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Angustia de silencio

Thriller. Intriga. Terror Los habitantes de Accendura, un pequeño pueblo de la región italiana de Lucania, están aterrorizados por la aparición en la zona de varios cadáveres de niños.
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
7 de enero de 2008
38 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy en día padecemos una manía rara, entre moralista y paranoica, que nos lleva a sobreproteger la infancia hasta niveles absurdos y alarmantes. Una película tan mediocre como la coral Cuentos eróticos jugaba al erotismo con el cuerpo desnudo de una niña de 11 o 12 años. Hoy en día una escena así sería impensable, un terremoto ético que, de existir, sólo podría provocar desconcierto e incomodidad (la polémica alrededor del último film de Dakota Fanning, por ejemplo). En Angustia de silencio la bellísima Barbara Bouchet seduce a un afortunado preadolescente con sorna e impudicia. En el film de Fulci, a estos chavales (que además fuman y se van de putas) también se les estrangula sin contemplación alguna. No es una película especialmente provocadora, pero ese hablar con libertad de cosas espinosas sí que sorprende agradablemente en estos tiempos asépticos y preservativos. Porque de libertad (creativa y artística) puede presumir perfectamente esta tajada de cine abstracto y total.

Brillante laberinto de espejos deformantes, caluroso y alucinado ejercicio de suspense, el film de Fulci no se detiene en los zarpazos de estilo: construye, con la ayuda de Gianfranco Clerici, un diabólico guión que no para de zarandear al espectador de un sospechoso a otro, de una hipótesis a la siguiente. Para suponer y descartar y volver a suponer. Sin caídas de ritmo, también sin excesiva coherencia y abusando de las casualidades, sí, pero atrapando con ello al espectador, jugando al engaño con ingenio como todo buen giallo que se precie. Como tal, su resolución será de un delirante que sólo puede esconder algo triste y amargo: un profundo patetismo. Aunque anterior a sus célebres gores fantásticos, es una obra mórbida y magistral que explora el derramamiento de sangre sin salirse del marco de la realidad, lo que la hace aún más extraña y perturbadora. Además de lírica, dulce, erótica y cruel: otra joya de don Lucio.

Lo mejor: la bruja cazada en el cementerio, magistral.
Lo peor: lo de siempre en los giallos, lo absurdo, ridículo e inverosímil que resulta todo.
nachete
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10 de noviembre de 2008
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinta parcialmente interesante en lo visual al ser una aportación de pretensiones modestas en sus postulados (no tanto quizás en su presupuesto, pero Fulci era un realizador de intenciones y resultados “baratos”, y ahí radica su encanto) pero de inquieta ejecución; una de esas pelis que se rebelan ante la escasez de la trama que les sirve de base con una colección de planos francamente curiosos, que suponen una plasmación eficaz de una inventiva arriesgada en su fondo (niños muertos, tetas, culos y curas) y, también, en su forma.

La cuestión es que Fulci abusa de un estilo recargado, enfático, con una cámara inquieta que busca el subrayado constante a través de un montaje sincopado, del uso del zoom, etc. Técnicamente es una cinta muy de la época, y eso implica cosas positivas (como el recurso a una imaginería visual furiosa, no siempre de buenos resultados pero siempre perseverante) pero también aspectos negativos (la dirección de actores, defectos de montaje en algunas secuencias... Momentos en los que la perseverancia se transforma en incontinencia).

Argumentalmente la película tiene un empleo en parte ineficaz de ese deprimente decorado rural de atavismos y supersticiones; escenario que sirve de perfecto soporte para el festín de brutalidad de Fulci, pero que quizás sea tratado más como una liviana excusa argumental para el desenlace que como una satisfactoria reflexión, aunque sea sucinta, sobre la Italia profunda, la religión, y los usos y costumbres. La trama en sí misma, más allá de dobles intenciones, es francamente sonrojante y, lo que es peor, narrativamente no está suficientemente bien engarzada en las imágenes. Pero eso es así, estos italianos del giallo sabemos que buscaban ese momento fugaz del suspense puntual, independientemente de que la suma de instantes afectara muchas veces a la construcción de un relato homogéneo.

