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Mary and Max

Animación. Drama. Comedia Primer largometraje de Adam Elliot, ganador de un Oscar con el cortometraje "Harvey Krumpet". Narra la larga amistad por correspondencia entre un cuarentón judío y obeso de Nueva York, y una niña australiana de ocho años que vive en los suburbios de Melbourne. (FILMAFFINITY)
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Críticas 106
Críticas ordenadas por utilidad
13 de noviembre de 2009
378 de 400 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas sobre las que no resulta fácil hablar porque de algún modo te han calado y a estas alturas de la vida que una simple película te cale ya da casi vergüenza reconocerlo, pero "Mary and Max" me ha dejado así. Casi sin palabras.

Se trata de la historia de una amistad entre un hombre maduro con síndrome de Asperger que vive en Nueva York y una cría australiana de familia y entorno poco amables. Entre estos dos dos seres, tan raros, tan feos, tan vulgares, en suma, tan poco peliculeros, se va construyendo una relación tan preciosa como atípica, basada en pequeños gestos, códigos, señales y detalles que conforman el cerrado mundo propio de una amistad de las de verdad y todo ello sin ninguna cursilería ni amaneramiento, sólo una relación profunda entre dos personas y que pasa por las fases de la ilusión, la esperanza, la alegría, la transición, el puteo y finalmente el perdón y la aceptación.

Creo que esta película es de las que dejan huella en la memoria. No sólo porque es una película elaborada con sentida autenticidad, sino por expresar tan sabiamente el puro horror de la soledad, la emoción que puede significar cualquier contacto humano por mínimo que sea, cuando se está tan absolutamente abandonado de todo y de todos. Porque existen muchos miedos entre nosotros, pero el miedo a estar solos es quizás uno de los más intoxicantes; "Mary and Max" es toda una lección de porqué algunas personas están dispuestas a todo por tener y conservar a un amigo.

Y como no todo va a ser emoción a flor de piel, aún encima redondean la jugada con un trabajo de animación en plastilina increíble (no hay suficientes ojos para captar toda la minuciosidad de los detalles plasmados) y unos toques de humor negro, negrísimo, supongo que a juego con las tristes existencias de sus personajes.

Como ya nos queda poco para pasar al 2010, ya voy diciendo que "Mary and Max" se sitúa entre lo mejor del cine visto en el año que nos ocupa. También se convierte en una cita imprescindible para cualquier devoto del género, porque hablamos de la que quizás vaya a ser la gran obra maestra de animación adulta de los últimos tiempos. Recomendable no: imprescindible.
Neathara
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15 de noviembre de 2009
161 de 177 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las buenas películas de animación lo son por ser imaginativas, visualmente brillantes, divertidas, ingeniosas, llamativas, detallistas, graciosas, creativas, entretenidísimas...

Cuando las buenas películas de animación reúnen todas estas caracterísiticas y más, les perdonamos incluso que sean moralizadoras y hasta algo ñoñas, porque nos lo han hecho pasar bien, divirtiéndonos durante un buen rato.

Pero no son muy numerosos los casos en que además de todo lo señalado, una película de animación, tras habernos divertido mucho, nos conmueve y emociona profundamente, pero de verdad, sin moralinas estúpidas ni mensajes sobadísimos acerca de la idea imperante socialmente del bien y del mal, lo correcto o incorrecto y lo moral...

Esto me ha ocurrido y les ocurrirá a muchos con esta maravillosa película australiana de Adam Elliot, un genio que ya nos avisó de su talento con el estupendo y oscarizado cortometraje "Harvie Krumpet".

La insólita relación epistolar entre los dos ya inolvidables patitos feos que protagonizan esta historia -un judío norteamericano, gordo y solitario, que padece el extrañísimo síndrome de Asperger, y una niña australiana que se pregunta, entre otras cosas, que si los taxistas conducen hacia atrás pagarán en vez de cobrar a sus clientes-, es una de las historias de amistad más extrañas, sinceras, insólitas, fascinantes y lo dicho, conmovedoras, que ha dado el cine mundial en toda su historia.

