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La anguila

Drama Después de ocho años en la cárcel por haber matado a su esposa, a la que encontró en la cama con otro hombre, Takuro Yamashita sale en libertad condicional. Cuando estaba en la prisión Takuro capturó una anguila, que se ha convertido en su mascota y única compañera. Tras salir, se establece en una pequeña población a las afueras de Tokio y regenta una barbería, presidida por un acuario en el que nada su anguila. Un día conoce a Keiko ... [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
2 de noviembre de 2007
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre comete un delito de extrema gravedad que le lleva durante un tiempo a la carcel. Imamura, uno de los grandes cineastas nipones de la historia, nos cuenta con sensibilidad y pasión el difícil proceso de reinserción social de esta persona profundamente afectada por un pasado que le atormenta...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
tolstoievska
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29 de diciembre de 2010
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película llena de sensibilidad y encanto.
Plena en la búsqueda y definición de la redención, a través de su personaje, alguien que simplemente, cegado por los celos (al final de la película trasluce el que igual el protagonista andaba algo trastornado mentalmente por fantasmas interiores cuando cometió el crimen que lo llevó a prisión, pero eso es algo que yo percibí [no tiene porqué ser así] ) ingresa en prisión y al que, al salir de ella, la vida y porque no, las circunstancias, le dan una segunda oportunidad.
Esta cinta me ha enganchado; sus ambientes, tanto exteriores como interiores (ya que también bucea en interioridades) y el fuerte sentido moral de la misma, es sencillamente magistral, llevado muy bien por la mano de uno de los mejores cineastas que el cine asiático haya dado últimamente (y los hay muy buenos).
Y toda una metáfora la historia "paralela" que hay en este drama: la de la anguila.
La anguila es el protagonista: al final, termina libre, libre igual que el protagonista humano.
Libre de prejuicios, pues ya no vemos tan sólo los que la sociedad tiene hacia un ex-convicto, sino los del propio ex-convicto; y libre para amar.
Para mí, junto con 2046, despedidas, deseando amar y la trilogía de Yoji Yamada (especialmente "el ocaso del samurái"), de lo mejor que he visto últimamente en cine oriental
pepete666
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22 de mayo de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólo intentamos comunicarnos, pero cuando lo hacemos reaccionamos con más cobardía, porque el pasado está siempre presente y no se puede huir de él.
¿Está el ser humano condenado a quedar apartado de la sociedad como una silenciosa anguila en una pecera de cristal?

Así despierta Shohei Imamura tras un sueño de ocho años, desde que recibió honores y elogios por "Lluvia Negra", y sinceramente se encuentran pocos directores con regresos tan triunfantes después de grandes recesos en sus carreras. Pero regresa a la industria, y lo hace aquejado de problemas de salud que se divisarán graves a no mucho tardar, junto a su hijo Daisuke y Motofumi Tomikawa para adaptar la novela "Kari-shakuho" del autor Akira Yoshimura, aunque el resultado de la unión de sus ideas dista bastante de tener nada que ver con el texto original. Hay que situarse en el contexto evolutivo del cine japonés, que desde finales de los '80 ha cambiado mucho.
Ya a mediados de los '90 están sorprendiendo nuevos talentos muy profesionales e interesantes como Kiyoshi Kurosawa, Takashi Ishii, Aoyama, Miike o Koreeda, así que la repentina aparición del veterano va a sacudir los cimientos de la industria contemporánea. "Unagi" así lo demuestra con una apertura propia del cineasta en cuanto a habilidad para encoger los intestinos del espectador; a lo largo de poco más de diez minutos ya estaremos enroscados en un clima de insatisfacción moral y angustia vital por la vía de lo sórdido y perturbador. ¿Desde cuando se interesaría por un humilde trabajador de oficina (profesor en la novela) este descuartizador social?

