Black Box

Sin pretensiones, va tejiendo una intriga que atrapa al espectador y le hace no despegarse de la butaca.
Ese ser anodino, amargado, puntilloso, es la esencia del buen profesional que no puede desprenderse de su obsesión. Y sí, está en lo cierto.
La pena es que como no tuvo mucha publicidad, quedará en el ostracismo como si no hubiera contado nada. Critica muy poderosa y verósimil sobre los poderes financieros, en este caso el del mundo de las aerolíneas, que a los top de los que hablan de cine no parece interesar como la explosiva y artificiosa, pero plagada de estrellas,No mires arriba.

Un eficaz thriller francés sobre un joven técnico de la Oficina de Investigación y Análisis para la Seguridad de la Aviación Civil (BEA) que piensa que han manipulado la caja negra de un avión que acaba de estrellarse  en los Alpes muriendo más de 300 personas.

Mathieu Vasseur, se encuentra a cargo de la investigación para determinar las causas exactas de un accidente aéreo, ya que misteriosamente ha desaparecido su superior. Todo indica a que ha sido un acto terrorista, pero tras su minucioso análisis de las cajas negras, le lleva a dudar de esa versión y realizar su propia investigación en secreto.

Todo un mundo desconocido sobre pilotaje e investigación aérea se abre ante los ojos de los espectadores, que lejos de utilizar tecnicismos que no entendemos, nos explican claramente lo que vas viendo. No le falta de nada a este interesante guion con teorías conspiratorias, chantajes, abuso de poder, corrupciones en líneas aéreas, manipulación de información etc…  

Pierre Niney es Pierre Vasseur, el brillante y meticuloso ingeniero a cargo de la investigación. Su superior es el gran André Dussolier y la novia del protagonista es la actriz Lou de Laage. El director de la película, Yann Gozlan contó con la ayuda de la Bea e incluso rodaron en sus instalaciones.
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No son ni remotamente nuevas las películas sobre indagaciones de cualquier tipo que van destapando diferentes variantes de conspiraciones políticas, empresariales, financieras o simplemente familiares en busca de una herencia. Y, sin embargo, ante Black Box se tiene en todo momento una constante sensación de estar frente a algo original o, al menos, oportunamente recuperado.

El protagonista, Mathieu, en la piel del joven pero ya experimentado actor francés Pierre Niney, sostiene todo el relato con una postura verosímil y atractiva, mezclando la seriedad propia de un profesional excepcional y la fragilidad de quien sabe que no tiene todas las respuestas y que no se deja llevar por la soberbia pedante y salvapatrias que suele caracterizar a otros investigadores del género.

Su trabajo, meticuloso hasta el escrúpulo, arrastra la atención de un espectador incapaz de apartar la vista de sus puntillosos movimientos con el teclado o los auriculares haciendo imposible perder el interés o salirse de la narración. Este modus operandi de Mathieu es, a su vez, un reflejo del trabajo realizado por su director Yann Gozlan, quien pilota este libreto impecable con tintes de documental pero cargado con una tensión latente y tenue que deja salir con una muy medida temporalización.

El tema en sí, ya resulta atractivo, pues pocas veces, que yo sepa, se ha tratado este asunto de la exploración aeronáutica, con tanto detalle y, sospecho, que rigor. Aunque no se ha basado en ningún hecho real concreto, las distintas incidencias con las que se encuentran sí que son experiencias ocurridas y, sea como fuere, el equipo de guionistas consigue que todo adquiera una veracidad real.

Niney domina constantemente la pantalla y, a su lado, se desdibujan un poco el resto de personajes, que, por otro lado, ocupan el lugar preciso que les corresponde. Curioso también el juego de Noemí, su ambiciosa mujer: tal como manda la tendencia actual, su relación es afectiva pero fría, con sus carreras profesionales antepuestas a las necesidades familiares. Sin embargo, es también una interesante baza del guion, ya que va haciéndose también un hueco, en lo profesional y en lo emocional que contribuye sutilmente a la conclusión eficaz del proyecto. Por otro lado, contar con el veterano André Dussollier, en un papel discreto, alejado de las potentes fantasías surrealistas de Alain Resnais, es siempre un buen aliciente para ir al cine.

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Pues así de primeras me esperaba otra cosa, algo más thrillesco, por llamarle de alguna forma, que no quiere decir que no lo sea, pero es de otra forma. Me sorprendió, para bien, y eso que el tráiler ya me había llamado la atención.
Actoralmente muy lograda, sobre todo el protagonista, le viene al pelo el papel.
Diseño de producción de locura, hay escenarios que no te los crees, con todo el tema de los aviones y demás.
Y por último, el argumento, muy consagrado y firme, te sorprende y tiene partes realmente chulas, manteniéndote en vilo hasta el final.

· Cosas buenas: el prota, es una locura, tanto la actuación como el propio personaje.
· Cosas malas: quizás, en cuanto a lo técnico, es demasiado televisiva.
· Conclusión: Un más que competente thriller con unos tonos oscuros muchas veces, y que no te arrepentirás de consumir.

Muy bien, pero que muy bien, me ha encantado, es muy buen thriller francés, realizado a las mil maravillas por Gozlan, que me recuerda a los thrillers clásicos. Tiene un ritmo endiablado que no decae en ningún momento, con grandes dosis de intriga muy bien dosificadas. Metraje de 2 horas que se pasan volando. Guión sólido y actuaciones muy buenas, sobre todo la de Niney, muy creíble en su papel. Le hecho en falta algo más de acción, pero puede pasar. En resumen, notable película francesa que te mantiene pegado a la pantalla. Totalmente recomendable, una joya, para ver.