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Ambiciosa

Drama En la Inglaterra del siglo XVII, una mujer usa sus atractivos para escalar peldaños en la cerrada estructura social de la corte. Amber St. Clair se propone ascender de chica de pueblo a noble, pero en el camino perderá muchas cosas importantes, entre ellas su gran amor. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
8 de agosto de 2007
32 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Demasiados problemas tuvo "Ambiciosa" en su momento que la impideron llegar a ser la obra maestra que todos sus ingredientes reclamaban. Para empezar la censura la masacró sin piedad. Luego Preminger compartió labores de dirección con alguien tan opuesto a el como John M. Stahl y el protagonismo masculino en manos de Cornel Wilde deja un poco que desear.
Así la historia de esta fascinante mujer, Amber StClair, maravillosamente encarnada por la voluptuosa Linda Darnell, prototipo de mujer moderna, lista y liberada, vista hoy en día es perfectamente comprensible, pero en 1947 resultaba un amago de femme fatale histórica que no podía ni mucho menos salirse con la suya. Por ello lejos de ser presentada solo como una mujer ambiciosa, sexualmente promiscua e inteligente, Amber nos es presentada como una arribista sin muchos escrúpulos, capaz de hacer cualquier cosa por escalar puestos en la corte del rey de Inglaterra. Algo que a nadie extraña hoy en día... pero aquellos eran otros tiempos. Afortunadamente su caida no es tan dura como le hubiese gustado a los censores de la época. Igual de haber muerto fulminada por un rayo al pie de una iglesia o victima de alguna enfermedad estigmatizada la historia no hubiese sido tan "retocada"por los guardianes de la moral pública.
Por otro lado la dirección parece no acabar de encontrar el tono que amalgame con soltura la evidente simpatía del director por el personaje con la distancia necesaria para dejarla respirar con holgura en la historia, lo que acaba confiriendo a la película un aire extraño, decadente, frío y confuso que se ve suavizado por la fabulosa partitura musical del gran David Raksin (colaborador habitual de Preminger) y la excelente fotografía de Leon Shamroy.
Y es un apena por que como ya he indicado esta podía haber sido una obra maestra absoluta. Quizás en su montaje original lo fue, pero visto lo que hay, esa falta de pasión y el retrato calculador de la protagonista la aleja irremisiblemente del espectador que ve la obra con más curiosidad que implicación personal.
Pese a todo una obra muy recomendable que nunca se menciona entre los mejores trabajos de Preminger (sin duda la distancia que impone en todo momento hace que no lo sea) pero que merece ser tenida en consideración por su valentía, su modernidad ideológica y un retrato de su protagonista que curiosamente ha ganado con el paso del tiempo consiguiendo que "Ambiciosa" sea mucho más actual y comprensible hoy en día que en el momento de su estreno hace ya 60 largos años.
kepamk
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24 de noviembre de 2009
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Superproducción de la Fox, concebida inicialmente como réplica de “Lo que el viento se llevó” (Fleming, 1939). La dirección se encomienda en principio a John M. Stahl, que es sustituido un tiempo después por Otto Preminger (1905-86). El guión es de Philip Dunne y Ring Lardner Jr., que es despedido durante la realización de su trabajo a raíz de su inclusión en la lista negra del infausto senador Joseph McCarthy. Jerome Cady realiza la adaptación de la novela “Forever Amber” (1944), de Kathleen Winsor. Se rueda, a lo largo de casi 5 meses, en los Warner Studios (Burbank, L.A.). Obtiene una nominación a los Oscar (banda sonora). Producido por William Perlberg para la Warner, el film se estrena el 10-X-1947 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en Inglaterra: en una granja agrícola y en la vecina posada Marygreen, situada a 2 días a caballo de Londres (unos 120 Km.) y en Londres (prisión, calles, domicilios privados, palacio Radcliffe, Whitehall...), a lo largo de 25 años, entre 1660 (derrocamiento de Carlos I) y poco antes del fallecimiento (1685) de Carlos II. Ámbar, siendo bebé, es abandonada frente a una granja agrícola propiedad del matrimonio puritano formado por Matt St. Clair y su esposa, que la adopta como hija. Hastiada del rigorismo de sus padres, que la quieren casar con el hijo de un vecino criador de cerdos, a los 16 años huye sola a Londres en busca de aventuras, libertad, trabajo, amistades, independencia y prosperidad. Movida por las circunstancias se ve abandonada a su suerte, engañada, estafada, implicada en la vida delictiva y protegida por personajes singulares. Se defiende de la adversidad gracias a su inteligencia y habilidad.