Como en "La Venganza es Mía", se presenta al hombre convertido en asesino, pero por la causa de la infidelidad de su esposa; así, desde el principio estamos obligados a observar con los ojos de Takuro, y a percibir la realidad a su modo. Se olvida lo referente al crimen y a la intriga y la trama se precipita, antes de acabar su prólogo de forma catártica y con el humor negro tan distintivo del nipón (un instante impagable el hombre entrando en la comisaría ensangrentado y declarándose culpable), a una elipsis de varios años. El impacto psicológico inicial poco a poco se diluye sin dejar de lado la tensión que implica el ser testigos de la reinserción del protagonista.
A éste lo ayudará un agente de la condicional y monje del pequeño pueblo donde se va a instalar para comenzar una nueva vida como barbero. Su única compañía es una anguila que cuidó en prisión, perfecta representación de su estado frente a una sociedad cínica y alienante, y es que la realidad que atisba Takuro no deja de ser oscura, retorcida, estéril y demencial, y los hombres siguen siendo tan brutales como mentirosas son las mujeres; pero como en otras obras de Imamura tiene lugar la creación de una comunidad, compuesta de seres pobres, quizás despreciados, desheredados, locos en definitiva, pero que en su especie de relación amor-odio donde comparten su sufrimiento y vicisitudes cotidianas se necesitan como la más unida de las familias.

Un matón de tres al cuarto, un joven obsesionado con los alienígenas, un pescador, un policía que no se lleva bien con su hijo...todos ellos pivotan alrededor del solitario Takuro, en cuya psique el director interpenetra, muy de vez en cuando, pues su comportamiento conforme a la realidad a afrontar es lo más importante. A este círculo viene a introducirse una presencia femenina (Keiko) que amenaza con trastocar la vida del protagonista, quien, como el John de "Vértigo", halla en ésta un doble físico de su asesinada esposa. Y la tensión, desde ese frustrado suicidio, se infiltra sin decirlo en una atmósfera tanto más enrarecida cuanto que los hechos se desarrollan con una naturalidad apabullante. Se centrará el argumento sobre estos seres, perdidos en sus vidas.
Imamura nunca se abandona a baratos sentimentalismos; sabe que Takuro es un asesino y esa culpa es imposible de arrancar, por lo que su vínculo con los demás individuos nunca se estrecha y siempre está marcado por una cierta distancia, sobre todo con la mujer. A pesar de guardarse celosamente las heridas pasadas con la esperanza de que cicatricen y desaparezcan, esto no ocurre, y las segundas oportunidades pasan a ser más bien pruebas de fuego para ganarse a pulso la redención; un compañero de cárcel del protagonista y el jefe y ex-novio Keiko (alrededor de la cual se construye toda una historia inundada por el dolor que daría para una película individual) son la encarnación de este pasado que invade el presente con una violencia inusitada.

Así, la desnudez física, psicológica y emocional de Imamura es directa y contundente, y aflora de un modo memorable en ciertos momentos que son toda una catársis de intensidad y rabia; a destacar ese clímax enfervorecido dentro de la barbería con todos los personajes atacándose entre sí (hay que analizar de cerca esta secuencia para comprobar el talento del nipón como director de actores y maestro de la composición escénica en toda su plenitud). En un rol similar a los que interpreta para Kurosawa, Koji Yakusho deslumbra en su críptico anti-héroe liderando un plantel simplemente brillante donde se deben mencionar a Fujio Tokita, un Sho Aikawa como siempre sorprendente y los sumamente repulsivos Akira Emoto (como encarnación de los demonios de Takuro) y Tomorowo Taguchi.
Soberbia sin duda se presenta Misa Shimizu, actriz de presencia delicada a la vez que magnética e imponente, de nuevo junto a Yakusho, y esta unión cautivaría lo suficiente al cineasta, ya que volvió a colaborar con ambos en su última "Agua Tibia bajo un Puente Rojo". Pero antes, de una manera inesperada, "La Anguila" se llevó la Palma de Oro (otra más) y un sinfín de halagos de crítica y público, que vieron a un Imamura renacido y poderoso como en sus años de gloria...por desgracia su salud se oponía a ese sentimiento.

