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Joy

Drama. Comedia Joy Mangano, una humilde trabajadora de Long Island, acabó convirtiéndose en una popular inventora de productos del hogar y también en uno de los rostros más conocidos de la teletienda americana. (FILMAFFINITY)
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Críticas 99
Críticas ordenadas por utilidad
18 de enero de 2016
53 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ay, Jennifer, por tu culpa entré a ver esta repetitiva y mal estructurada sucesión de trivialidades sobre una presunta heroína del sueño americano.

¿Cree el sr. Russell realmente que los litigios acerca de patentes son tema apropiado para la épica?

Amigo filmaffinitista, puedes omitir el visionado de esta película.
golondrina europea
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27 de diciembre de 2015
41 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que no tenía grandes expectativas puestas en 'Joy'. De hecho, ya leyendo la sinopsis, sabes que no vas a ver una película que te vaya a cambiar la vida. Sin embargo, al verla sin ese "hype" (que sí tenía con 'Silver Lininngs Playbook' y 'American Hustle') pienso que la he disfrutado más que las anteriores.

La historia, aunque ni apasione ni sorprenda en ningún momento, se hace entretenida. Por sacar 'peros', hay unos cuantos cortes desagradables que, por un lado, reflejan una cierta libertad interpretativa en el rodaje, pero también ponen en evidencia la poca precisión del director a la hora de planificar.

Jennifer Lawrence ofrece una enorme interpretación. La más sutil hasta la fecha quizás. Esta vez no necesita gritar ni convertirse en el centro de atención para lucirse, lo cual dice mucho a su favor.

Aun con todo esto, la alegría de que Hollywood (y el maniqueísta de Russell) empiece a apostar por papeles femeninos como éste y mi innegable debilidad hacía la Lawrence han hecho que redondee la nota por arriba.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Joan Gilabert
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10 de enero de 2016
43 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
El realizador David O. Russell vuelve a tirar por tercera vez de su musa Jennifer Lawrence para relatarnos de forma confusa una historia ciertamente insustancial, que de haber sido más fiel a la realidad resultaría más interesante. Y es que el personaje femenino que da título a la película no consigue ganarse el afecto del público en ningún momento, y lo que es peor, su vida, y la de quienes la rodean, no despierta el interés suficiente para mantener nuestra atención, llegando a aburrir en demasiados tramos. Además, como es habitual en este director, nos encontramos con varios errores de montaje que se agravan en un precipitado desenlace que cierra uno de los largometrajes más flojos de su filmografía.

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Cine de Patio
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17 de abril de 2016
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si pudiéramos calificar cada una de las escenas de JOY de manera independiente, nos daría como resultado una película estupenda, porque la mayor parte de ellas están muy bien realizadas, son coherentes y con trama perfectamente estructurada... ¿El problema? Que apenas existe correlación entre ellas. Forman parte de un batiburrillo entremezclado que se mueve a bandazos durante todo el metraje.

¿Resultado? El resultado es como la frase que da título a esta crítica, la misma perogrullada.

Una lástima. Me asombra que se produzcan estos salchichones y que se lancen como trabajos cinematográficos, cuando se presentan carentes de coordinación, evitando la más mínima secuencialidad visual y narrativa.

UN DOS.
LEUGIM
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5 de enero de 2016
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La actriz en modo "saco de puñetazos" funciona para todo.
Da igual lo famosa que seas, lo joven que seas o lo guapa que seas, salir desarreglada, desbordada de preocupaciones y con problemas para llegar a fin de mes siempre llegará a tu carrera.
Lo saben Meryl Streep, lo sabe Julia Roberts, lo sabe Nicole Kidman.

'Joy' también lo sabe, y por eso elige, machaconamente, dejar su historia en manos de Jennifer Lawrence.
No es una mala decisión ni mucho menos, por la capacidad innata que la actriz ha demostrado otras veces de cargarse una película a hombros, pero es mínimo desafortunada desde el punto de vista de la trama.
La cosa es: Jennifer Lawrence lo es todo, y no tiene mucho más a donde agarrarse.