El film suma drama, romance, acción, aventuras, crónica de costumbres y cine de época (s. XVII). Es uno de los 10 films que realiza Preminger durante su etapa al servicio de la Fox (1945-1951). Constituye un elogio, sentido y convencido, a favor de la lucha por la libertad y sus manifestaciones: libación personal, independencia, autonomía, amor libre, espíritu inconformista y ánimo batallador. Para el realizador la libertad, el bien más preciado de la persona humana, no se consigue gratuitamente: reclama una lucha constante. La protagonista encarna el espíritu de la mujer de la posguerra de la IIGM, situado lejos de los principios puritanos de Matt St. Clair, para quien “la vanidad en el alma de la mujer es obra del diablo”. Pese al título en español, Ámbar es más libertina que ambiciosa.

La narración se presenta construida con la elegancia, la minuciosidad y el espíritu perfeccionista que caracterizan al realizador. No faltan los juegos de apariencias que ocultan en los personajes secretos como el sadismo, celos enfermizos, frivolidad, afanes de engaño, codicia, etc. La cinta reúne un vestuario llamativo, variado, colorista y bien diseñado; unos decorados vistosos, con cortinajes y vidrieras emplomadas; un cromatismo vibrante de colores puros; un elenco numeroso de actores, actrices y extras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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20 de marzo de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es de las más afortunadas obras de Preminger, tampoco es famosa y conocida, pero sí que es mejor de lo que parece, pues durante su etapa para Twenty Century Fox tuvo que aceptar películas de encargo que solventó de forma profesional, aunque no le inspiraba mucho este tipo de cine histórico intentó darle algunos toques personales. Se trata de una adaptación de una novela de Kathleen Windsor, publicada en España con el título de “Por siempre Ambar”. Resulta que entonces en Hollywood se trabajaba a sueldo del Estudio bajo las órdenes del productor Darryl F. Zanuck, sustituyendo al inicialmente previsto director John M. Stahl, despedido a los pocos días de rodaje. Ante la imposibilidad de contratar a Lana Turner se contó con la espectacular Linda Darnell, una morena físicamente atractiva y carnal que le iba muy bien al personaje, a pesar de ciertos problemas de censura.

La película está rodada en color por el gran operador Leon Shamroy que dispone de una paleta de colores acorde con su trama. Estamos en el siglo XVII en Inglaterra, durante el periodo en que Cromwell contra el rey Carlos I de Estuardo, una niña recién nacida es abandonada en la granja de un puritano. Tras la muerte de Cromwell y la subida al trono de Carlos II de Estuardo (George Sanders), aquella niña ahora es una bella joven, Amber St. Clair (Linda Darnell), se niega a casarse con un granjero elegido por su padre adoptivo porque no quiere pasar la vida criando cerdos y huye a Londres, donde solicita ayuda a Bruce Carlton (Cornell Wilde), un lord a quien ha conocido cuando pernoctaba junto a unos amigos. Ambos se enamoran dando comienzo la vida pública de nuestra protagonista, que pasa por actuar en el teatro, por la cárcel, la prostitución, siendo madre de un hijo de Bruce, por ser la mantenida de un capitán o la esposa de un viejo conde, hasta conseguir ser objeto de interés y admiración del propio monarca.

Su carrera social contiene pues, los suficientes ingredientes para molestar a la Legión Católica de la decencia de la época, algo que se puede entender como amoralidad por conseguir un objetivo a cualquier precio. Una mujer que se sirve de sus encantos hacia los hombres para su ascensión social con objeto de medrar en el Londres de los Estuardo. Está claro que este tipo de melodrama de cariz folletinesco no interesaba excesivamente al cineasta, pero hay dos cosas llamativas que aportó al film: el tono de frialdad y desapego hacia la evolución del personaje femenino y su fotografía hiperrealista, de acuerdo con la idea de que en aquel tiempo no existía la electricidad, iluminándose con la luz de las velas, anticipándose a lo que años más tarde haría Kubrick y su operador John Alcott, con medios más modernos para “Barry Lyndon”. No para buscar un efecto estético sino para crear un efecto de realidad cercana al documento histórico, ayudado por el excelente diseño de producción que goza la película fiel a una ambientación y escenografía admirables. El resultado es pues, sombrío, oscuro, severo, nada glamuroso y en ocasiones fantasmagórico, pero siempre interesante.
Antonio Morales
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14 de julio de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a los buenos oficios de ese gran político y militar que fuera Oliver Cromwell, el gobierno despótico de Charles I había llegado a su fin en Inglaterra tras una cruenta Guerra Civil, y con el fin de la monarquía, había quedado instaurada la República o Commonwealth (Mancomunidad) como comenzó a llamarla su nuevo líder. Cinco años duró este gobierno (1653-1658), con Cromwell nombrado como Lord Protector de Inglaterra y sus colonias, pero tras su fallecimiento, las fauces de los lobos vieron debilidad en la sucesión que asumiera su hijo Richard… y tras fuertes luchas intestinas se logró que, Charles II, hijo del último monarca, asumiera el poder y restaurara la monarquía.

