La tierra olvidada por el tiempo

Película de aventuras del subgénero dinosaurios de bajo presupuesto y realizada con pocas ganas. Dinosaurios digitalizados chapuceramente , un guión que no se sostiene por ningún sitio(en el spoiler pongo unos ejemplos) y unos personajes planos y más allá . Los primeros tres cuartos de hora pueden entretener a los niños gustosos de este tipo de películas, pero después, pocos espectadores mantendrán el interés

Pseudofilme fantástico que forma parte de la "tetralogía" que protagonizó C. Thomas Howell (y de las que dirigió tres) para la infame productora "The Asylum". Y es que hay que comer y pagar las deudas, y, sin duda, este actor, que tanto prometía, debía estar hasta arriba de facturas para protagonizar e incluso dirigir estos auténticos subproductos que hacen buenos a los filmes de serie B de Roger Corman.

Aunque alguno se escapa de la quema (en especial su "Guerra de los mundos"), pero en general son productos deplorables. En este caso, la "Tierra olvidada por el tiempo", parte de una premisa interesante y, aunque puede entretener mientras planchas o haces croquetas, pero no da para mucho más. Demasiado poco dinero y exiguas sorpresas que aparecen en los primeros quince minutos del filme. El resto tópicos y sopor. Podría ser peor.

Hoy crearemos una película utilizando unos sencillos pasos (cómo diría ese programa de bricolaje que emiten en cierto canal español de tv):

Vayamos, pues, a una playa local poco concurrida, y si es en invierno, mejor que mejor, por aquello de que parezca una isla desierta.

Busquemos algún guión que mezcle naufragios con islas perdidas y especies extinguidas (mola sobre todo dinosaurios, pero si es un tiranosauirio Rex, cojonudo). Da igual las incoherencias que muestre el guión, el Rex sigue estando garantizado.

Descarguemos (en modo prueba) algún programilla de efectos digitales aficionado.

Encarguemos a algún coleguilla la banda sonora (mayormente, un batera que esté golpeando el bombo y la caja durante todo el metraje)

Y, finalmente, hagámosnos de algunos actores de bajo presupuesto y además en decadencia.

Con esto, un par de cámaras digitales y un técnico que maneje un programa de edición de vídeos, tenemos nuestra película.

Evidentemente, toda película tiene su trabajo, algunas con muchas horas y otras con menos. El caso es que la que nos acontece rezuma cutrerío allá por donde la escudriñes y, evidentemente, se nota que sus artífices le han echado poquita gana (y horas) al asunto.