pero no solamente trata asuntos delicados, sino que también se centra en momentos graciosos que pasan durante su convivencia en la cuarentena, y en el desgaste físico y emocional que sufre Miguel Ángel.

Quién diría que cien días de ambos personajes en treinta y cinco metros cuadrados podrían llegar a desprender tanta ternura, conectar con la gente y darles un sentimiento de esperanza en un momento tan complicado.

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Es un gran homenaje sobre todo a ese personaje singular, Luisa Cantero, que ha cuidado desde pequeño a Miguel Ángel Muñoz. Y él se lo devuelve con creces en esa “Cuarentata” entrañable donde ambos han compartido, más que una cuarentena, espacios de media vida -si no, entera-. Queda explícito el buen rollo entre ellos y alabo la disciplina con lo que ese más que ‘bisnieto adoptivo’ ha sabido enderezar el camino que va desde el amago de un ictus hasta una jubilosa rehabilitación (plas, plas). También destacaría el comentario de un psicólogo -ay, esos actores, qué harían sin uno a mano- en el sentido de que a veces uno no es lo que realmente es sino lo que quiere ser… Prima sobre todo la alegría y el dar visibilidad a las personas mayores aunque esta Tata, en realidad, rezuma siempre frescura, bendita sea por ello. Y sólo una pequeña pega, a nivel muy subjetivo: ese afán por contratar a una cuidadora idónea que substituya a Miguel Ángel porque eso es ‘imposible’: cada uno es cada cual.

Miguel Ángel Muñoz ha creado con ésta, su “ópera prima”, una historia tierna e inolvidable. “100 Días con la Tata” es algo tan sumamente real, que incluso llega a ser difícil, no sentir esa conexión, desde el minuto uno de metraje. Porque lo que parte del amor, rara vez suele fallar. Cierto es que su guión, a veces se percibe carente de empaque y su dirección en ocasiones algo caótica, fruto seguramente de la inexperiencia, pero en ningún momento, ni lo uno ni lo otro, actúan como “handicaps” para el disfrute de su visionado.
Es más, esas carencias propias de las primeras veces, las suplen “personajes” tan potentes como “La Tata”, Luisa Cantero, que es experiencia de vida, fuerza y paciencia. O el mismo Miguel Ángel Muñoz, al que vemos en un papel de cuidador y protector. A lo largo de toda la cinta profundizaremos en su relación, percibiendo, inseguridades, miedos, cansancio, fuerza, vitalidad, esperanza, positividad, pero sobre todo; muchísimo amor.
Se agradece también a Muñoz, que visibilice, en este, su relato de cuarentena, no sólo esa positividad derivada de el “feedback” con las redes y “Cuarentata”, sino también la importancia, de los cuidados a nuestros mayores. Poniendo de manifiesto el desgaste que ello supone a nivel físico y mental en quien los ofrece.
Si algo nos debe quedar claro, es que “100 Días con la Tata” no tiene ningún tipo de aspiración pretenciosa. Muñoz lo deja claro, con esta película quiere poner memoria y dejar constancia sobre su entrañable relación con su “Tata”, algo que evidentemente a nivel cinematográfico le pasa factura y la penaliza. En ningún momento será un “blockbuster”, ni gozará de una fotografía, un diseño de producción o un “soundtrack” novedoso o espectacular, pero no lo necesita, porque tiene ese “algo”, el carácter humano que la eleva.
En definitiva, este film no se trata de un documental al uso, sino de una pieza intimista e inigualable. Ser algo único y especial en estos tiempos que corren es sumamente difícil y esta cinta lo consigue con muy poco. Por todo esto, te recomiendo su visionado, receptivo y armado de una buena caja de pañuelos, porque escriba lo que escriba yo aquí, “100 Días con la Tata” no se puede explicar, se entiende únicamente cuando se ve.
Puntuación: 4 sobre 5

Miguel Ángel Muñoz, un señor que canta, baila, cocina, actúa (cine, teatro, televisión, doblaje, lo que le echen), presenta programas de televisión, galas de premios, hace de jurado en la tele,…ninguna de esas cosas las hace tan especialmente bien como para destacar…pero tampoco hace mal del todo ninguna de ellas…

Bueno, pues ahora también …dirige ¿¿EIN?? ¿qué va a ser lo próximo? ¿meterse a neurocirujano? Todo lo intenta este hombre, es un culo inquieto y eso para empezar me gusta. Es un tío guapo, simpático, fotogénico, que cae bien… ¿pero también dirigir? Esa era la idea preconcebida con la que empecé a ver esta peli.

