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Los adioses

Drama A principios de los años 50 en la Ciudad de México, Rosario va en contra de una sociedad regida por hombres: es una intelectual universitaria precoz, pronto una de las escritoras capitales de la literatura mexicana. Sin embargo, su turbulenta historia de amor con Ricardo muestra el reverso contradictorio. En el punto alto de su carrera, en la madurez del matrimonio, estalla una discusión que marca un punto sin retorno. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
27 de agosto de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras su notable debut en 2012 con la película ‘No quiero dormir sola’, la realizadora mexicana Natalia Beristain consolida su mirada sobre el universo femenino al acercarse a la figura de Rosario Castellanos, una mujer icónica que merecía una película de este calibre.

Beristain decide recorrer el camino mas complejo al alejarse del común formato de película biográfica, pues la suya no es la típica biopic que va narrando los acontecimientos más representativos de un reconocido personaje, sino que decide imaginar parte de la vida de Castellanos para así completar su figura.

La estructura de la película se divide en dos temporalidades, en una se narran la etapa juvenil de una soñadora Rosario Castellanos, a quien interpreta Tessa Ia, mostrándola en las asambleas universitarias donde empezaba a elevar su voz en favor de las mujeres, y donde conoce a Ricardo Guerra (Pedro de Tavira), con quien inicia una intensa relación.

En la otra línea temporal se muestra a una madura mujer, interpretada con autoridad por Karina Gidi, donde se narra la continuación de su compleja relación con Guerra (Daniel Giménez Cacho), un amor que termina convirtiéndose en un obstáculo que atenta contra su carrera y contra sus convicciones como ser humano y sobre todo como mujer.

Beristain toma como punto de inflexión esa relación amorosa para que a partir de ella se susciten diversos hechos creados en su cabeza, mediante los cuales consigue plasmar el retrato personal y conciso de una valerosa mujer, gracias al inteligente guion creado por María Renée Prudencio y Javier Peñalosa.

Beristain crece película a película y lo demuestra con una en la que su impronta se percibe firme y donde su solida narración, su exquisita puesta en escena y su amorosa mirada se conjugan para crear una entrañable película a la altura de tan tremenda mujer.

http://tantocine.com/los-adioses-de-natalia-beristain/
Quique Mex
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24 de octubre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
⋆ ⋆ ⋆ Vale la pena

Los Adioses de Natalia Beristáin no es la típica biopic que repasa la vida y obra de una escritora, Rosario Castellanos, sino es un drama espejo en el que el pasado y presente de la autora de Balún Canan se manifiestan simultáneamente, develando el hilo conductor de su más grande miedo y también de mu más gran amor: Carlos Guerra.

Y es que es en el espejo donde lo público y lo privado convergen, donde reconocemos a una Rosario Castellanos feminista, quizá la más intelectualizada de su tiempo, pero también vemos a la Chayo víctima del “Eterno Femenino”, doblegada ante el chantaje disfrazado de amor que ejerce sobre ella su pareja sentimental de toda la vida.

Incapaz de dejar de escribir, decide tomar cuesta arriba las riendas de su vida como creadora, arrastrando tras de sí toda la carga que un novio-marido infiel pueden infringir. Así pues, la película de apenas 1 hora 26 minutos, viaja a través de fragmentos “clave” intercalados en los que por momentos parece estar más centrados en la figura y daño que causa Carlos Guerra, que en lo que piensa y produce Rosario Castellanos.

Recreando muy bien el vestuario y el diseño de arte de los años 50 en adelante, con una iluminación claroscura por momentos, luminosa por otros pero muy bien cuidada, con una paleta de colores rayando en los tonos pastel sobrio, la película parece a veces un duelo de diálogos inteligentes para tratar de demostrar la inteligencia de Rosario y la malicia de Guerra, sintiéndose por momentos poco empática o muy “inteluactilizada”.

Sin embargo, como pieza exploratoria de una de las escritoras fundamentales de México, Los Adioses resulta indispensable.
Josué Cinéfago
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6 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La secuencia de escenas y la actuación de Karina Gidi son de resaltar, el carácter cambiante y humano de ésta fluye naturalmente y te permite disfrutar la trama. Seguramente para algunos lenta, pero acorde al tema, pues si en primera instancia parece un relato biográfico en el camino descubrimos que es una introspección y construcción de una mujer de letras enfrentada a su época. Pues existiendo en su vida tanto de qué hablar- como sus acciones, su vida académica, su dedicación al servicio y la educación para combatir los aún latentes signos de machismo y discriminación indígena, miembro del círculo importante de poetas- al final se opta por descubrirla a ella, desde su hogar, sus pensamientos y sus sentimientos.

Lo que "su niño" le reprocha como obsesión es en realidad su conexión con el mundo, las letras, las palabras y los poemas. Se opta por presentar poemas que relatan lo cotidiano porque la vemos constantemente en su casa y en su pequeño mundo. Así, se enfrenta lo que para ella significaba su profesión al disgusto externo de su persona más cercana (su esposo).

Aunque su rival habría de presentarse importante, en realidad no lo es pues puede verse como el rival sus propios sentimientos porque de ella nace el amor que le entrega incondicionalmente a "su niño". Presentando aquí el conflicto interno del personaje pues muy en contra de lo que pregona en instantes cae ante la presencia del amor, la soledad o quizá solo el sexo.

Gusta mucho como se produce el relato, matizando con los recuerdos, con el mismo amor idealizado o quizá la ignorancia de él, pues como lo habría de decir varias veces, ella quiere dedicarse enteramente a su carrera y no tiene entonces herramientas con las que protegerse cuando descubre el amor. Aún así no creo que el "amor" haya sido lo más importante de su vida, solo se decide abordar la historia desde el arista de su matrimonio como trinchera de pelea.