Pese a todo, la cinta es suficientemente bestia, tiene secuencias de violenta antología bizarra nada desdeñable en su planificación y, en general, aporta unas estupendas intenciones que, afortunadamente, no enmascaran sus defectos. Y digo afortunadamente porque este cine sin defectos en su ejecución, visto hoy, tendría muchos menos motivos para su disfrute o revisión.
Bloomsday
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9 de enero de 2010
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fulci es de aquellos cineastas con los que no caben medias tintas. O lo amas o lo odias. Su forma de entender el cine podrá cautivarte o repelerte, pero lo que está claro, clarísimo, es que jamás te dejará indiferente. Eso, nunca.

Mi relación con el italiano, sin embargo, no fue un amor a primera vista. El proceso de seducción fue, digámoslo así, algo más lento y progresivo de lo habitual. Probablemente todo ello fue debido a que quise picar demasiado alto en mi primer encuentro con él y cometí el error de emprender el visionado de la que muchos consideran su obra maestra -“El más allá”- sin ningún conocimiento previo de su libreto de estilo ni de su trayectoria como cineasta. Espoleado, tan sólo, por el (moderado) entusiasmo de un usuario tan proclive al género terrorífico como un servidor y cuya crítica (2ª en el ranking de esta peli) os resultará mucho más provechosa que ésta.

El caso es que unos meses después de mi primera cita con Lucio decidí volver a flirtear con él y escogí para la ocasión “Nueva York bajo el terror de los zombies”. Una cinta que me enganchó bastante más que “El más allá” y que certificó, por fin, el inicio de mi romance con uno de los realizadores más polémicos de la serie B italiana. Un cineasta curtido en mil batallas (comedia, musical, spaghetti-western, giallo) que acabaría encontrando en el cine de terror el ámbito más adecuado para dar rienda suelta a su sello estilístico más intrínseco: la ultraviolencia.

Y aunque mi siguiente capítulo amatorio con el transalpino simbolizó nuestra primera riña de enamorados (“Aquella casa al lado del cementerio”), la cúspide de mi pasión por Fulci llegó con la peli que hoy nos ocupa: “Angustia de silencio”. Un modélico giallo (para muchos el mejor que se ha hecho nunca) que contiene, al margen de esa ultraviolencia gore que le hizo célebre, todos y cada uno de sus rasgos distintivos. Me estoy refiriendo, como no, al decadente encanto de su puesta en escena, a su tremenda habilidad para crear atmósferas siniestras, a su talante políticamente incorrecto, a su elegante erotismo y a su increíble destreza para materializar pavorosas y delirantes ideas visuales. Aún así, permitidme destacar una secuencia. Sólo una. En ella aparecen cuatro tipos linchando con palos y cadenas a una bellísima bruja gitana. La podéis localizar en youtube y os aseguro que si sois amantes del género terrorífico y no habéis visto aún la peli de Fulci, el poderío de sus imágenes y el brutal contraste logrado con la balada de Ornella Vanoni os empujará inexorablemente a verla. Lo digo por experiencia propia.

