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La seducción

Drama Año 1864. Durante la guerra civil norteamericana, la tranquilidad de una escuela femenina de Virginia donde sólo viven mujeres se ve alterada con la llegada de un apuesto soldado yanqui herido... Remake de "El seductor", dirigida por Don Siegel y protagonizada por Clint Eastwood. (FILMAFFINITY)
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Críticas 97
Críticas ordenadas por utilidad
19 de agosto de 2017
70 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La seducción" si se ve sin comparaciones, es una película meramente correcta, más que en su resultado, en su configuración. Y digo configuración más que elaboración, porque parece ingeniada por ordenador. En ella hay factores interesantes, aunque no del todo logrados, como su fotografía, sin iluminación artificial, respetando la época en que se desarrolla, aunque finalmente haya quedado demasiada oscura, y que supongo visionada en una pantalla de televisión se verá con menos nitidez aún.

También es aceptable trabajo de su elenco actoral: tanto de Colin Farrell como del resto, algunas más que otras, pero no por talento o dimensión de sus personajes, si no afectadas por el dudoso trabajo de peluquería, sobre todo en el caso de Elle Fanning, con un aspecto que en la actualidad puede quedar muy mona, pero impensable para el marco donde la acción transcurre, o por el guión en sí, desaprovechando momentos que podían haber sido claves para la relación de los personajes, como en el caso de Nicole Kidman, en otras secuencias se opta por la estúpida bondad para no caer en la pederastia y en otras ocasiones tirando por tierra escenas en que su "suspense" se podía haber aprovechado y haberle brindado algo de fuerza, virtud que en escasas secuencias tiene. La mejor parada es quizás Kirsten Dunst, por hacer un personaje austero, constreñido y sin intención de sobresalir forzadamente. Dicho sea de paso, me gustó que esta actriz en concreto se negara a adelgazar para este personaje y quebrantando el capricho, más que la lógica voluntad de Sofia Coppola, porque no era necesario.

Se echa en falta la claustrofobia, la presión de sus circunstancias, en la que su guionista y también directora, Sofia Coppola, ha optado por darle un aire de fábula, como de cuento, con unas preciosas localizaciones en Louisiana, a diferencia de la notable versión de Don Siegel, en la que sus personajes tenían una edad y unas circunstancias menos infantiles. Y he intentado evitar la comparación con la primera versión, pero me ha resultado imposible.
No sé qué habrá motivado el que ser ruede esta nueva versión, pero poco aporta a lo que ya en su día brindó la versión de Siegel. Todo aquí es más obvio y naif. Su desarrollo, que dura la hora y media de rigor, como hemos apuntado antes, no pasa de la corrección.

"La seducción" me ha parecido poca cosa. Cuidada en su envoltorio pero rodada sin desenvoltura o demasiada inspiración. Podía tener todas las condiciones para haber resultado un film más explosivo que su antecesora, una reivindicación femenina, un alegato contra la guerra y la violencia, o incluso una historia de amores desaforados y descontrolados, pero no, se ha quedado en un correcto y algo gélido drama, con baches narrativos y algunas elipsis o saltos narrativos que no le han beneficiado. Su vestuario o su dirección artística sirven para añadirle algo más de encanto.

Si se desconoce la versión anterior puede que "La seducción" resulte tanto más llevadera durante su visionado como satisfacer a su término, pero aún así dudo que a alguien le resulte, no ya una obra maestra, si no un notable film, que repito, lo podía haber sido, pero que obviamente se ha dejado pasar la ocasión.
Maggie Smee
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18 de agosto de 2017
55 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me quepa ninguna duda de la gran dirección a cargo de Sofia Coppola. De lo que sí me quepan dudas es de por qué no reestrenaron la original (e injustamente poco reconocida) "El seductor" en lugar de hacer un nueva versión frígida y políticamente correcta -demasiado políticamente correcta, en mi opinión-.

Strike 1: Colin Farrell contra Clint Eastwood. A pesar de que Farrell tiene cierto carisma, donde haya un Eastwood cínico y oscuro que se quite lo que venga. Así mismo, ¿recuerdan el personaje inquietante de Geraldine Page, capaz de plantarle cara? Aquí tenemos a una Nicole Kidman tan impedida en sus acciones y motivaciones como su inexpresivo botox. Kirsten Dunst es aceptable, pero no alcanza tampoco los niveles de implicación emocional de Elizabeth Hartman.