El resto de personajes, y situaciones, parecen empeñados en no existir porque ella lo va a solucionar todo.
Una clara alegoría a lo que es Joy, madre, ama de casa y empleada de atención al cliente en una aerolínea, literalmente atacada por todos los lados, que ella trata de sortear a base de maña y una buena parte de resignación.
Su abuela nos habla de su vida, contando algo próximo al cuento, un relato acerca de la única princesa que no necesitaba ser salvada, sino que quería construir el castillo en el que viviría el príncipe. Toda una declaración de intenciones, ya desde bien pequeña, acerca del lugar que quería ocupar en el mundo, y la demostración de esa capacidad innata de buscar siempre la solución.

Las voces del insistente culebrón de su madre la siguen en toda su juventud, cimentando en ella un mundo falso de cartón piedra donde las mujeres, bajo el amparo de la supuesta "liberación", se libran de personas indeseables... solo para acabar de nuevo en los brazos del siguiente hombre, confortadas después de haber tenido un breve momento de autoafirmación. Por lo tanto, esa definitiva liberación nunca llega, y a cambio si se fomenta el inmovilismo y la fantasía del príncipe azul que algún día llegará, que tiene presa tanto a la madre de Joy como condicionó a su propia abuela.
Son reveladores esos sueños, en la penumbra de la consciencia, en los que Joy se ve a si misma dentro del propio culebrón, creyendo esa ilusión de autoafirmación que ha mamado desde niña y que ella cree tener. Hasta que un día su propio yo, encerrado desde hace años, dice "basta", y es entonces cuando la princesa que no necesitaba ser salvada renace en una mujer que era salvada por la miseria de su padre, su ex-marido y su mejor amiga.

Lamentablemente, ese interesante tono de cuento maduro en la Norteamérica moderna se pierde a partir de que Joy tenga su idea de la fregona milagrosa y la ponga en práctica.
En su lugar, se tira de oficio y del buen hacer de un realizador interesado en la más mínima emoción en el rostro de Jennifer Lawrence. Podría ser una elección acertada, teniendo en cuenta que es a partir de entonces cuándo ella está más sola en su aventura empresarial, con esos hombres trajeados que nunca la mirarán a su misma altura por mucho que ella lo intente, pero acaba por ser un lastre que vuelve a la biografía típica de éxito tras fracaso, y vuelta a empezar.
Falta verdadera emoción, e ideas poderosas, para volver a impulsar un barco en que solo rema una actriz contra viento y marea.

Resulta interesante, sin embargo, la descripción que hace de la trastienda de una gran idea, así como de cada gran ayudante o buitre que se acerca Joy para tratar de canibalizar su éxito.
Las actrices de culebrón que antes eran dorados ídolos se revelan arrugadas y canosas en escenarios falsos, anticipando la falsedad que crece tras la sombra del éxito. No faltarán los que dicen que saben más que tú, los que dicen que tienen una mejor idea que tú, los que saben hacerlo mejor que tú.
Incluso los lazos de sangre poco importan: los momentos más desgarradores son aquellos en los que se ve la decepción callada en la mirada de tu familia. Y está claro que no es la fama mal gestionada o que tu producto no se sepa vender bien lo que duele, sino la más fría soledad que se siente en una cima que todavía nadie puede ver.

Trudy, la novia de su padre, irónicamente esa persona externa que debería querer verla fracasar, es la única que le dice: "para hacer negocios, hace falta cierta dureza, cierta fuerza que tú no tienes".
Y es precisamente, el surgir de esa dureza lo que estamos viendo. Dureza contra todos los que creen posible destrozar tus oportunidades, contra un mundo inclemente que por prejuicio o manipulación de los que tienen el poder no va a hacer ninguna concesión.

El cambio que se produce en Joy es mínimo pero decisivo: un corte de pelo se siente como una separación de su otro yo, aquella que solo podía aceptar desgracias de otros, y nieve falsa parece un bautismo apropiado, uno artificialmente bonito, como artificiosa es la felicidad que ella llevará a los hogares con sus fregonas (pero felicidad a fin de cuentas).
Fregonas que quizá le han costado una ilusión, a partir de la cual nada volverá a ser lo mismo. Sin embargo, es cuando la vemos desenterrar su antigua ilusión infantil, ligera, de papel, olvidada, cuando vemos que lo ha conseguido: la princesa que no quería ser salvada por nadie. Sobrevive, pese a los trajes y despachos, formando parte de quién es.
Probablemente sea mirando esa ilusión cuando se da cuenta de que valió la pena arriesgar, solo para llegar a ser quién soñaba ella, y no los culebrones de la tele.
Charles
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