Adiós, señor Haffmann

Conmovedora e intensa película francesa de uno de los directores más interesantes del panorama galo como es Fred Cavaye, que cuenta con títulos muy interesantes en su filmografía como "Mea Culpa", "Cuenta atrás" o "Cruzando el límite". Dos de estas con remake americano.

Estamos en 1941, bajo la ocupación nazi en Francia, los judíos comienzan a ser señalados y más tarde deportados. El reputado joyero judío Joseph Haffmann viendo peligrar su vida y la de su familia, le propone un "arreglo" a su empleado François Mercier. Este le cederá la joyería y la vivienda de arriba para que siga con el negocio hasta que las cosas cambien y acabe la guerra. Tras enviar a su familia al campo a casa de otros familiares, Haffman no consigue poder salir de la ciudad por los rigurosos controles que hay, así que decide quedarse en el sótano de su tienda, mientras que su empleado y su mujer viven en el piso de arriba. Pronto empezarán los conflictos ... 

Con una dirección teatral sobresaliente y con unas actuaciones de Daniel Auteuil, Gilles Lellouche y Sara Giraudeau extraordinarias, la historia de Jean-Philippe Daguerre se convierte rápidamente en un thriller que te deja clavado en la butaca.

La pregunta de cómo una persona sencilla y aparentemente buena se convierte en un sinvergüenza oportunista ante la tragedia de los demás, combinada también con la violencia psicológica y la perversidad que hace mella en los tres personajes, crean un clima asfixiante sin muchos artificios, con algún que otro giro interesante.  

Sin duda una de las mejores películas francesas de lo que llevamos de año. Que podrá verse en cines el 25 de marzo de 2022.
Destino Arrakis.com

Empezaré comentando lo que le falta, que es justo lo que le sobra a la inmensa mayoría de las películas que vemos actualmente, algo de superficialidad, algún recurso cinematográfico que le añada más emoción y suspense, un soplo de aire fresco que oxigene una historia tan compleja como profunda, pero demasiado austera.

Por lo demás casi todo en ella es excelente, desde su ambientación hasta las interpretaciones de sus 4 actores principales (matices en spoilers) especialmente la de Gilles Lellooche, que despliega una gran gama de emociones, aunque al personaje interpretado por Daniel Auteil le falta textura.

Una película que refleja magistralmente las transformaciones que sufrimos cuando cambian drásticamente nuestras circunstancias, especialmente durante una guerra, que explica muy bien el famoso dicho de que saca lo mejor y lo peor de nosotros sin que sepamos a priori de que pasta estamos hechos.

Compone, con una sinfonía cargada de matices, los cambios que va experimentando ese matrimonio que protagoniza la historia, glosando los resortes psicológicos y las coartadas morales que nos ayudan a hacer lo que realmente queremos. Y también las reacciones que podemos tener sin sospecharlo.


En definitiva, una historia emotiva, interesante, bien contada, universal y actual al mismo tiempo.


Por último, también supone una muesca más en la sutil autocrítica que el cine francés viene haciendo sobre ciertos comportamientos no demasiado ejemplares que los franceses tuvieron durante la ocupación que sufrieron por los nazis durante la segunda guerra mundial.

Sorprendente film sobre el comportamiento humano en situaciones límite. Ilustra sobre la importancia de la autoestima en las relaciones.
Cóctel de emociones, ritmo exquisito, actores perfectos. Profunda y entretenida. Amor, solidaridad, locura, traición, ambición… Y tú estupefacto en la butaca del cine, donde el tiempo pasa rapidísimo. MUY RECOMENDABLE.

La cinta tiene una narración muy teatral, cercanía física entre los personajes, floral e intenso lenguaje de miradas, una atmosfera de interiores en suspensión, y el sabor dulce, especiado más tarde, y finalmente degradante, del comportamiento en las relaciones humanas. Las relaciones humanas a veces son como finos hilos dorados que pasan por las agujas y hacen mantas de invierno; otras veces, cuesta enhebrar las agujas, otras, las agujas acaban haciendo sangre en los dedos.

Entre sus puntos más gratificantes se encuentra su ritmo contenido (parece ser necesario un suave impulso de aire pulmonar en algunas secuencias, es por lo que el espectador hace el trabajo psíquico de entrar en la película) ,y sobre todo me ha convencido su construcción translúcida, que la hace una filmación más artesanal y soberana.

Con un reposado estilo de dramaturgia, que incluye entre sus varias virtudes, la espera de acontecimientos y el desarrollo cadencioso de los personajes, y su magistral y gradual transformación, que se pueden representar metafóricamente ayudados por la convulsión del escenario bélico, primero, por la endeble y falsa moral de Gilles anudada ésta por una incendiaria avaricia, seguidamente por el renacimiento ético de Sara y finalmente por la compostura y la valiente redención de Daniel.

No queda sino elogiar la dirección artística, que es como la magia esa que se logra cuando una película no solamente es un pasatiempo, sino que realmente crea un pequeño paréntesis en tu vida cotidiana para entrar en esa historia, distinta a las demás, que estás viendo en una butaca en un cine, a kilómetros de tu casa, de tu trabajo, y que nada tiene que ver con tu historia personal.

Buena película francesa que nos sitúa en plena Segunda Guerra durante la ocupación alemana en Francia, en donde un joyero judío, obligado por las circunstancias, antes de huir con su familia decide venderle ficticiamente su negocio a su empleado. Éste se mudará allí con su mujer y por distintas circunstancias el joyero se verá obligado a vivir en el sótano. Así poco a poco y magníficamente retratado tanto por los protagonistas como por el director, se irán trastocando los papeles no solo a nivel comercial sino también en la familia del nuevo dueño. Las cosas irán tomando distintos caminos en pos del supuesto beneficio de la nueva familia. Dentro de las actuaciones debo decir, que con Daniel Auteuil no soy imparcial ya que haga lo que haga para mí es siempre un placer disfrutar de sus interpretaciones, aunque aquí debo hacer especial mención a Gilles Lellouche que está a la altura de Auteuil, Sara Girardeau que se debate entre la lealtad a su esposo y lo que considera que es correcto y también a la altura el hijo de Klaus Kinski (con rasgos muy parecidos a su padre) Nikolai Kinski como un oficial alemán. En síntesis es un film muy bien dirigido, actuado y que por supuesto merece verse.