Strike 2: La forma de contar la historia en la versión de 1971, sin ser una pura gozada para mí, funcionaba a la perfección. Cómo mezclaba flashbacks que destapaban intenciones y explicaban personalidades, un ritmo lento pero agudo para desarrollar el juego de seducciones y dimes y diretes hasta un clímax sensacional... Aquí todo ha sido planteado como una obra de teatro a lo Fences. Pero ni funciona como la mencionada, ni beneficia para nada a la historia. Todo se muestra frío, sin una mínima profundidad, despojada de la juguetona perversión que levantaba el relato. Sin la pasión, ni el erotismo, ni el morboso canto a lo prohibido de la original. Ni siquiera la última escena, una de las cosas más memorables de la trama, tiene suspense alguno.

Strike 3: El tempo acelerado, pese a la pesadez de contarlo, limita el desarrollo de la historia mucho. Da la impresión que necesita más minutos en su segunda mitad. Desconozco si el guión fue concebido así o se recortaron escenas en la sala de montaje. De cualquiera de los dos casos, termina por hundir aún más esta nueva versión -¿Cómo voy a preocuparme por unos personajes de personalidades y acciones unidimensionales hasta decir basta?-.

Quien nos seduce de verdad es una imponente Elle Fanning, una historia que -aún cercenada de los aspectos que la hicieron interesante de verdad- se nota que no es mala para nada y la mencionada dirección de Coppola. Esos tres puntos a favor son los únicos que esta película tiene para mí. Una verdadera pena, con todo el potencial que había aquí reunido.
TeAmargo
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22 de agosto de 2017
54 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sofía Coppola tiene en mi opinión dos puntos fuertes que, para bien o para mal, definen fuertemente su estilo. Uno: su delicadisimo gusto por la estética. Esta directora convierte en poesía visual todo lo que toca. Dos: la no existencia de puntos de vista. Para muchos esto último es un defecto involuntario, pero yo en cambio opino que es mucho más difícil retratar una historia que contarla. Una cosa es no tener una opinión y otra no querer mostrarla. Sofía se suprime a sí misma como narradora de su propia historia (tarea que a mi se me antoja como realmente dificil) y nos da ese papel a nosotros. A quienes dicen que peca de no saber darle una finalidad a sus peliculas, yo les respondería que verlas es un poco como mirar un cuadro: es tan inexpresivo o tan carente de significado como quiera el espectador.

Hoy a la salida del cine he prestado atención a los comentarios de la gente y no he oído dos iguales, y la mayoria de ellos jamas habria imaginado que pudiera provocarlos la misma pelicula que acababa de ver yo, incluso (y esto me ha parecido increíble!) en la forma de interpretar el título. Personalmente he salido pensativa e inspirada, sensaciones que no saco a menudo de un cine.

En cuanto a las interpretaciones: nadie brilla por su carisma, nadie se come a nadie. En otras películas eso sería criticable, pero para mí aquí es un acierto porque va en total sintonía con el tono general de la película. No hay héroes como tampoco hay moralinas. Para nosotros cada personaje es tan hermético en cuanto a sus auténticas intenciones como puedan serlo entre ellos. Sea cual sea la "causa-efecto" tras sus acciones e interacciones, esta en muchos casos no nos la presentan de forma obvia, y en este sentido Colin Farrel, Nicole Kidman y Kirsten Dunst están especialmente brillantes. Logran ser creíbles sin hacernos creer que les conocemos bien o que podemos verles venir. Nos obligan a mirarles fijamente y a prestarles atención hasta sacar nuestra propia conclusión sobre ellos. Hasta entonces son desconcertantes. (Desde luego NO planos!!! Aclaro esto en la zona de spoilers).