Es una buena película y vale la pena darle una vista, así como leer un poco de su trabajo. Personalmente vi una cápsula de Canal 11 en el que relatan un poco de su vida y recordé algunas escenas en las que se visualiza por lo que ella lucho fieramente como legado a las nuevas generaciones.
Honguitoqueteimporta
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18 de septiembre de 2018
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Una película destacable, bella e inteligente.

Sus aspectos más notables desembocan en una mirada crítica sobre el papel de la escritora en un México repleto de personajes masculinos tóxicos que buscan opacar el trabajo de estas mujeres. Desde una perspectiva feminista, esta obra de Beristain es importante, pues explora la personalidad compleja de una mujer deprimida y violentada que fue juzgada por la sociedad (y su esposo) por preferir trabajar y escribir que ser madre, mientras a los hombres se mantienen en ese sitio privilegiado (a pesar de no contar con ese talento que sí tiene Castellanos).

Otros momentos interesantes son las lecturas femeninas, como el caso de Gabriela Mistral, Delmira Agustini y la propia Rosario Castellanos, cuya obra (novela, poesía, ensayo y cuento) da ese tono crítico pero también melancólico a la cinta.

Una obra necesaria, molesta e inteligente.
Dylantonio
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18 de septiembre de 2018
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La vida es un libro en blanco que nuestras decisiones, buenas o malas, van escribiéndolo poco a poco. La pluma de Rosario Castellanos, era distinta. No solo por aportar a la literatura mexicana poesías, cuentos, ensayos y novelas; sino porque dio voz a los invisibles de su época, que curiosamente, a más de cuatro décadas de su partida, siguen siendo los mismos.

Considerada la escritora más sobresaliente del siglo XX en nuestro país, icono del feminismo después de Sor Juana Inés de la Cruz; su brillante obra, adelantada para su época, contrasta con las indulgencias que marcaron su vida íntima.

El zoom que la directora Natalia Beristáin —directora de tres episodios del fenómeno de Luis Miguel: La serie, y directora de casting en Las Tinieblas— hace de la escritora en su más reciente película titulada como una de sus poesías, Los Adioses, es tan solo un pasaje de su vertiginoso y efímero paso por este mundo. Depresiones por las constantes infidelidades de su marido Ricardo Guerra —interpretado en su edad adulta por el veterano Daniel Giménez Cacho— un profesor de filosofía con el que estuvo casada más de una década, y otras causadas por abortos involuntarios, fueron calvarios que padeció en silencio.

La historia de Chayo —una contenida Karina Gidi— comienza en 1950, en la Ciudad de México cuando apenas alcanzaba los tres millones de habitantes, y se vivía una época de grandes cambios. Aunque gobernados por el machismo, el entonces presidente Adolfo Ruiz Cortines concedería el voto por primera vez a la mujer. En ese contexto, se erige la carrera de la mujer que sería precursora de otras. La Castellanos fue una de las grandes, contemporánea de Dolores Castro, Jaime Sabines y Augusto Monterroso, por mencionar algunos de sus más allegados. Cuesta imaginar que las letras, de la también diplomática, plasmadas en tantas obras haciendo alusión a la opresión de las de su género, hubiera abierto campante las puertas de su hogar, para invitar a quedarse a todo aquello que tanto reprochaba.

Mención aparte merecen las actuaciones de Tessa Ia, que la interpreta en sus años mozos, a quien no debemos perderle la pista, y por supuesto la estupenda Karina Gidi, quien por momentos recuerda, sobre todo al principio del filme, a Beatríz, el personaje de la novela Demasiado Amor, de Sara Sefchovich, en donde ambas mujeres le dan otro sabor a las mieles del sexo. Su trabajo en ese entonces le valió una nominación al Ariel a Mejor Actriz, pero fue gracias a Castellanos que Gidi pudo alzar su primer Ariel. Su belleza de antaño, delicadeza y pequeñas dosis de furia, hacen creíble el personaje de amante y maestra; madre y escritora, que interpreta la formidable actriz.

La acompaña el no menos estupendo Giménez Cacho, haciendo mancuerna con Pedro De Tavira, quien da vida a su contraparte adolescente, completan el ensamble actoral en Los Adioses.

Ese pequeño instante en la vida de la señora Castellanos, saca a flote, una vez más, su lucha. Y no puede ser más ad hoc a los tiempos actuales. Ojalá se viralizaran sus letras, y un poco de su filosofía y coraje, ese que la vida cortó en plenitud a los 49 años cuando trabajaba como catedrática en la Universidad Hebrea de Jerusalén y se desempeñaba como embajadora de Mexico en Jerusalén.

Abriendo brecha, aún con lo inesperado de su partida, en 1974 se fue una grande de las letras, viviendo en Tel Aviv, una descarga eléctrica le arrebataría su último aliento cuando acudía al llamado telefónico de su hijo Gabriel que la escuchó por última vez.

No voy a dejar de ser mamá, no voy a dejar de ser maestra, y no voy a dejar de escribir, recita desde lo más profundo de sus entrañas Rosario Castellanos en una de las escenas, vaya forma de recordarnos que muchas veces la medalla, o el dulce, que tanto anhelamos se encuentra escondido en las pequeñas cosas, y peor tantito, tan absurdas como el sentarse a contemplar la blancura resplandeciente de una cocina. Por eso yo ya no espero, vivo.
Wilmer Ogaz
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