(A Bloomsday)
Taylor
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23 de julio de 2013
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El miedo, incluso teniendo una raíz psicológica, es irracional. Me encanta la psicología, sobre todo aplicada a un relato tanto si es literario como cinematográfico, pero entiendo que en el género de terror, todo lo que no venga desde un enfoque o desarrollo del miedo como concepto psicológico está infravalorado. Esto es lo que ocurre con el cine de fulci y paradójicamente ahí es donde reside todo su mérito. En sus películas, sobre todo las de terror-aunque ésta es más bien de suspense-introdujo el concepto del miedo desde un punto de vista visual, así; literalmente, el miedo que entra por los ojos. De esta forma, en su cine, el recorrido psicológico del miedo se hace a la inversa y va de fuera hacia dentro, y eso desde mi punto de vista es muy difícil lograrlo, ahí está el mérito. Pero este concepto de horror visual no está basado únicamente en la brutalidad o truculencia-como algunas mentes estrechas o estómagos encogidos quieren resaltar-es en la gran habilidad para crear atmósferas angustiosas y terroríficas que tiene el maestro, donde reside el mérito para que el miedo cause su efecto. No es solo repulsión y rechazo a la sangre y la violencia, es miedo bajo un estímulo visual-impactante pero visual al fin y al cabo-y eso es lo que molesta a la crítica oficialista; que alguien te asuste, te cause inquietud y te deje mal cuerpo sin utilizar recursos psicológicos, es difícil admitir. Y en la simplicidad, en lo elemental, es donde reside lo complejo. Pondré un ejemplo ilustrativo; cuando alguien ve por primera vez un asesinato en una película de fulci, ya sea cometido en un despacho, un dormitorio, o un sótano, no solo se le queda grabado en la mente el asesinato, sino también; el despacho, el dormitorio, el sótano...eso es a lo que me refiero. Además, fuera de la brutalidad y la violencia, hay otros aspectos interesantes en sus películas que van más allá del suspense o el horror. La escena en la que la chica libertina se insinúa al pobre niño...hay que tenerlos muy bien puestos para atreverse a rodar eso ¡ojo en 1972! tremendo. Algo así en el cine de hoy día sería del todo impensable. En cuanto al apaleamiento de la ermitaña en las ruinas del cementerio, hay un plano en el que se ve a la desdichada retrocediendo ante el avance lento pero inexorable de los aldeanos; el siniestro encuadre muestra a las cuatro figuras recortando un horizonte de cruces y lápidas, y ese plano recuerda al menos simbólicamente a un duelo de spaghetti western, tratándose pienso yo de un sucinto homenaje a otro de sus géneros preferidos. Lo que viene después, es una página dorada en la historia de la fulciología; cuando empieza a sonar de fondo una canción preciosa que se te queda grabada en el alma...para siempre. En medio de toda esa crueldad, cómo es posible un ejercicio de tanta belleza. Grande fulci, poeta de lo macabro y el último romano eterno en el olimpo de los dioses. Hasta siempre, maestro.
fulciadicto
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20 de septiembre de 2008
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Angustia de silencio" es el interesante ejercicio de trasladar el giallo a lo rural. Es además una muy interesante película, si aceptamos de antemano las constantes de este género, que aquí el maestro Fulci demuestra saber manejar con soltura, dotando a la cinta de una elegancia narrativa poco presente en sus films más grotescos (tan grotescos como geniales).

La acción se sitúa en un pequeño pueblo siciliano en medio de la nada, en un típico ambiente rural sin cultura, donde unos niños están siendo asesinados brutalmente. La policía comienza a investigar y la trama avanza con un periodista que investiga el suceso interpetrado por el genial Tomas Milian.

El guión juega al despiste continuamente, donde cualquiera puede ser el asesino, nadie es lo que parece, todos tienen algo que esconder, constante en los giallo. Estos juegos de guión no deja ser un arma con la que se critica la ignorancia del propio pueblo, sumidos en frustraciones.

La película tiene una escena de una muerte brutal, muy grotesca, muy de Fulci, pero Lucio era un director tan genial que la convierte en un conjunto de imágenes con una fuerza visual impresionante y que con ese soberbio acompañamiento musical se convierte en uno de los momentos más bellos e inolvidables del film.

Fulci era un grandísimo director de atmósferas, y aquí lo demuestra, donde la fotografía, llena de escenarios naturales, brilla con luz propia y a si a eso le sumamos una dirección con bastante garra, hace que la película estéticamente sea digno de mención.

El principal problema de la película es que el guión no está muy pulido y aunque la idea de confrontar el avance con la postura de las creencias y supersticiones es muy buena, no parece encajar bien en el conjunto, aunque como Fulci era un grande sabía lo que tenía entre manos e hizo quizá uno de giallos más curiosos y elegantes que se recuerden.
Reverendo Wilson
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