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Algo en común

Comedia. Drama Andrew Largeman (Braff) vuelve a su casa natal, en Nueva Jersey, después de diez años de ausencia para asistir al funeral de su madre. Allí rememora su pasado y conoce a una chica, Samantha (Portman), que quizá pueda cambiar su vida. Largeman, que acaba de dejar los antidepresivos que ha estado tomando durante años, comienza a redescubrirse a sí mismo, lo que incluye enfrentarse a su padre, psicólogo, y ayudar a Samantha a superar sus ... [+]
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Críticas 74
Críticas ordenadas por utilidad
13 de mayo de 2005
68 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Titulada en España absurdamente 'Algo en común' (el original es 'Garden State', en referencia a la cantidad de jardines que existen en las casas del Estado de New Jersey, donde se sitúa la acción), es un ejemplo perfecto de sencilla pero cautivadora historia con personaje "especial" que suele producir el cine independiente norteamericano.

Ciertamente, a Braff se le adivina un talento especial a la hora de escribir situaciones aparentemente cómicas, con un punto dramático que congela la sonrisa del espectador cuando éste entiende, que, aunque estemos dentro de un registro de comedia, las vidas de los personajes protagonistas, auténticos "outsiders" de la sociedad, encierran una gran carga de dramatismo.

Y a estos personajes los encarnan con encanto y convicción la "Lolita" del cine moderno, Natalie Portman, y el propio director, correcto, pero más competente en su labor de dirección y escritura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Amor Perro
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11 de abril de 2007
80 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gilbert preguntaba, preguntaba, preguntaba… demasiados porqués de filmaffinity, pero una de esas preguntas sin respuesta me resulta muy interesante mientras tecleo mi crítica de “Garden State”:
“¿Por qué no se pueden fusilar las críticas de Pablo Kurt?”

Esta posiblemente tendría muchas papeletas de conseguir el efervescente odio de una multitud que alaba el supuesto genio de Zach Braff: “(…) pues en el fondo el film no es sino una simpática anécdota, simplona y correcta, de ritmo tranquilo y pretensiones trascendentales.” No es por ser pelota pero el co-creador de FilmAffinity tiene bastante razón. Y desde luego el “Algo en común” que aparece entre paréntesis del título español no es para nada aplicable a la realidad: Bloomsday dice que le falta aliento, Kingo que es aburrida, las cuatro almas gemelas que la han visto la recomiendan y la media de mis amigos es de un 5,4. ¿A quién hay que hacer caso? Pues como siempre a nadie, simplemente a ti mismo: ves la película, te llega o no te llega, te gusta o no te gusta, te la compras (vía importación porque creo que no está editada en España) o la incluyes en tu lista de películas que no aceptarías ni como regalo.