Los primeros minutos de “100 días con la Tata” confirman los peores augurios que mis prejuicios me habían soplado en el oído bueno, esto no es más que una masturbación cinematográfica como una catedral, el tío se ha montado una peli para lucirse él con la excusa de hablar de la Tata, te enseña sus inicios en el cine, sus fotos de pequeño, su paso por UPA dance (sin camiseta, claro), que si mira cuando me hice una maratón (bueno, varias), que si hice giras mundiales, que si me tiré en paracaídas, que si yo era patrón de barco, que si me saqué el hombro de su sitio en directo en un concierto…¿pero qué le pasa a este tío? ¿no tiene bastante con su Instagram para lucirse? ¿Cómo puede haber tanto ego en un solo cuerpo? Vale que esa señora se merece no una, sino 10 películas para homenajearla, a ella y a todas las mujeres de su generación que siempre anteponían el cuidado de los demás a vivir su propia vida, pero los primeros minutos del documental hablan de él, de él y de….él.

¿Cómo hay que ser de narcisista para grabarte en la ducha y enseñárselo a todo el mundo? Ningún director consagradísimo con un ego desmesurado ha sido capaz de hacerse una película a sí mismo con la excusa de contar la vida de la mujer que lo crió (bueno sí, Cuarón, pero él no era el prota en primera persona contándolo todo mientras lo entrevistaban), pero el amigo Miguel Ángel tiene una vida interesante, lo reconozco.

Pero (ya hemos llegado al peeeeero), conforme va avanzando el metraje te vas rindiendo ante esa maravillosa relación entre la Tata y el director hasta el punto de que la más insana envidia te corroe por dentro. Es un chute de positivismo, de alegría, de buen rollo, de ánimo en momentos pandémicos. Dada mi alergia a las redes sociales no conocía la historia de esta señora ni su repercusión casi planetaria, pero me alegro de haberla conocido por esta película. Y sí, la historia, no solo de la Tata sino de la que liaron los dos en la pandemia y cómo esa actividad ayudó a esta mujer, bien merecían un documental, que la historia fuera contada y que nosotros la disfrutáramos. Y la energía que tiene ese tío oye, pensaba que yo era hiperactivo pero este hombre me supera.

Sorprendentemente (para mí), es un buen documental, bien estructurado, bien montado, bien narrado, con un ritmo excelente y al final, a pesar de todos mis prejuicios, e independientemente de que también sea una enorme paja cinematográfica para el director, te toca la patata. Y eso es algo que no consiguen otros directores consagradísimos, con muchas pelis a la espalda, con la vitrina del salón llena de premios y que disponen de presupuestos millonarios y actores/actrices de relumbrón, es muy difícil que te emocionen así y además con esa sencillez así que PUNTO PARA MIGUEL ANGEL MUÑOZ. Le puedes acusar de sensiblería, de buscar la lágrima fácil, de ser un moñas y de todo lo que quieras, pero ese nivel de emoción, insisto, no lo consiguen otros por mucho que lo intenten.

Los planos en los que le están entrevistando a él se hacen muy cannnnnnsinos, pero sí que hay talento para la dirección dentro de ese cuerpo polifacético. la pregunta es ¿tendrá algo más que contarnos en una próxima peli? ¿o únicamente necesitaba mostrar su relación con la Tata?. Dudo que estemos ante un futuro director que vaya a inventar la pólvora en el cine español, con lo que la frase de “es un debut prometedor y bla, bla, bla…” me parece que sobra, pero 100 días con la Tata es un documental muy disfrutón, que se ve con agrado y emoción y que consigue removerte algo muy adentro.