Crashing (Serie de TV)

Aviso: a los que vengáis a ésta serie esperando ver la continuación de Phoebe Waller-Bridge en Fleabag, lo lleváis mal...

Porque ya no se trata sólo de ésta portentosa y excepcional directora-actriz, sino que el desmadre e hiperrealismo de Fleabag se queda corto aquí, ya que Crashing nos trae una auténtica colección de personajes que representan la pura Sociedad liquida de Bauman, mostrado con la misma dureza, ironía y desparpajo de Fleabag.

Crashing es absolutamente brillante, con unos diálogos que se suceden a velocidad de vértigo, mostrandonos a unos treintañeros inmaduros, inseguros y mordaces, que se emborrachan, vomitan e insultan, con la misma facilidad que aman y se desmoronan.

Creo que es la serie del Año, aunque veo que es de 2016, pero como yo he empezado ahora, para mí es la mejor serie de 2020.

Al principio no tiene la fuerza de otros trabajos dela escritora y directora Phoebe Waller-Bridge, pero la fuerza de los personajes hace que después de ver varios capítulos no puedas dejar de verla.
Jonathan Bailey (Sam) sobresale de una manera incisiva, al principio parece estridente pero cada vez gusta más.
Louise Ford (Kate), insoportable y maravillosa.
Adrian Scarborough (Collin) indispensable.
Los secundarios roban protagonismo a Phoebe y Anthony (el más prescindible) y eso es encantador.

Se ve la personalidad arrolladora de Phoebe continuamente, pero aquí se centra más en ser generosa con los personajes secundarios, es una comedia negra coral donde no sobra nadie.

Un hospital en desuso de Londres es arrendado a personas para que lo usen como vivienda.
Un grupo de estos arrendatarios está conformado por Kate, la más asentada laboralmente aunque bastante reprimida (Louise Ford), su novio Anthony (Damien Molony), quien trabaja como cocinero, Melody, una artista plástica aparentemente francesa (Julie Dray), Colin, un señor grande recientemente separado (Adrian Scarborough), Sam, soltero sexy y a la caza, de ocupación desconocida (Jonathan Bailey) y Fred, un chico de origen indio (o pasquistaní), quien trabaja como empleado (Amit Shah).

Esta comedia (no muy) dramática) millenial británica comienza con la llegada de la desenfadada, lenguaraz pero insondable Lulu (Phoebe Waller-Bridge, también creadora del programa y guionista), antigua amiga de Anthony, quien actúa como un catalizador de cambios en los vínculos de los personajes precedentes. El énfasis está puesto en los sexual (la tensión sexual entre algunos personajes está bien lograda, si bien la serie es en general recatada) y en lo vincular, con replanteos amorosos y de identidad, avances, represiones, liberaciones, mucho histeriqueo, con diálogos por momentos agudos y algunos instantes de humor físico o escatológico muy graciosos.

Una serie breve y de capítulos cortos ideal para maratonear, que logra hacernos empatizar con algunos personajes y vínculos (como en una telenovela), que luce cierto desenfado (no mucho), que negocia entre brevedad y profundidad… y con un resultado general que dista de ser brillante.

Phoebe sabe como pocas lograr el mejor humor inglés y millenial entremezclados con una buena dosis de sexo y decadencia. Me he reído, he shipeado y me he enamorado de todos los personajes. Me ha durado una tarde y ojalá más y al mismo tiempo, suficiente.

Debido al éxito de Fleabag, y que disfrutamos bastante sus dos entregas, al ser solamente seis capítulos de veinte minutos, y a pesar de que no hay previsión de segunda temporada, decidimos ver esta comedia inglesa de la misma creadora e idéntico año.

Y pese a que tiene muy buenos momentos, y sus personajes gozan de bastante carisma, el abuso de lo escatológico y de tópicos manidos, le hacen perder puntos, además de altibajos continuos en tramas que caen en la reiteración en contraposición a otras más llamativas pero menos aprovechadas. Demasiados contras para recomendar una serie inconclusa, que no vale la pena aún requiriendo poco más de dos horas para verla al completo.

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