“Garden State” me parece una película de detalles, anécdotas, situaciones, lugares y personajes estrambóticos pero no de personas. No tiene fuelle para amar a estos personajes. Funciona muy bien, en especial la primera hora: hay talento y originalidad pero supedita la película al montaje y la banda sonora.
Aunque al final del todo el debut de Zach Braff se queda en una historia típica y mil veces vista pero contada con mínimas dosis de brillantez para animar el patio del devaluado y poco apetecible cine norteamericano independiente actual.
Maldito Bastardo
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27 de diciembre de 2007
60 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el momento en que comienzo a escribir esta crítica, hace apenas unos segundos que he visto la película y me inunda un aluvión de cosas que me gustaría decir sobre ella.
Por ejemplo, que es una de esas sencillas y pequeñas obras maestras rodadas sin ánimo de deslumbrar ni de destacar, pero dotadas de ese toque mágico que toma el atajo directo hacia esa parte que hay en mí que necesita vibrar y expandirse, sentir sin obstáculos ni trabas. Tal vez sean estas historias sobre gente corriente que tienen sus rarezas, sus problemas latentes que pugnan por encontrar una vía de salida; personas que buscan su lugar en el orden de las cosas, que intentan encontrarse a sí mismos en medio de la inseguridad en la que siempre flotamos; seres que pasan por la vida tratando de hallar algo firme a lo que aferrarse, la seguridad de algo a lo que se pueda llamar "hogar".
Llámese hogar a enamorarte inesperadamente de alguien a quien hace pocos días no conocías pero que ahora deseas que te acompañe en este extraño, duro y maravilloso camino.
Llámese hogar a reconciliarte con esos fantasmas que te persiguen desde pequeño y a los que nunca conseguiste acallar.
Llámese hogar a saltar valientemente por encima del abismo del resentimiento que has guardado dentro de ti, para tender la mano y alcanzar el perdón; perdón hacia ti mismo y hacia quienes creías que más te habían dañado.
Llámese hogar a descubrir que probablemente estés pasando por esos momentos que dejarás grabados con tinta dorada en el álbum de los recuerdos de tu vida.
Llámese hogar a conocer el verdadero significado de la palabra "amistad", de la palabra "amor".
Zach Braff, actor y director completamente desconocido para mí hasta ahora, ha sabido aplicar la fórmula apropiada para robarme el corazón. Y si además ha contado con una actriz de la talla de Natalie Portman, que despliega aquí todos los registros de una inmensa dulzura, encanto, naturalidad desbordante y habilidad para ganarse nuestro afecto desde el primer instante de su aparición, entonces me quitaría el sombrero, en caso de que usara sombrero.
Los dos resplandecen hechizando todo el desarrollo de la película, que cuando termina parece haberse acabado demasiado pronto.
Excelente tratamiento de las emociones y sentimientos, de la tristeza, la melancolía, la nostalgia, la amistad, el amor sin empalagos, el humor simpático y natural que roba muchas sonrisas, la sorpresa en medio de lo cotidiano.
Y si ya de por sí todo el caudal emocional es considerable, el apartado técnico a veces deja sin aliento con una fotografía que alcanza lo prodigioso, una banda sonora prácticamente perfecta, llena de embrujo, que ofrece un cierre sublime a la historia. ¿O sería mejor decir que es una puerta para un nuevo comienzo?
Magnífica, rara, entrañable, conmovedora y especial mezcla de drama y comedia que, quien la disfrute como yo, no podrá olvidarla.
Vivoleyendo
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5 de diciembre de 2007
36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Andrew Largeman regresa a su hogar en Nueva Jersey después de 10 años para asistir al funeral de su madre, consigue reconectar con el mundo que dejó atrás, y conoce una chica, Samantha, que podría cambiar su vida para siempre. Habiendo abandonado recientemente los antidepresivos que consumía desde hacía años, el viaje de Largeman de autodescubrimiento causado por el regreso le provoca un descubrimiento aun más saludable, que incluye la confrontación psicológica con su padre y ayudar a Samantha con sus propios problemas psicológicos.
Algo en común (State Garden) se la debo a todos mis cinéfilos compañeros que, consciente o inconscientemente, me la recomendaron. Está escrita, dirigida y actuada por Zach Braff en lo que es su debut. Cualquiera puede pensar que se trata de una obra destinada a satisfacer el ego de su autor, y quizá sea así, pero, con todo, la aparición de este "ego" es una bocanada de frescura para el cine joven norteamericano, que necesita nuevos autores e historias. Por ejemplo, que no considere a los espectadores idiotas.
