Fabiola

A mí me parece un peliculón. De hecho, le pongo un diez porque me sobrecogió. Siempre pensé que el mejor péplum de la historia habían sido "Quo Vadis" y "Ben-Hur"; pero lo cierto es que, cuando vi esta cinta, descubrí que no. Ciertamente, es más antigua que aquellas y con menos recursos, pero el desarrollo de la historia y la evolución de los personajes logran que se sitúe en lo más alto del escalafón romano.

La película (supongo que igual que la novela) es además muy actual, porque, en su segunda mitad, detalla el juicio del evento que vemos en la primera (no spoiler). Entonces, vemos cómo la manera que los tribunos tienen de juzgar al presunto culpable es similar a la que tenemos hoy, pero en calidad de sectaria: es decir, tenemos que matar a uno (sea quien sea), porque es nuestra cabeza de turco; así que nos saltamos la ley o la reescribimos, para que se haga nuestra voluntad.

Sin duda, es un planteamiento terrorífico, pero que nos hace ver hasta qué punto estamos desamparados frente a una normativa sectaria que no busca el bien del individuo, sino el beneplácito del gobernante de turno. Para mí, pues, se trata de una joya del séptimo arte.

Película rodada cuatro años después de que terminara la Segunda Guerra Mundial, provista de todo un guión fecundo en todo sentimiento humano benigno y maligno.

La otrora codicia de Fabiola se tornará en dicha y luego en aceptación del auténtico Dios, mientras su amor por Rhual, un gladiador al que conoce por casualidad mientras éste se dirige precisamente a casa de su padre, es el eje central de esta historia protagonizada por una Michéle Morgan que cumple su papel de forma excelente, pero a marcha forzadas. No se puede estirar más de ella, da a Fabiola hasta lo que no tiene, y es ese sobreesfuerzo dramático lo que hace que la historia vibre.

El contexto es el reinado de Majencio, más tarde finalmente de Constantino y con él la consagración del cristianismo como la religión oficial de una Roma ya santificada y cambiada.
Comienza una nueva etapa, como en la realidad se constituyó la dura posguerra, en la que era necesario construir todo de nuevo.
Paralela a los hechos reales, Henri Vidal soporta junto a muchos otros el peso de un protagonismo basado en las creencias religiosas y los valores morales tan propios de la época y de este tipo de cine, el peplum. Típica película de tal género, Fabiola es una de las pelis más largas que he visto en mi vida. Los discursos son ricos, pero recargados, los extras muy bien tratados para ser una producción italiana-francesa, y los escenarios lo mejor conseguidos para unos años cincuenta que llegaban poco a poco.
Película especial para aquellos que tengan sentimiento religioso, amen a Dios y quieran saber la historia o los amantes de los peplum, da igual, pero más de dos horas tratando quien mató a Fabio, el padre de Fabiola y el dolor de ésta es más que suficiente para hablar de esta joya injustamente relegada al cajón del olvido frente a las grandes superproducciones. Un reparto rico y desconocido en su mayoría, pero lleno de actores de verdad, lo cual es de agradecer dado los tiempos que corremos.

Cualquier cinéfilo debería ver esta película por su interés desde el punto de vista del cine histórico, al ser una de las pioneras del género peplum. Pero hay que reconocer que no puede ponerse a la altura de las grandes o no tan grandes producciones que vinieron luego. Decir que se hace larga no sería exacto porque, en rigor, resulta plúmbea desde las primeras escenas. Nunca llega a cobrar fuerza. Ni los personajes ni su drama resultan convincentes en ningún momento. Todo está como muy desvaído y un tanto embrollado, aunque tal vez alguien podría replicarme que la vida misma es embrollada y desvaída...
Diríamos que es una película suave, light, para espectadores -si es que queda alguno- que sepan apreciar un cine histórico sin efectismos. Pero no carece de imágenes bellas, y la banda sonora es excelente.
Cuestión aparte es si la visión que ofrece de aquel cristianismo, en los momentos finales de la persecución romana, se ajusta o no a la realidad histórica. Lo único que está claro es que aquí los personajes cristianos son buenos, y eso lógicamente encocora al espectador actual, persuadido de que sólo puede hacerse cine de calidad sobre estos temas si los cristianos aparecen como villanos (léase Gore Vidal, véase Ágora, etc...). Pero allá cada cual con sus prejuicios y sus fobias.

Pensaba que una Fabiola era una barra de pan, y ahora resulta
que es una mártir de Roma.

Esta otra "Fabiola" tiene poca miga, me recuerda a "Los últimos
días de Pompeya" e incluso a "Quo Vadis" y quizás, pero menos,
a "Demetrio y los Gladiadores", en sus planteamientos iniciales.

Rodada con muy pocos medios, en un blanco y negro grisáceo
y sucio, que generalmente muestra desenfocada la imagen,
es más teatral que cinematográfica, y los 164 minutos que dura
son el peor martirio para el espectador, que aún no siendo cristiano
desea ser arrojado a la arena del Circo, para terminar el suplicio
cuanto antes.

Los actores principales son tristes y desangelados, todos
dándoselas de italianos, cuando en realidad son franceses.
Michèle Morgan no da el tipo para romana, pensaba que
ella bien podría convertirse en una especie de Isabelle Aubret
y comenzar a cantar La Source, para Eurovisión.

Película muy, muy rancia, especial para Semanas Santas con lloviznas.
Su visionado equivaldría a 25 latigazos de penitencia, o bien a 5 días
de ayuno.