"Mary and Max" (que no es una película infantil, por cierto) es, desde ya, una obra imprescindible del cine, animado o no, y una de las escasas -quizá la única- obras maestras de este año que concluye.


PD: Quién nos iba a decir que el Oscar a la mejor película de animación que ganará en febrero "Up" iba a ser tan injusto...
Amor Perro
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4 de enero de 2010
107 de 119 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanto Mary como Max son planetas que giran en una trayectoria elíptica sin ser vistos ni escuchados por nadie. Son fantasmas en un mundo que incita a ser visto. En definitiva, son parias... perdedores.

Yo a veces, me pregunto si el perdedor nace o se hace. Al final, me imagino que en la mayoría de los casos al perdedor lo hacen. ¿Y quién es el que lo hace? Pues vete tu a saber quién. Me imagino que aquellos que viven según unos patrones de lo que es, y no es normal. Aquellos que juegan a señalar con el dedo si no tienes trabajo estable a los veintimuchos, pareja a los treinta y tantos o milongas similares.

Mary sólo brilla ante la presencia de Max; y Max sólo se ilumina ante los luz de Mary. Cada uno es la estrella que hace visible al planeta que son Mary y Max. Y ambos seguirán dando vueltas sin ser vistos por nadie más. Y a ellos les da igual. Porque...
…hay amistades que no necesitan de una norma, ni normas que se puedan desarrollar para explicar una amistad. No existe imagen más hermosa que la luz reflejada en una estrella errante ni amistades más sinceras que las que no admiten juicios de valor.
Como la de Mary y Max.
Chagolate con churros
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30 de octubre de 2009
75 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras deslumbrar al mundo y obtener una gran cantidad de premios por su primera obra, el mediometraje “Harvie Krumpet”, Adam Elliot regresa al cine con un largometraje que se erige, desde ya, como una de las obras claves del género de este siglo. Una obra personal, arriesgada, donde se recuperan las señas de identidad de su primer trabajo (voz en off, tono tragicómico, animación stop motion) para contarnos la particular historia de la relación por correspondencia entre un cuarentón de Nueva York y una jovencita de ocho años que vive en Australia.

Como en “Harvie Krumpet”, Elliot demuestra una sensiblidad por encima de la media, un amor hacia sus personajes que traspasa la pantalla y empapa al espectador durante el visionado de su obra, algo que muy pocos realizadores son capaces de lograr. Este es sólo uno de los motivos del triunfo de esta fantástica historia de amistad atemporal, de amor, de perseguir los sueños. Una obra lúcida, llegada de Australia pero con alma intercontinental, capaz de funcionar a tantos niveles que realizar una crítica explicándolos sería simplificar el genio de su creador.

2009 está siendo (o a estas alturas, quizá habría que decir que “ha sido”) un año fantástico para el cine de animación, con obras adultas y maravillosas como “Up”, la sorpresa de “Coraline”, que recupera al mejor Sellick o “Relatos de Navío Negro”, un anexo al Watchmen de Zack Snyder con entidad propia y un estilo único. Cine diferente entre sí, que sólo comparten ser animadas, si bien una es en tres dimensiones, otra está realizada en stop-motion y la tercera se acoge al estilo del cómic americano para, mediante animación limitada, contar una historia de venganza. “Mary and Max” se suma a esta lista sin ningún tipo de duda y Adam Elliot se reafirma como una magnífico narrador, con tanto estilo como personalidad y que, lamentablemente, debido a su situación personal y estado de salud no es capaz de darnos alegrías de forma más continuada.
Caith_Sith
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10 de noviembre de 2009
68 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Absolutamente conmovedora.
Así podría definirla y creo que no me harían falta más palabras para expresar mi opinión sobre esta película.
Sobra decir el argumento, ya bastante dice en la sinopsis, y no soy partidaria de "reventar" las películas, sobre todo esta.
La música totalmente acertada, genialmente hilada, y delicadamente narrada. Te hará despegar del asiento hasta el sofá de Max en Nueva York, o la cama de Mary en Australia.
Recomiendo fervientemente que se dejen llevar por Mary and Max, que la disfruten, que la sientan y sobre todo que sepan "leerla".
Ava
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