La historia, sobre la vuelta a casa, la búsqueda de uno mismo, los miedos, de los contrastes entre dos formas de entender y afrontar la vida y sus circunstancias. Una lucha entre la contención emocional, los silencios y los antidepresivos como solución a las dificultades frente a la exteriorización de los problemas y la sinceridad emocional con la gente que nos rodea. Todo está contado mil veces. Dentro de la historia tan convencional, lo que verdaderamente hace de Algo en común una película tan humildemente maravillosa es el gusto de su director por cuidar el detalle y, sobre todo, la sucesión constante de situaciones y personajes que van de la extravagancia más o menos aceptable al más puro surrealismo o patetismo.
Cierto que a veces la película parece que se estanca o se torna excesivamente lenta. Pero para solucionarlo ya está Natalie Portman (¿hay alguien que no esté enamorado de ella?) que ilumina la pantalla y saca del tedio al personaje de Braff. Y es que los dos comparten los mejores y más emocionantes momentos del filme: conociéndose en la sala de espera, las citas en casa de ella, la conversación de la bañera, el baile de claqué, la despedida en el aeropuerto, esa conversación tan incierta y tan real del desenlace ("Entonces, ¿qué hacemos?, ¿qué hacemos?"), o mi escena preferida: Andrew, Sam y Edward, empapados por el chaparrón, subidos a un coche viejo y gritándole al precipicio, con Simon & Garfunkel de fondo. Una banda sonora estupenda.
Inteligente. Melancólica. Sensible. Excéntrica. Desequilibrada. Entrañable, sincera y cercana. Dedicada a todos los que disfrutan paseando bajo la lluvia y a los que siempre han querido hablarle a un precipicio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Naran
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20 de julio de 2007
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el gesto imperturbable de un joven en pleno descalabro del avión en que vuela arranca el relato de un fin de semana iniciático: el de Andrew Largeman, de regreso a su ciudad natal, en New Jersey, tras nueve años de ausencia anclada en una dieta de ansiolíticos. Los motivos de ese retorno, los reencuentros con lugares y personas a quienes ha evitado durante casi una década, el contacto con aquellos otros con quienes compartió una ya lejana amistad, el descubrimiento de modos distintos de sentir y vivir, el regalo espléndido de un alma situada en sus antípodas Al idear esta historia, su coprotagonista, guionista y casi primerizo director, Zach Braff, perseguía un objetivo nítido: “crear una historia de amor inteligente para gente joven, y también bucear en lo que se siente al volver a casa”. Una casa que -como viene a suceder en algún momento de la vida- se ha dejado de sentir como propia, “empujándonos a sentir nostalgia de un sitio que ya no existe, y que no volverás a recuperar hasta que crees tu propio hogar, para ti y para tus hijos, para la familia que formes. A lo mejor -reflexiona Braff- eso es una familia: unas personas que echan de menos el mismo lugar imaginario”.
Lejos de la miríada de filmes dirigidos a un público adolescente y caracterizados demasiado a menudo por una estupidez rayana en el insulto, Algo en común (Garden State, 2004) reflexiona sobre el difícil camino hacia la madurez, un itinerario que supone, entre otros ineludibles condicionantes, aceptar que la vida acarrea, junto a momentos felices, dosis en ocasiones brutales de dolor. Y lo hace con un sentido del humor lleno de efectividad, con situaciones y diálogos inspirados, y con una acertadísima elección de actores. Disfrutaremos así de una Natalie Portman luminosa, próxima al personaje que bordó en el Beautiful girls de Ted Demme, de la sobria potencia del veterano Ian Holm (motor de uno de los títulos incluidos en la programación de Otrosojos, Mi Napoleón), de la presencia inquietante de Peter Sarsgaard (el brutal John Lotter de Boys don´t cry), y de las chispeantes intervenciones de algunos secundarios impagables (“creía que te habías suicidado, ¿no fuiste tú?”).
Todos esos elementos -sumados a una banda musical que viene a contextualizar la acción y a subrayar con delicadeza estados de ánimo de sus personajes, a diferencia de la arbitrariedad con la que se anega con temas de éxito tantas de las producciones más recientes- hacen de Algo en común (disculpen esta figura facilona) algo definitivamente inusual.
En su tratamiento, el prometedor Zach Braff, combina la extravagancia de personajes y anécdotas -tan característica, de otro lado, de nuestra especie: ¿quién no es incurablemente raro?- con una intensa proposición: el caos como base para el renacimiento y liberación individual. El título inicialmente previsto para el film era -¿lo adivinan?- Large´s Ark. El Arca de Large, bastante más acertado, por otra parte, que este gratuito Algo en común.
Cocalisa
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