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Nada

Drama Cuando Andrea va a la Universidad, se aloja en casa de su abuela, pero tendrá que soportar a sus molestos parientes. Como en la casa todo son rencillas familiares, sólo su fuerte carácter le permitirá sobrellevar la situación. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
14 de mayo de 2010
36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
La adaptación corrió a cargo −creo− de la propia Conchita Montes, cuestión que ofrece al comentarista la víctima propicia para ajusticiar y señalar como responsable del resultado final.

Parece obvio que los elementos literarios de proyección de la mente de la protagonista −esa jungla de visillos en la que vive− quedan soterrados por un texto cinematográfico que solo ofrece continuidad con respecto a la obra original en la plasmación del hueso de la estructura fácilmente "adaptable", sin incidir con profundidad en el componente psicológico y de realismo trágico que opera en la novela desde la melancolía y la sensibilidad. La película hace recaer su énfasis en las líneas de narrativa y 'acción' más evidente, evitando la ambigüedad y la meditación reflexiva.

El personaje principal, Andrea, no presenta la evolución necesaria, sino que se convierte en espectadora o mero objeto. Queda únicamente como pieza narrativa sin su mundo íntimo de contradicciones.

Bien pudiera argüirse que esa condición de novela-conciencia (por leve que sea) es difícilmente adaptable al cine español del '47 (y con un autor de aprendizaje "americano" como Edgar Neville), pero la quiebra no afecta únicamente a ese aspecto. Hay también atisbos de fractura en cuanto al misterio onírico de las calles como forma de rechazo al misterio endogámico de las casas. No hay clima, únicamente factor dramático adaptado casi automáticamente en sus resortes de andamio estructural. Están las acciones, sí, pero no los pensamientos. Lo mismo sucede con los secundarios, trazados desde una dureza impostada, blanda en el fondo pese a la amarga trama que incorporan.

En la propia "poda" del guión se puede apreciar −si nos fijamos un poco− una preocupación por la aceptación del público de la época (lo vemos en el contraste dulcificado entre los mundos de la protagonista o el tratamiento comercial del elemento melodramático). Y es que el trabajo de síntesis parece tender más al extracto superficial de situaciones y personajes, y no tanto al enfoque que indague en lo que hay detrás (separación generacional, cicatrices de la guerra, etc).

Por no hablar del desequilibrio entre un primer tercio de la obra escrita trasladado a la pantalla con enorme fidelidad, zanjando en media hora de metraje escaso los dos tercios, aproximadamente, restantes, que se acaban por percibir como una sucesión de episodios o anécdotas más que como algo cohesionado.

Observo, por tanto, cierta contradicción entre una novela "ad intra", que se centra en la intimidad de un mundo de conciencias proyectadas en descripciones y percepciones del mundo exterior, y una película que va al armazón físico y ahí se queda, simplificando el plano psicológico en beneficio de un drama convencional. Sin clima de cerrazón, sin capacidad de ensoñación, la cinta acaba siendo un producto quizás eficaz, pese a todo, pero también más candoroso de lo que sería recomendable.
Bloomsday
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3 de septiembre de 2011
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Andrea, tras quedarse huérfana, se traslada a casa de unos parientes en Barcelona para cursar unos estudios y con la esperanza de hallar una nueva vida. Sin embargo, todo aquello que esperaba encontrar se queda finalmente en un catálogo de frustraciones, desengaños y desilusiones, que la hacen irse de la ciudad tal y como había llegado: con nada.
Una de las menos apreciadas películas de Neville, adaptación de la novela de Carmen Laforet. Se trata para quien esto suscribe de una buena película, pero debo añadir además que es un film interesantísimo, pues "Nada" supone un cambio absoluto de género en la obra de su autor (de la comedia pintoresca de intriga al drama intimista/familiar) a la vez que no es propio Neville quien crea una historia original sino que se trata de una adaptación. Estos dos aspectos la hacen en sí misma interesante pero además la película está bien hecha a todos los niveles, incluso mejor realizada que otras obras más originales del propio Neville y cuenta con una poderosa fotografía de Manuel Berenguer.
Lo que Neville busca y logra suficientemente con "Nada" es plasmar la sociedad de postguerra en Barcelona con la falsa moral como bandera de sus actos (la familia de Andrea es un dechado simbólico y abrumador de todo ello; ahí es dónde ahora radica el pintoresquismo, en esta familia flagelante, amoral y retorcida para la humilde e incauta Andrea).
kafka
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21 de agosto de 2007
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El existencialismo casero de Laforet no llega a traspasarse con fidelidad a la gran pantalla en esta adaptación del siempre interesante Edgar Neville, quizás porque prescinde de uno de los factores más característicos de su obra, el sentido del humor. Desaparecido este, queda lo demás: una toma de temperatura al clima moral y vital de la posguerra algo descafeinada y lejana, en exceso academicista y forzada dentro de su encorsetado naturalismo. Porque sin humor un drama como este puede caminar perfectamente, pero sin emoción es mucho más difícil.

