Tierra de todos

Los que hemos tenido la suerte de no vivir esta Guerra Civil que ahora se conmemora, y que nos puede ayudar a reflexionar con calma, deberíamos hacerlo desde el respeto y la tolerancia, intentando restaurar heridas y mirando hacia el futuro. Causa sonrojo que algunos usuarios, copien y peguen sucesos y acontecimientos desde la Wikipedia o alguna página desde Google sobre la contienda española, desde una supuesta superioridad moral, sin ningún otro argumento que ridiculizar la religión católica, o despreciar a quien se siente español, sólo me merece compasión por su amarga frustración.

La película de Antonio Isasi-Isasmendi, cineasta de prestigio y carrera internacional, aporta una nueva visión sobre la Guerra Civil, presentando un perfil más humano, alejado de consignas y discursos ideológicos para centrarse en una historia minimalista de unos cuantos personajes aislados de la contienda, con una puesta en escena de film bélico de género y nada maniquea, hasta bien avanzada la trama, no sabemos a qué bando pertenece cada uno. Aborda el tema de la reconciliación a través de dos combatientes: uno republicano, Juan (Manuel Gallardo) y otro nacional, Andrés (Fernando Cebrián). Ambos son los únicos supervivientes de sus correspondientes unidades tras un violento enfrentamiento en un bosque bajo una pertinaz lluvia. Como éste se ha producido en zona franquista, se refugian en unas casas aisladas, donde habitan unos aldeanos ajenos al conflicto, entre ellos una mujer embarazada.

Juan hace prisionero a Andrés a la espera de que el nivel del agua del río, baje para así regresar con los suyos. El cineasta mezcla con habilidad planos generales y descriptivos con agobiantes planos cortos de los personajes que reflejan la tensión que viven todos ellos. Destaca en el reparto femenino a una joven Amparo Baró como María que ama a Andrés, pero lo mejor es el clima y las relaciones de todos los personajes bajo un mismo techo, las dos Españas, cara a cara que deberán aplazar sus diferencias por una causa más noble y altruista. Aunque el título en principio iba a ser “El valle de todos” que era como se había presentado el guión a la censura, el cineasta decidió cambiarlo más tarde, para que nadie pudiera asociarlo al “Valle de los Caídos” por su clara alusión ideológica.

Su rodaje fue muy precario traficando con la película virgen desde Andorra según el propio cineasta, yo he averiguado que incluso el ejército no le prestó ningún material, y tuvo que filmar sin permiso militar unas maniobras bélicas para el film. Mal calificada por la censura, mal distribuida y mal estrenada, por la MGM a la que sólo interesaba los derechos de doblaje al español que iba a conseguir para sus famosas películas americanas. La película comenzaría a conocerse y reestrenarse años más tarde incluso en países extranjeros. Lo que prevalece después de tantos años y desde una perspectiva histórica es que su mensaje es muy humano a la vez que atisba una luz de esperanza con la nueva vida que viene al mundo. Gracias a la proyección de la 2 que esta semana la dedica al conflicto bélico, hemos podido verla y valorarla por lo jóvenes y los menos jóvenes aficionados al cine.

Parece mentira que una película con estas características sea una completa desconocida de la cinematografía española. El que dirige es Antonio Isasi-Isasmendi un señor del que sólo conozco "El perro" (1976), una película sea dicho de paso, me fascinó cuando la vi de niño y que ahora tengo miedo de revisionar para no llevarme el planchazo. Pero, ¿de qué va "Tierra de todos"? Pues de un mano a mano entre un republicano y un nacional durante la guerra civil española. Para ser exactos el primero hace prisionero al segundo en una emboscada pero como no puede volver con los suyos va y se esconde en la zona sublevada.

Es cierto que este largometraje no demasiado extenso, yo creo que no llega ni a los ochenta minutos de metraje, tuvo diversos problemas para su puesta en marcha, rodaje y distribución pero lo cierto es que salió a la luz en una fecha tan tardía como 1962. Su mérito está en no demonizar a los personajes dejando claro que tanto republicanos como nacionales, rojos o fachas, podían ser buenas personas. Esto que ya se asumía hace cuenta años es lo que precisamente se ha puesto en duda en las últimas décadas, pues según nuestro cine, la derecha en general y la franquista en particular está llena de malvados y psicópatas.

Sorprendente buena película de Isasi-Isasmendi. Sorprendente, por lo que tiene de desconocida. Cine bélico con garra, castizo, melancólico, negro. La lluvia cae sobre una tierra ahogada en sangre, pero esta agua no sirve para limpiarla.

Lo que también sorprende, aunque a mí no tanto, es que en 1962 el ejercicio de reivindicación histórica y anti sectarismos fuese mucho más sincero y real que el que la sociedad de hoy demuestra. ¿Dónde está el odio, el desprecio, la saña hacia el contrario en «Tierra de todos»? ¿Dónde queda el maniqueísmo que el cine contemporáneo sobre la Guerra Civil ha retratado mil millones de veces? Aquí no hay rencores, no hay odios, no hay política; no hay republicanos demoníacos, ni por supuesto nacionales monstruosos. Es de vergüenza que hace cincuenta años se fuese capaz de dar ese salto y ahora no.

«Tierra de todos» nos muestra las andanzas de dos soldados, Juan y Andrés, uno republicano y el otro nacional, que tras una logradísima escaramuza en el plano técnico y dramático se verán obligados a convivir. Sin duda fuerza el guion en un determinado y crucial momento, pero nos queda su hermoso mensaje de perdón y reconciliación y, más allá del contenido, ejemplifica la calidad y la modernidad de un cine español que merece ser descubierto. Dulcísima Amparo Baró e impresionante Manuel Gallardo.

Son políticos, no la mayoría de la gente común, el pueblo, quienes tienen interés en seguir enfrentando a las tristemente célebres dos Españas. No hay ni una ni dos, solo gente que quiere vivir en paz. La gente no empiezan las guerras. Son los políticos, con la complicidad de los vendedores de armas.
Pero yendo a la película. En 1962 el régimen podría haber prohibido esta película. No le dio apoyo, Isasi tuvo que currárselo solo. A Gallardo le dieron en 1962 el Premio San Jordi de cine.
Una notable película, con gran guión, excelentes interpretaciones de Gallardo, después con numerosas intervenciones en teatro y en televisión y de Fernando Cebrián, también luego muy televisivo. Aquí interpretan con una naturalidad, intensidad y bravura como pocos actores de los luego más famosos que ellos.
Una película intensa, conmovedora en ocasiones. La intención es precisamente la reconciliación de los dos bandos. O, mejor, demostrar que las personas singulares son con frecuencia mejores que los fanáticos de las ideologías,
sean las que sean.
Amparo Baró, entonces con 24 años, está espléndida.
“¿Son todos rojos? No sé, todos son heridos.”

Buen intento del cine español (por lo menos por parte de algunos cineastas que querían salirse del redil en términos argumentísticos en cuanto a historias sobre nuestra "querida" Guerra Civil, que tanta muerte y destrucción, amén de un odio entre españoles aún no del todo superado).
Antonio Isasi-Isasmendi logra, gracias a un medido y esforzado guión a cargo de Jorge Feliu y José María Font, un trabajo sólido, serio, duro y estremecedor a la par que esperanzador, quizás un poco hermético pero muy honesto y digno, que logró el segundo premio mejor película, otorgado por el insigne Sindicato Nacional del Espectáculo.
Buenas interpretaciones, con una jovencísima Amparo Baró, muy bonita, por cierto, y una muy adecuada banda sonora.
Merece la pena, no olvidándose con facilidad, sobre todo por su impactante final.

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