Ni os la planteéis: los que tengáis ideas preconcebidas. Quienes hayáis visto el título y puede que el tráiler y busquéis sentir cosas concretas. Especialmente morbo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ardid
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21 de agosto de 2017
34 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya, me había quedado un poco traspuesto.... Por ser justos, la Hijísima no llega a extremos ominosos de aburrimiento pero se enfrenta a un grave problema de relación continente/contenido. Aunque parta de una premisa jugosa, la sensación que transmite la película es que cuenta mucho menos de lo que debería, y asistimos a una auténtica clase magistral del relleno de minutaje a base de planos de la casa, de los campos, del atardecer, del amanecer, de las niñas recogiendo setas... Estos elementos pueden contribuir a crear un ritmo dentro de la película, pero Coppola en mi opinión no saca partido del potencial teatral de las relaciones entre el soldado y las féminas, que se intuye podría ser eléctrico y con una amenaza latente muy rica. Pero no: opta por la sutileza, por las miradas, por los gestos apenas iniciados en vez de por el thriller y al final todo se queda en una sugerencia; los pocos puñetazos en la mesa que tiene el guión son tímidos repuntes en un mar de escenas inacaaabables y supuestos momentos iiiintimos en los que Collin Farrell no acaba de convencer. ¿Se beneficia la historia original de una visión femenina?: hombre, si eso implica aburrir al personal, pues no.
Tio Penthal
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20 de agosto de 2017
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el horizonte resuenan los cañones de una Guerra de Secesión lejana, marcando un peligro contundente, pero leve, por el que no habría que preocuparse.
Mientras, por el camino rural una inocente niñita recolecta setas para su escuela, ajena a la amenaza y ya acostumbrada a vivir bajo ella, aunque en cualquier momento esta pueda alcanzarla.

En 'La Seducción' ocurre algo parecido todo el tiempo: potenciales acciones peligrosas son deslizadas en la sutileza constantemente, a veces ocultas bajo un fino paño de seda, pero rara vez apreciadas en toda su perversidad o interés.
El soldado confederado John McBurney se ve obligado por necesidad (y por una pierna rota) a pasar una temporada en la escuela para señoritas de Miss Martha Farnsworth, y sería imposible que un acto tan hospitalario encerrara algo más en los tiempos que corren: guerra entre Norte y Sur, escasez de alimentos, moral cristiana rampante que pide perdonar y dar cobijo, nulo interés (¿negación?) por el placer y la diversión.
Pero, como se suele decir, un leopardo no cambia de manchas: los chicos son los chicos y las chicas son las chicas, aunque tengan que fingir roles de agradecido soldado herido y educadas señoritas recatadas.

Pronto se empieza a desarrollar un juego de seducción apoyado en los exquisitos modales de John y las generosas atenciones de Martha y sus alumnas, que a menudo encuentran su más dulce guinda en miradas inadvertidas, gestos casuales o frases provocativas; todo ello sin intención aparente, todo ello milimétricamente calculado.
Una telaraña se va tejiendo y todos participan en ella, aunque la educación dicte que solo se devuelven favores, o el decoro impida un intercambio más directo entre presa y cazador. ¿Quién es cada uno? Tal vez tanto John como las señoritas adopten un determinado rol, según las circunstancias y la necesidad.
A veces conviene esperar a sentir el aliento del cazador en la nuca, a veces la indefensa naturaleza de la presa es la coartada perfecta, a veces dejarse cazar es la gozosa respuesta a una vida de celibato y guardar apariencias.

Sin embargo, algo tan agresivo no puede permanecer oculto tanto tiempo: los demonios personales se desatan en el paraíso encontrado, y un deseo ardiente parece lo único que merece la pena defender con uñas y dientes, por todo lo que se les ha negado.
Así, aprendemos que John quizá no utiliza su dominancia masculina sin motivo, ni Martha es tan inmune a los impulsos carnales o recreativos, ni su mano derecha Edwina está dispuesta a hacerse valer por marchitarse en el olvido: todos son jugadores en un tablero que ya tenía las fichas marcadas, están encajonados en sus circunstancias, y han avanzado todo lo lejos que han podido, anteponiendo autoridad y lanzando la caña porque es lo único que pueden hacer, en los tiempos que les ha tocado vivir.
Quizá las jóvenes alumnas de Martha, con la adolescente Alicia a la cabeza, sean las que más limpias permanecen ante el conflicto, pero sus risitas y miradas a un John acicalado para la cena han marcado el camino para sentirse violentadas cuando ese mismo galán las exige y utiliza sin pena: el despertar sexual mancha su blancura juvenil, y marca un crecimiento en el que todas se sienten comprometidas a guardar el secreto de su vergüenza adulta.

Es curioso el uso de la música en esta historia: el silencio domina los primeros compases del relato, en los que no hay nada que ocultar, y a medida que crecen los secretos o las medias verdades las canciones y melodías se van haciendo más presentes, tratando de tapar lo que realmente está pasando, tal vez porque el ruido de las conciencias se vuelve escandaloso.
Porque esto no es sólo una historia acerca de la supervivencia en tiempos difíciles, o de los intrincados mecanismos de la seducción, sino que también es una declaración sobre la culpa y la mentira, que descienden del choque entre deseo y circunstancias, pero se vuelven más soportables cuando son hipócritamente compartidas (y silenciadas).
Charles
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