Aquí Conchita Morales no brilla tanto como en otras películas, porque su complejo personaje requería de un texto más arriesgado y más libre de unas ataduras literarias que acaban limitando su acostumbrado vuelo artístico. No obstante, Nada es una película interesante que pone sobre la mesa una temática y una forma de pensamiento muy ajena a la que imperaba en la cinematografía española de aquellos años. Sería injusto despacharla sin más cuando está inmersa en una corriente que abogaba por un cine alejado del folclorismo rancio y conservador dominante por aquel entonces.

Su valor es ese: formar parte de un cine que negó, como la propia novela de Laforet, ese falso estado de normalidad que el Estado intentaba transmitir a los ciudadanos. Lástima que, como obra cinematográfica en sí misma, no terminara de cuajar.

Lo mejor: sus intenciones.
Lo peor: adopta un prisma formal y narrativo demasiado ortodoxo.
nachete
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26 de mayo de 2010
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correcta adaptación de la famosa novela de Carmen Laforet, quien la escribió a la temprana y sorprendente edad de 23 años. En conjunto la película no está mal pero decepciona un poco por no transmitir lo que sí conseguía la novela (la sensación de frustración, soledad, el deseo de libertad, etc.), y por estar dirigida por Edgar Neville, uno de los directores más importantes de la posguerra.
Para empezar un gran pero: la duración es muy escasa y en tan poco tiempo no se puede plasmar todo lo que sí tenía la novela original. La película es como un resumen, saltándose algunas cosas y otras cambiándolas, empezando bastante fiel y acabando de forma demasiado rápida y un tanto precipitada y forzada. Por otra parte tampoco me agradó la eliminación de ciertos personajes o la escasísima aparición de otros que en la novela aparecen mucho más. Cierto es que no era fácil adaptarla, pero con que hubiera durado 30-40 minutos más seguro que todo se habría ajustado mucho mejor y hubiera sido una adaptación más afortunada.
A pesar de estos peros hay que decir que como película independiente resulta bastante pasable. Es entretenida y los actores (Blanco, Bardem, Caba Alba...) cumplen francamente bien con sus respectivos personajes, aunque hago cierta excepción de Conchita Montes porque había ocasiones en las que no me la creía demasiado. Tendrían que haber cogido a una actriz más joven y con mejores cualidades interpretativas.
Flojilla como adaptación, pero como película se deja ver con agrado.
Marcos Sastre
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1 de septiembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película ofrece una obligada síntesis de la excelente novela de Carmen Laforet, premio Nadal 1945, en la que Conchita Montes, actriz y pareja de Neville, se apoyó para el argumento que recreaba perfectamente, la Barcelona de post guerra. A pesar de sus insuficiencias, al parecer la productora Cifesa que distribuía el film, le amputó unos 30 minutos, para hacerla más comercial, según ellos. Es evidente que eso perjudica a la película a la hora de desarrollar los temas, viéndose algunos de ellos algo abrupto y escueto. Sería interesante recuperar esos minutos en alguna edición en DVD, si no se destruyeron. Respira el film un clima insano, pesimista y todos sus personajes están inmersos en angustias existenciales, el recuerdo de la guerra civil los mantiene aprisionados en un mundo de desconfianzas y rencores, de locura y degradación.

Todo ello en un ambiente melancólico, de dificultades económicas, mediocridad cultural, prostitución encubierta y aislamiento, que Neville muestra con más recursos expresionistas que costumbristas. “Nada” cuenta la historia de Andrea (Conchita Montes), una joven huérfana que llega a Barcelona para estudiar Filosofía y Letras. Se aloja en casa de la familia de su madre, compuesta por su abuela y sus tíos; Angustias, Roman y Juan, y la esposa de éste último, Gloria, una familia burguesa venida a menos, de pensamientos antagónicos, pero que ella acepta pese a las excentricidades de sus componentes.

Andrea es atraída desde el primer momento por la imagen bohemia de su tío Roman, un violinista de pasado turbulento, frente a Juan, un pintor fracasado y violento que tiene que soportar que su mujer salga de noche en busca del sustento familiar, además de soportar a la reaccionaria y contumaz Angustias que le previene de los peligros de la gran urbe. En la universidad conocerá a Ena, que siente interés por conocer a su tío Roman, una chica de aptitud liberada, y libertina, más si tenemos en cuenta las costumbres de la post guerra franquista y nacional católica. Una película atípica para la época que refleja muy bien, ese ambiente oscuro, apesadumbrado y angustioso de una cierta sociedad española, la película tiene un caleidoscopio de personajes femeninos, muy audaces para la época.

Alejada formalmente del cine habitual de Neville, totalmente atípica a su estilo luminoso y alegre, donde abunda los planos en contrapicado, la cámara enfocando a los personajes desde abajo, dejando ver los techos bajos, lo que hace que el ambiente sea más agobiante y claustrofóbico sobre los personajes, estéticamente casi una obra barroca, gracias al operador Berenguer, muy influido por Gregg Toland y el cine de Orson Welles. Neville quería reproducir con las imágenes el ambiente hosco y duro que reflejaba la novela, el cineasta quería alejarse de las historias de amor romántico y las películas históricas de cartón piedra que estaban en auge en la España de los 40. Una película algo desigual, precipitada en su narración, pero no carente de interés.
Antonio Morales
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