Experiencia a un tiempo incómoda, destructiva, vibrante y bellísima; esta obra se halla entre los grandes trabajos del japonés.
Chris Jiménez
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22 de julio de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver una película de Imamura es enfrentarse a lo desconocido, supone un esfuerzo por asimilar rarezas y que súbitamente aparezca uno de esos momentos mágicos e inesperados que de repente lo cambia todo. No es de extrañar que no sea un cine para todos, el que no esté dispuesto a asimilar actitudes extrañas de los personajes mejor que no se acerque a Imamura y en concreto, que es lo que interesa aquí, mejor que ni lo intente con "La anguila".

Ante la sencillez del planteamiento (aunque sea raro es sencillo) la variedad de temas sobre los que uno puede reflexionar es indudable: hablamos de un homicida que no parece arrepentirse, alguien que también parece tener visiones confusas sobre los hechos que no lo hacen más inocente precisamente y hablamos de una sociedad que puede desatar la violencia y ser cruel de forma inmediata e inesperada. Hablamos de soledad, de amor, de amistad también, de situaciones límite e incluso de un humor fino que sólo directores como Imamura son capaces de atreverse a juntar. Rarezas, como la de tener una mascota que es una anguila, ser barbero en un rincón apartado de un pueblo apartado y encontrar el amor en una chica rara que por casualidad arrastra más rarezas aún. El resultado puede fácilmente no convencer. A mí estas cosas me encantan.
Luisito
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31 de julio de 2012
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imamura nos trae una película de contrastes, a veces (especialmente en su inicio) es violenta y enérgica, mientras que en otros puntos es sosegada y discurre a modo de comedia melancólica. También contrastan sus reflexiones y profundos dilemas sobre la vida con el carácter alocado y grotesco de los personajes que van desfilando por la pantalla. Y es que a modo de lo que ya hiciera en su otra película ganadora del Festival de Cannes ( Con la balada de Narayama lo hizo en 1983 y aquí lo consigue de nuevo en 1997) o al modo de Fellini o el propio Almodovar, no encontramos en la película todo un rosario de personajes esperpénticos, residuales en su mayoría y que van desde una mujer mayor que sueña con ser bailaora flamenca, un cazador de ovnis, un mafioso de barrio, un sacerdote budista, un violador en potencia, y por su puesto el protagonista, que tiene como mascota una anguila.

La historia de esta película (The Eel en inglés) comienza con un fuerte shock el de un hombre que cuando sale de trabajar de su oficina es avisado mediante anónimo de que su mujer le pone los cuernos cada vez que sale a pescar, el hombre lo comprueba y en un arrebato de ira asesina a su mujer y se entrega a la policía. Ocho años después sale de la cárcel en libertad condicional y sobrevivirá como barbero junto a una mujer (sin sexo mediante) a la que previamente salvó la vida.

Esta a priori sencilla historia y con bastante interés tiene la desventaja de ser desordenada, y ciclotímica, con fugaces cambios de un estado a otro en el espectador que suponen un verdadero lío. La película es así escurridiza, muy difícil de seguir por el espectador que no sabe como empatizar en cada momento ante tanto cambio en el estado de ánimo de sus personajes, curiosos pero inestables personajes.

Muy logrado está el paralelismo que el director trata de realizar entre el protagonista y su mascota, que después de viajar 2.000 kilómetros vuelve a casa para vivir en el barro, como se encarga de recordar en una escena.

No le niego a la película buenas dosis de sensibilidad y una buena fotografía muy al estilo oriental, pero su empecinamiento por cambiar de tono tan abruptamente me sobrepone y en esta tesitura es difícil emocionarse o dejarse arrastrar por las dosis de ternura que intenta aplicar en varios momentos.

http://palomitasconchoco.worpress.com
Palomitasconchoco
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