Es en tiempos de esta restauración que la estadounidense, Kathleen Winsor (1919-2003), ambientó la historia de su personaje, Amber St.Clair, en una novela (Forever Amber, 1944) que, por sus descripciones sexuales, subiría –entre otras cosas- los colores de las mejillas de los censores, lo que llevaría a su prohibición en 14 Estados norteamericanos, pero al mismo tiempo la convertiría en un bestseller con casi tres millones de ejemplares vendidos (por debajo de “La túnica sagrada” de Lloyd C. Douglas: Tres millones setecientos, y por encima de “Un árbol crece en Brooklyn” de Betty Smith: Dos millones quinientos).

Como ocurriera con las otras dos novelas citadas, Hollywood también vería en “Por siempre Ámbar” un filón digno de explotarse, y en principio, el guión de Philip Dunne y Ring Lardner Jr. le fue dado al director John Stahl para que lo rodara… pero tras treinta días de filmación, la Legión Católica de la Decencia intervino, y acusando a la película de inmoral y licenciosa, amenazó con ponerla en la lista negra a menos que se le hicieran severos cambios. Stahl renuncia entonces a la dirección, siendo sustituido por Otto Preminger, y la 20th Century Fox aprovecha para sustituir también a la protagonista, Peggy Cummins, cuya actuación no les tenía bastante satisfechos.

Con un guión un tanto retocado, se reinició el rodaje… y el resultado es, por sobre todo, una historia de amor ferviente que, en su médula, me remitió al filme de Stahl, “Leave her to heaven”, pues, como Ellen Berent, también Amber St. Clair está dispuesta a cualquier suerte de improcedencias con tal de preservar su relación con Bruce Carlton.

Ambiciosa, arriesgada y sin muchos escrúpulos, Amber tiene entre ceja y ceja el propósito de ascender socialmente, convencida de que su atractivo físico y su inteligencia dan para conseguirlo, pero va a tener que enfrentarse a toda suerte de tropiezos -y también ventajas- con seres muy dispares, tomando decisiones que, además de ganar, también podrían llevarla a perder.

Preminger ha logrado un filme bastante crítico con las interioridades de las monarquías, y su manera muy particular de iluminar los exteriores, con muchas sombras lúgubres en espacios turbios y derruídos, da cuenta de la gran miseria que, paradójicamente, se contrasta con la ostentación palaciega, donde los vestuarios de suma elegancia, los muebles de gran lujo y los derroches de todo tipo no conocen límite.

Los diálogos son cuidadosamente pulidos, y como afilados y bien orientados dardos, dan siempre en puntos neurálgicos de ciertas instituciones: “La diferencia entre piratas y corsarios es que a aquellos los ahorcan y éstos comparten beneficios con su majestad”. “Ya sabes que estoy enamorada de ti… Dime, ¿Crees que soy buena actriz?”, “Odio la vida en la corte. En la mar no hay intrigas”…

Creo que estuvimos cerca de una gran película, pero tengo que decir que hubiera preferido a Richard Greene (Harry Almsbury) como protagonista y a Cornel Wilde (Bruce) en el rol de aquel. Sin embargo, Linda Darnell fue una afortunada elección, pues como Amber, ha logrado una de las mejores interpretaciones de su vida.

Título para Latinoamérica; “POR SIEMPRE AMBAR”
Luis Guillermo Cardona
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24 de agosto de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces me pregunto por qué las películas que me gustan tienen pocas críticas... en fin. Creó que vi este film por primera vez cuando tenía 12 años y obviamente me gustó muchísimo, como cualquier película de corte histórico que transmitía la TV local y que a mí me hacían alucinar; le perdí la pista por muchos años pero siempre recordaba su evocador nombre "Por Siempre Ambar", hasta que supe que era una novela de una escritora norteamericana... Buena dirección, gran vestuario, excelente puesta en escena, actuaciones estupendas como casi en cualquier superproducción de Hollywood del momento y obvamente una interesantísima historia pero quisiera rescatar aquí la actuación de Linda Darnell que esta perfecta en su papel y además a mí me deslumbra con su belleza y no temo en equivocarme en decir que fue una de las grandes de su época y en este largometraje está simplemente magnífica.
Christian
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